Encontrar una solución para la contaminación de plástico
Cuando el plástico se desarrolló por primera vez hace poco más de un siglo fue aclamado como un material maravilloso, que transformaría todas nuestras vidas para mejor y reduciría la necesidad de talar cada vez más árboles.
En su lugar, con retrospectiva y experiencia, el legado histórico del plástico será muy diferente, marcado por su enorme impacto dañino y duradero en nuestro planeta y nuestro entorno natural.
Las estadísticas son asombrosas.
- La mitad de todos los plásticos se han fabricado en los últimos 15 años.
- En 2019, la producción mundial de plásticos alcanzó un total de alrededor de 368 millones de toneladas métricas.[1]
- En solo una semana, EE. UU. produce suficientes botellas de agua como para rodear el planeta cinco veces.[2]
- Cada minuto se compran millones de botellas de plástico en todo el mundo.[3]
- Algunos plásticos pueden tardar hasta mil años en descomponerse.
- El 73 % de la basura de las playas de nuestro planeta es plástico.[4]
- En tan solo 30 años, por peso, podría haber más plástico en el océano que peces.[5]
El plástico es omnipresente. El plástico es duradero. Sin embargo, también lo es el ingenio humano. Y eso podría ser nuestra salvación. A medida que nos adentramos en la era de la tecnología, aún ligada a la era del plástico, nuestra capacidad de innovación es lo único que podría salvarnos de esta plaga autoinfligida.
A menudo nos dicen que el plástico es imprescindible. Que tarda siglos o más en descomponerse. Que no hay una alternativa económicamente viable. Pero, ¿son estas creencias populares tan ciertas como parecen, o nuestra futura relación con el plástico está por determinar?
Para darnos cuenta de las oportunidades que tenemos por delante, primero debemos comprender la naturaleza del desafío al que nos enfrentamos.
La realidad del plástico es difícil de asimilar
Aunque muchas industrias de consumo han tomado medidas para abordar sus residuos plásticos, el problema es demasiado grande como para resolverlo de forma aislada.
Los plásticos están omnipresentes en nuestra vida diaria y la culpabilidad se extiende a algunas de las marcas más grandes del mundo.
Un estudio realizado por el grupo de defensa medioambiental Break Free From Plastic concluyó que Coca-Cola, Pepsi y Nestlé eran los tres “contaminadores” de plástico más importantes del mundo por tercer año consecutivo.[6]
A principios de este año, esas tres marcas y Unilever fueron culpadas de generar 500 000 toneladas del plástico que contamina nuestra sociedad en seis países en desarrollo.[7]
No obstante, es cierto que estas cuatro empresas globales están tomando medidas para reducir su contribución a la contaminación plástica. Coca-Cola, por ejemplo, se ha comprometido a aumentar hasta el 50 % el contenido reciclado en sus botellas de plástico para 2030, mientras que Nestlé ha prometido que todos sus envases de plástico serán 100 % reciclables o reutilizables para 2025. Sin embargo, el problema es demasiado grande incluso para que las mayores empresas lo aborden por sí solas.
Según la ONU, los residuos plásticos causan la muerte de aproximadamente un millón de aves marinas y de 100 000 animales marinos al año.[8]
Además, cada vez somos más conscientes de que no solo es perjudicial para la vida animal, sino también para la vida humana.
Los microplásticos, piezas de menos de 5 mm de longitud, entran en la cadena alimentaria con sorprendente facilidad. Algunos cálculos sugieren que cada uno de nosotros consumimos una media de 21 gramos de plástico al mes, suficiente para llenar hasta la mitad un cuenco de arroz.[9]
Nadie pretende siquiera que esto sea una buena noticia. Entonces, ¿no deberíamos hacer algo para reducir nuestra dependencia de los plásticos?
Ideas innovadoras
No hace falta profundizar mucho para darse cuenta de que erradicar los plásticos de nuestras vidas es más fácil de decir que de hacer. Algunas de las alternativas que se han propuesto hasta ahora incluyen sus propios inconvenientes.
Por ejemplo, las denominadas botellas biodegradables, a menudo derivadas de plantas, requieren un entorno con niveles de calor y humedad adecuadamente altos para permitir que los microbios rompan el polímero. Con frecuencia, estas botellas también contienen revestimientos o productos químicos resistentes a la degradación natural.[10]
Los intentos de resolver el problema de las bolsas de plástico de un solo uso son loables, especialmente si consideramos que anualmente se producen más de un billón de unidades. En su momento, parecía que la solución eran las bolsas biodegradables, pero pronto se demostró que estas tampoco eran la panacea. Las bolsas oxodegradables (es decir, bolsas que se pueden descomponer de forma natural en el aire) fueron aclamadas como un gran avance, lo que llevó a Arabia Saudí a prohibir todas las bolsas de plástico de un solo uso fabricadas con material no-oxo en 2017. Sin embargo, una investigación posterior demostró que, en lugar de “desaparecer”, las bolsas oxodegradables simplemente se descomponían en temidos microplásticos y continuaban su recorrido por el ecosistema.[11] Además, a menudo terminan sus días en vertederos donde liberan gases de efecto invernadero al medio ambiente.[12]
Las bolsas de papel también vienen cargadas de problemas, por estar inevitablemente, aunque de manera indirecta, vinculadas a la deforestación.
Las pajitas de bambú parecen el remedio ideal para los 170 millones de pajitas de plástico que los estadounidenses usan a diario, sin embargo, la mayor parte del bambú se cultiva en China, por lo que su transporte implica una considerable huella de carbono.
La ropa y los zapatos fabricados con plástico reciclado parecen una buena idea, pero simplemente les dan a los plásticos un hogar temporal en los pies de los compradores antes de devolverlos al ecosistema.
Las algas marinas, que tienen el beneficio de crecer hasta tres metros al día, producen un material resistente llamado agar que se biodegrada en menos de seis semanas. Sin embargo, crear suficientes granjas de algas marinas para contrarrestar la predilección mundial por el plástico alteraría químicamente la composición de los océanos del mundo, lo que tendría unas consecuencias desconocidas.[13]
Claramente, el problema es complejo y, hasta ahora, no hemos dado con ninguna solución mágica. Aun así, se continúa investigando para dar con alternativas genuinas al plástico que puedan proporcionar beneficios medioambientales más duraderos: proteína de leche para crear aislamiento y espuma de muebles; plumas de pollo para termoplásticos resistentes al agua; madera líquida de lignina a base de pulpa de celulosa para el envasado de productos; y poliésteres PCL, PHA y PLA, compuestos que son biodegradables o se crean con ingredientes naturales, como el trigo.
Hasta que estos conceptos se materialicen y encuentren una adopción generalizada, nuestras vías fluviales son las que se llevan la peor parte del plástico del planeta.
Ideas flotantes para un problema profundo
A nadie que viva o vaya de vacaciones cerca de la costa le sorprenderá que la mayor parte del plástico sobrante termine en nuestros océanos.
Como ocurre con los icebergs, los plásticos visibles en la superficie del océano representan solo la punta de una presencia mucho más terrorífica. Solo el 3 % de los plásticos del océano flotan libremente.[14] Según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), el resto “se hunde en el fondo del océano, permanece suspendido en la columna de agua o se deposita fuera del océano en lugares remotos, lo que dificulta su limpieza.”[15]
El WRI recomienda un enfoque multidimensional para solucionar el problema, o al menos, para comenzar a abordarlo.
- Mejorar la gestión de las aguas residuales para la mitad de la población mundial que carece de instalaciones de eliminación de residuos básicas, lo que reduciría el número de plásticos presentes en el agua no tratada.
- Actualizar la gestión de las aguas pluviales mediante la filtración de desagües y recoger la basura en la boca de los ríos, lo que evitaría que macro y microplásticos entrasen en el ciclo del agua.
- Prohibir las sustancias “difíciles de gestionar”, como el poliestireno expandido, que se utiliza a menudo en envases, y financiar la investigación de alternativas viables.
- Presentar normas voluntarias en la industria para reducir la producción de plásticos basados en combustibles fósiles.
- Establecer instalaciones de agua limpia para todas las comunidades, especialmente para el tercio de la población mundial que carece de suministros potables, lo que reduciría la necesidad de consumir agua embotellada.
Como es lógico, las estrategias más eficaces aportarán beneficios tanto medioambientales como económicos.
Por ejemplo, en Java Oriental, Indonesia, en 2019 una asociación público-privada condujo a un nuevo sistema de gestión de residuos para una comunidad de casi 50 000 personas, gracias al cual se recogen 3000 toneladas de residuos y se crean 80 empleos.[16]
Este proyecto es una muestra del tipo de iniciativas que podrían empezar a ser efectivas para resolver el dilema del plástico. Todo el mundo, desde las personas hasta las grandes empresas, puede desempeñar un papel en la reducción del consumo de plásticos. En Abdul Latif Jameel nos tomamos muy en serio nuestra responsabilidad.
Almar Water Solutions, parte de Abdul Latif Jameel Energy, ha introducido una iniciativa para reducir el uso de botellas de plástico en cinco negocios del grupo. Al sustituir las botellas de plástico de las oficinas por jarras de agua y botellas de vidrio o metal reutilizables se ahorraron unos 25 000 kg de plástico y se redujeron los costes en aproximadamente 120 000 USD al año.
Incentivar una revolución frente a la contaminación plástica
Desde el punto de vista político, los gobiernos están empezando a ejercer presión sobre la industria del plástico mediante la introducción de nuevas normativas destinadas a limitar sus impulsos menos deseables.
Por ejemplo, en 2019 la UE introdujo normas nuevas y estrictas sobre los plásticos de un solo uso. Entre otras medidas, la Directiva sobre plásticos de un solo uso prohibió productos para los que ya existen alternativas prácticas, como bastoncillos de algodón y pajitas. También introdujo gravámenes de limpieza para productores de contaminantes comunes, como filtros de cigarrillos y equipos de pesca, estableció un objetivo de recogida de botellas de plástico del 90 % para 2029 y un objetivo de al menos un 30 % de plástico reciclado en todas las botellas de plástico para 2030.
En Kenia, desde 2017 los fabricantes y proveedores se han enfrentado a multas de decenas de miles de dólares por usar bolsas de plástico, lo que ha llevado a las cadenas de supermercados a ofrecer bolsas de tela como alternativa.[17]
Del mismo modo, las leyes introducidas en el Reino Unido en 2015 que obligan a las tiendas a cobrar por las bolsas de plástico contribuyeron a reducir la demanda de bolsas desechables en un 80 %, lo que, hasta la fecha, equivale a 9 mil millones de bolsas.[18]
La industria química, responsable de producir la mayor parte de los plásticos del mundo, no se queda quieta mientras espera a que las regulaciones acaben con sus operaciones. En su lugar, está aprovechando el impulso del sector privado para descubrir negocios nuevos y rentables basados en el reciclaje, lo que, según las estimaciones, podría generar unos beneficios de hasta 55 000 millones de USD anuales para 2030.[19]
Actualmente, solo se reprocesan aproximadamente 16 % de los plásticos del mundo. El resto, destinado a los vertederos o a la incineración, se podría considerar un verdadero residuo, puesto que nunca liberará su valor potencial.
La reutilización abarca tres áreas:
- El reciclaje mecánico, es decir, el procesamiento de plásticos como el tereftalato de polietileno (PET) para que vuelva a convertirse en gránulos de resina, dejando intacta la cadena de polímeros
- El reciclaje químico, es decir, descomponer los plásticos en sus monómeros, adecuado para poliésteres y poliamidas.
- El procesamiento para convertirlos de vuelta en combustible básico (materia prima para unidades de proceso), por ejemplo, mediante el uso de un procesamiento catalítico o térmico que descompone las cadenas de polímeros en fracciones de hidrocarburos.
Actualmente, el sector está investigando formas de optimizar estos procesos.
En el reciclaje mecánico, por ejemplo, el principal reto es preservar la calidad de la resina para evitar que se deteriore durante el reciclaje.
Mientras tanto, en la producción de materias primas, las tecnologías emergentes, como la pirólisis, podrían permitir el reprocesamiento de plásticos mixtos de mala calidad, como el embalaje flexible (que las máquinas actuales no pueden gestionar).
La consultora global McKinsey cree que para 2030 la cantidad de plástico que se recicla podría multiplicarse por cinco, hasta 220 millones de toneladas métricas al año.[20] Dado el precedente establecido por las industrias del aluminio y el papel, donde los productores evolucionaron para convertir el reciclaje en una parte clave de su modelo de negocio, McKinsey ve una gran oportunidad para que la industria química monetice sus productos a lo largo de su (larga) vida útil.
Algunas empresas químicas ya están sentando las bases. Borealis (Austria) y LyondellBasell (Países Bajos), por nombrar solo a dos de muchas, han comprado empresas de reciclaje de polímeros en Europa. SABIC (Arabia Saudí) está desarrollando métodos de reciclaje químico y pirólisis de próxima generación para lograr mayores márgenes en el reprocesamiento de residuos plásticos.
McKinsey prevé un futuro de plantas de procesamiento “completamente integradas”, capaces de combinar plásticos usados junto con materias primas tradicionales, y de combustibles basados en residuos, donde los combustibles derivados en residuos pasan a ser competitivos cuando el precio del barril de combustibles derivados en petróleo alcanza los 65 USD.
Está claro que el mercado está cambiando rápidamente y que la tecnología compite para seguir el ritmo. Como veremos, acontecimientos impredecibles, como la pandemia del COVID-19, pueden estimular otras oportunidades de negocio.
Navegar una pandemia de plástico
La pandemia del coronavirus ha visto cómo se disparaba la demanda mundial de equipos de protección individual (EPI). Gran parte son de plástico, la mayoría de un solo uso.
En China, en febrero se produjeron 116 millones de mascarillas faciales al día, en comparación con los 20 millones antes del brote. Se espera que las ventas globales de mascarillas faciales asciendan a 116 000 millones de USD en 2020, en comparación con los 800 millones de USD de 2019.[21] En Tailandia, los residuos plásticos alcanzaron las 6300 toneladas diarias en mayo, frente a las 5500 toneladas prepandémicas.
Los costes del aumento del plástico podrían alcanzar 40 000 millones de USD en sectores como el turismo, la pesca y el transporte.
La transición global a las compras online durante el reinado del terror del COVID-19 ha disparado los niveles de embalajes de plástico. Solo en Singapur, se estima que los hogares generaron 1134 toneladas de envases a raíz de las entregas de alimentos durante las ocho semanas de confinamiento veraniego.
Las organizaciones con visión de futuro de los mercados emergentes esperan aprovechar estas oportunidades inesperadas.
La empresa de análisis e investigación empresarial Oxford Business Group observa que:
- En Ghana, las autoridades distribuyeron mascarillas fabricadas con botellas de agua y bolsitas de helado recicladas.
- En Tanzania, el procesador de residuos de papel Zaidi Recyclers cambió su enfoque para producir mascarillas faciales fabricadas con botellas de plástico de segunda mano.
- En Tailandia, la empresa de diseño Qualy utilizó más de 1,3 millones de redes de pesca antiguas para fabricar protectores faciales y botellas de desinfectante para compradores de Europa y Asia.[22]
Estas iniciativas pueden parecer simples gotas de agua en un océano (muy contaminado), pero en conjunto demuestran que la colisión de la innovación y las circunstancias puede ofrecer esperanzas, incluso para los dilemas más desconcertantes.
Invertir en un futuro sin plásticos
Si se actúa en favor del bien común para lograr un mundo con menos plástico, menos productos químicos y unos océanos más limpios, no hay nada inmoral en beneficiarse resolviendo el problema del plástico. De hecho, puede ser la única forma de convertir un movimiento en una revolución.
Hemos observado que la intervención gubernamental puede marcar diferencias tangibles y sentar las bases para reducir la cantidad de plásticos que consumimos. También hemos visto que las empresas privadas, desde gigantes químicos hasta start-ups innovadoras, están ayudando a transformar los plásticos que ya existen en materias primas útiles, un destino mejor que acabar siendo dañinos residuos flotantes.
Este es un ejemplo de una oportunidad de mercado que podría atraer la inversión privada de organizaciones socialmente conscientes, como Abdul Latif Jameel, que se preocupan por ampliar sus carteras de inversión ecológica y por mejorar la infraestructura de la vida para todos.
De hecho, invertir en causas éticas es una tendencia en auge. El concepto de la inversión ambiental, social y de gobernanza (ESG) ha ganado importancia junto con el aumento de la conciencia global sobre cuestiones como la emergencia climática. Los inversores se preguntan cada vez más, no solo cuánto pueden ganar con su dinero, sino también qué pueden lograr, lo que beneficia a cuestiones clave, como el problema del plástico.
Está previsto que los fondos ESG se tripliquen para 2025. En ese período, su participación en el sector de los fondos europeos aumentó del 15 al 57 %. Debido a este entusiasmo, se prevé que los productos de inversión sostenibles en todo el continente alcancen los 7,6 billones de euros en los próximos cinco años.[23]
Los plásticos podrían situarse a la vanguardia de esta ola ESG. Una encuesta sugiere que más de cuatro de cada cinco inversores potenciales están motivados a destinar fondos para poner en marcha iniciativas comerciales de reducción de plásticos. La encuesta señala que estos inversores buscan “un doble resultado: obtener un buen retorno de la inversión y hacer que el mundo sea más sostenible”.[24]
Mediante la financiación ESG, el sector privado está demostrando su capacidad para adoptar un enfoque más preventivo en la inversión ética que los gobiernos. Además, muchas empresas con visión de futuro, como Abdul Latif Jameel, muestran el potencial del capital privado para “hacer lo correcto”.
Por supuesto, la inversión filantrópica ocupa un lugar fundamental, pero esta tiende a destinarse a investigaciones novedosas e innovadoras, que no siempre tienen resultados viables.
En este momento, lo que realmente puede impulsar el comportamiento empresarial para lograr diferencias sostenibles sustanciales y significativas es el poder de los flujos de capital privado.
Como parte de nuestra propia diligencia debida, evaluamos la sostenibilidad de todas nuestras estrategias de inversión, especialmente en mercados privados, no solo en términos de factores medioambientales, sino también valorando si el propio modelo de negocio es sostenible. Por ejemplo, es muy poco probable que invirtamos en un fondo de energía dependiente del carbono. Como cualquier inversor, nuestro mandato es generar una rentabilidad financiera aceptable. Creemos que la sostenibilidad en el clima y el medioambiente son factores críticos para lograrla, de ahí nuestras inversiones en áreas como energía renovable, vehículos eléctricos y tecnologías hídricas. Esta última categoría incluye la desalinización, el tratamiento y la reutilización de aguas residuales, así como la acuicultura.
Por supuesto, otro poderoso catalizador para un mundo menos dependiente del plástico puede proceder de un cambio de mentalidad gradual, aunque se está acelerando rápidamente, y global.
Es posible que lleguemos antes de lo que imaginamos a ese “momento” cultural en el que haya una enorme reticencia a comprar bebidas en botellas de plástico o alimentos envasados en bandejas de plástico. Como todos somos conscientes de las nefastas consecuencias, quizás esto llegue a ocasionar un sentimiento de culpa a título personal de manera generalizada.
Con solo cambiar nuestras prioridades (sociales, comerciales y, por supuesto, personales), darnos cuenta de los costes reales y comercializar de forma asequible las innovaciones que van surgiendo, podremos lograr una solución a largo plazo a la contaminación plástica.
En Abdul Latif Jameel, tengo la esperanza de que este momento está al alcance de nuestra mano y que, trabajando juntos, seremos capaces de construir un futuro sostenible y sin plásticos para nuestra sociedad y nuestro planeta.
[1] https://www.statista.com/statistics/282732/global-production-of-plastics-since-1950/
[2] https://www.waterdocs.ca/water-talk/2018/4/7/facts-about-bottled-water
[3] https://www.waterdocs.ca/water-talk/2018/4/7/facts-about-bottled-water
[4] https://www.waterdocs.ca/water-talk/2018/4/7/facts-about-bottled-water
[5] https://www.theguardian.com/business/2016/jan/19/more-plastic-than-fish-in-the-sea-by-2050-warns-ellen-macarthur
[6] https://www.theguardian.com/environment/2020/dec/07/coca-cola-pepsi-and-nestle-named-top-plastic-polluters-for-third-year-in-a-row?
[7] https://www.theguardian.com/environment/2020/mar/31/report-reveals-massive-plastic-pollution-footprint-of-drinks-firms
[8] http://www.unesco.org/new/en/natural-sciences/ioc-oceans/focus-areas/rio-20-ocean/blueprint-for-the-future-we-want/marine-pollution/facts-and-figures-on-marine-pollution/
[9] https://graphics.reuters.com/ENVIRONMENT-PLASTIC/0100B4TF2MQ/index.html
[10] https://www.globalcitizen.org/en/content/plastic-alternatives-doing-harm/
[11] https://www.ellenmacarthurfoundation.org/assets/downloads/publications/NPEC-Hybrid_English_22-11-17_Digital.pdf
[12] https://www.thequint.com/news/environment/plastic-biodegradable-environment-reuse-recycle
[13] https://www.wired.co.uk/article/plastic-alternatives
[14] https://oceanpanel.org/blue-papers/leveraging-target-strategies-to-address-plastic-pollution-in-the-context
[15] https://www.wri.org/blog/2020/05/how-to-reduce-plastic-ocean-pollution
[16] https://www.wri.org/blog/2020/05/how-to-reduce-plastic-ocean-pollution
[17] https://uk.reuters.com/article/uk-kenya-plastic/kenya-imposes-worlds-toughest-law-against-plastic-bags-idUKKCN1B80PZ
[18] https://www.wri.org/blog/2020/05/how-to-reduce-plastic-ocean-pollution
[19] https://www.mckinsey.com/industries/chemicals/our-insights/no-time-to-waste-what-plastics-recycling-could-offer
[20] https://www.mckinsey.com/industries/chemicals/our-insights/no-time-to-waste-what-plastics-recycling-could-offer
[21] https://oxfordbusinessgroup.com/news/can-covid-19-plastic-waste-problem-generate-business-opportunities?utm_source=Oxford%20Business%20Group&utm_medium=email&utm_campaign=11826503_Covid-19_Plastics_September%2016_EU&utm_content=EIA-recycling-16-Sept&dm_i=1P7V,71HDZ,S7I7K1,SENOP,1
[22] https://oxfordbusinessgroup.com/news/can-covid-19-plastic-waste-problem-generate-business-opportunities?utm_source=Oxford%20Business%20Group&utm_medium=email&utm_campaign=11826503_Covid-19_Plastics_September%2016_EU&utm_content=EIA-recycling-16-Sept&dm_i=1P7V,71HDZ,S7I7K1,SENOP,1
[23] https://www.ft.com/content/5cd6e923-81e0-4557-8cff-a02fb5e01d42
[24] https://www.visualcapitalist.com/five-drivers-behind-the-sustainable-investing-shift/