Gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero son generadas por personas y hogares. ¿Podemos hacer los cambios necesarios para reducirlas?

Al pensar en los desafíos de cumplir con las cero emisiones netas, a menudo nos fijamos en las medidas que están tomando las industrias y los políticos. Sin embargo, los hogares individuales contribuyen significativamente a las emisiones. ¿Podemos desempeñar un papel más importante en la descarbonización?

Investigadores de EE. UU. han descubierto que alrededor del 20 % de las emisiones de gases de efecto invernadero son directamente atribuibles a los hogares. Esto se debe principalmente al uso de combustible, tanto para vehículos privados como para calefacción, refrigeración y cocina[1]. Los datos más recientes indican que el 59 % de los hogares estadounidenses siguen utilizando combustibles fósiles para su calefacción principal, y algo más de la mitad (51 %) utilizan gas natural[2]. En los hogares europeos también se utilizan mucho los combustibles con altas emisiones. En 2022, el gas natural supuso casi un tercio (30,9 %) del consumo energético en los hogares de la UE, mientras que otro 10,9 % correspondió al petróleo y sus derivados. En la UE, casi dos tercios del consumo de energía de los hogares se destina a la calefacción de edificios (63,5 %) y otro 14,9 % se utiliza para calentar agua.

Ser responsable de una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero es considerable. Sin embargo, el impacto de los hogares es aún más significativo si también tenemos en cuenta las emisiones indirectas: las emisiones que el consumo de bienes y servicios genera en la cadena de suministro. Por ejemplo, aunque llevar ropa no emite carbono directamente, los procesos utilizados para fabricarla y proporcionársela a los consumidores sí que generan emisiones. Se aplican principios similares a la mayoría de las demás categorías “domésticas”, como alimentación, ocio y transporte público. Por tanto, no es de extrañar que el impacto combinado de las emisiones directas e indirectas del consumo doméstico represente aproximadamente el 60 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero[3], a menudo en países alejados de donde se consumen realmente los productos finales.

Más de una cuarta parte (27 %) de la huella de carbono de los hogares estadounidenses en el extranjero se genera en China, y Canadá, India, Rusia y México también contribuyen con proporciones significativas. Al observar los diferentes tipos de consumo doméstico, entre el 70 % y el 85 % de la huella de carbono de la ropa comprada por los hogares estadounidenses se fabrica en el extranjero, junto con aproximadamente dos tercios (65 %) de las emisiones impulsadas por el gasto en electrónica.

En general, los hogares más ricos son responsables de más emisiones: aunque los hogares con ingresos que superan los 100 000 USD al año representan menos de una cuarta parte (22,3 %) de la población total, suponen casi un tercio de la huella de carbono total de los hogares.

Posibilidad de que los hogares y las personas aporten su grano de arena

Dado que la vida doméstica representa una proporción considerable de las emisiones tanto directas como indirectas, cambiar nuestro comportamiento tiene el potencial de contribuir de forma significativa a los esfuerzos por alcanzar el objetivo de cero emisiones netas. La ONG Project Drawdown explica que, aunque la mayoría de las emisiones dependen directamente de los poderosos responsables de la toma de decisiones en negocios, gobiernos y otros ámbitos, “nuestras elecciones como consumidores, usuarios de energía, inquilinos y votantes tienen un impacto directo por derecho propio y pueden afectar a esas decisiones enviando señales a todo el sistema”.

De acuerdo con un análisis realizado por Project Drawdown, las acciones de personas y hogares podrían suponer más de una cuarta parte de la reducción total de emisiones necesaria para detener el aumento de la temperatura global más allá de los niveles peligrosos[4].

Las acciones que según esta organización generarían el mayor impacto son la adopción de dietas ricas en vegetales y la reducción de los residuos alimentarios, junto con otras recomendaciones primordiales, como la instalación de paneles solares, un aislamiento adecuado y la iluminación LED en los hogares.

Aparte del impacto directo de estas acciones en sí mismas, Project Drawdown destaca que también pueden contribuir a desarrollar el impulso haciéndolas más atractivas y accesibles a los demás. “Si tienes la posibilidad de instalar paneles solares en tu casa”, por ejemplo, “inspirarás a tus vecinos a hacer lo mismo y pondrás sobre aviso a tu proveedor local de electricidad de que los ciudadanos quieren obtener su energía de fuentes renovables en lugar de combustibles fósiles”.

Desafíos de la implementación

Por tanto, al menos en teoría, queda claro que hay mucho margen para que las acciones de particulares y hogares contribuyan a reducir las emisiones. Sin embargo, no es una cuestión sencilla, y analizar un área importante, como es la vivienda, puede ayudarnos a comprender tanto el potencial como los retos.

Existen muchas formas en las que los hogares pueden ser más eficientes desde el punto de vista energético: por ejemplo, pueden construirse con materiales más ecológicos, tener un mejor aislamiento o utilizar métodos de calefacción con menos intensidad de emisiones de carbono. Algunos de los enfoques que podrían ayudar se basan en tecnologías innovadoras. Las calderas de hidrógeno, por ejemplo, ofrecen una forma de calentar los hogares mucho más respetuosa con el medioambiente. No obstante, el uso del hidrógeno como combustible todavía se encuentra en una fase de prototipo (aunque en algunos lugares se han realizado con éxito pruebas piloto). Por el contrario, las bombas de calor, que actúan como “neveras inversas”[5], utilizando el calor del suelo o del aire para calentar los hogares, son una tecnología consolidada y lista para usar. Al igual que ocurre con el aislamiento, los desafíos de su implementación no son tecnológicos, sino que tienen que ver con los aspectos prácticos y el coste.

La Agencia Internacional de la Energía, por ejemplo, describe las bombas de calor como “la tecnología clave para hacer que la calefacción sea más segura y sostenible”, ya que afirma que tienen el potencial de reducir las emisiones globales de CO2 en al menos 500 millones de toneladas en 2030.[6] Sin embargo, algunos esfuerzos para fomentar su adopción han topado con cierta resistencia. En Alemania, en 2023, el gobierno aprobó una ley por la cual las bombas de calor se convertirán en el sistema de calefacción predeterminado de los edificios en los próximos años, al prohibir de hecho las nuevas instalaciones de sistemas de calefacción de gasóleo y gas. Sin embargo, las medidas fueron recibidas con clamorosas protestas por parte de los medios de comunicación[7] y los adversarios políticos, que argumentaron que supondrían un menoscabo para la prosperidad. Estas medidas dieron origen a grandes tensiones en la coalición gobernante de Alemania, ya que un partido del gobierno también se pronunció enérgicamente en contra de los planes[8]. La controversia contribuyó a que el país no alcanzara sus objetivos de ventas de bombas de calor en 2024[9].

Complejidades del comportamiento cambiante

Otros países europeos observan con cierta alarma la experiencia de Alemania. Ilustra cómo, incluso cuando existen planteamientos más ecológicos, conseguir que la gente los adopte puede ser un gran reto. Un estudio internacional realizado en 2019 puso de manifiesto que la situación vital de las personas puede limitar su capacidad para reducir su huella de carbono[10], poniendo como ejemplo a quienes viven de alquiler, que no tienen la capacidad de realizar mejoras de eficiencia. Los investigadores también descubrieron que la huella de carbono de las personas puede variar en función de sus circunstancias vitales: por ejemplo, tener hijos o padecer algún problema de salud puede influir de forma notable. Lo más preocupante es que la investigación descubrió que “cuanto mayor es el potencial de mitigación de una acción, menos dispuestos están los hogares a ponerla en práctica”. Alrededor de un tercio de los participantes, por ejemplo, dijeron que estarían encantados de comprar un coche más ecológico para reducir su huella de carbono, pero únicamente el 4 % estaría dispuesto a renunciar por completo a su actual vehículo convencional.

En algunos casos, las tendencias en el comportamiento de los consumidores pueden incluso anular por completo el impacto de las mejoras tecnológicas y normativas. Por ejemplo, una investigación realizada en 2019 sobre las emisiones generadas por los hogares de EE. UU. puso de manifiesto que, aunque los coches se han vuelto más eficientes, las emisiones del transporte han aumentado en las últimas dos décadas, a pesar de que “las emisiones de los tubos de escape se han reducido significativamente” y de que el consumo de combustible de los coches ha mejorado en casi un tercio[11]. Estas mejoras en la sostenibilidad se atribuyeron a los cambios normativos a nivel estatal y federal. Sin embargo, según los investigadores, las emisiones no han dejado de aumentar, debido a factores como el incremento de los vehículos domésticos en propiedad y el deseo de la gente de viajar más.

Obstáculos para el cambio de comportamiento

Queda patente que existen una serie de obstáculos que impiden a los consumidores implementar los cambios necesarios en su comportamiento, donde una cuestión clave es la concienciación sobre los retos que implica.

Una investigación llevada a cabo por Ofgem, el organismo regulador del mercado de la energía en el Reino Unido, reveló que la concienciación era por lo general “baja”. En conversaciones con los consumidores, “las personas rara vez relacionaban de forma espontánea la sostenibilidad con su consumo energético doméstico” y “en general, la gente no era consciente del impacto que sus actuales sistemas de calefacción tenían en el medio ambiente”.[12] Además, aunque en general la gente pensaba que el objetivo del Reino Unido de alcanzar las cero emisiones netas en 2050 era una buena idea, mostraban “recelo sobre las implicaciones que podría tener en sus estilos de vida actuales”. El informe de Ofgem concluyó que: “En general, aunque la mayoría de la gente apoya los objetivos y es consciente de que las cosas deben cambiar para evitar que el cambio climático se intensifique, recelan del impacto que la descarbonización pueda tener en sus vidas a corto plazo”.

Cuando se les presentaron formas alternativas de calentar sus hogares, la gente percibió una serie de barreras. Temen que el proceso de instalación sea incómodo o que los nuevos sistemas no sean adecuados para todas las propiedades. Los participantes en la investigación también expresaron sus preocupaciones en relación con la estética y la fiabilidad de los nuevos sistemas de calefacción. Sin embargo, la mayor preocupación identificada fue “cuál sería el coste de los cambios [para los consumidores] desde el punto de vista económico”. Ofgem advirtió que “muchos tienen la sensación de que es muy poco probable que realicen cambios en su sistema o suministro de energía actual sin apoyo u orientación”.

Estos resultados están en consonancia con los de un informe publicado el año pasado por el Behavioral Insights Team (BIT) del Reino Unido, que señala que, a pesar de que nueve de cada diez consumidores desean tomar decisiones sostenibles, “muchos de los comportamientos necesarios son actualmente demasiado costosos, demasiado incómodos, muy poco atractivos o simplemente no son el estándar o la norma a la que estamos acostumbrados”.Según el informe, además del elevado coste de las bombas de calor, la propiedad de vehículos eléctricos resulta demasiado incómoda para muchos. Los platos más populares del país son a base de carne, añade, y no hay alternativas baratas y rápidas a los vuelos de larga distancia.[13]

Tomar medidas para impulsar el cambio

Así, aunque los consumidores apoyan ampliamente los objetivos de reducción de emisiones, tienden a dudar cuando las medidas necesarias tendrán un impacto significativo en nuestras propias vidas. Al mismo tiempo, cuando los gobiernos imponen soluciones normativas, como la ley alemana sobre el uso de bombas de calor, el rechazo político puede ser considerable. A menudo, una fuerte oposición ante las medidas de reducción de emisiones puede llevar a los gobiernos a retrasarlas o suavizarlas, como en el caso del Gobierno británico, que retrasó la prohibición de la venta de nuevos vehículos de gasolina o diésel de 2030 a 2035.[14]

Por lo tanto, si depender de acciones voluntarias o impuestas tiende a ser ineficaz, ¿existe alguna otra manera?

Investigadores del BIT del Reino Unido sostienen que sí. El informe de 2023 realizado por esta organización afirma que es probable que funcione mejor un enfoque de la sostenibilidad que aborde el cambio de comportamiento en múltiples niveles. Los autores señalan que, aunque las personas tienen la capacidad de tomar decisiones individuales, lo hacen dentro de “entornos de elección” que influyen profundamente en sus acciones a través de factores como los precios, la comodidad y las normas.

A su vez, estos entornos se forman a través de una serie de elementos generales, como los incentivos comerciales, la regulación y el liderazgo institucional. Según este modelo, el BIT compara a una persona que se enfrenta a decisiones sobre su comportamiento con una persona que nada en un arroyo: “libre de nadar en otra dirección, pero limitado e influido por la corriente”.

En lugar de centrarse en intervenciones “posteriores” dirigidas directamente a los individuos, el BIT hace hincapié en los entornos “intermedios” en los que las personas toman decisiones, y en los factores “anteriores” que acaban creando esos entornos. Argumenta que, al dirigirse de esta manera al entorno de las personas, “los comportamientos más ecológicos pueden prosperar de forma natural”.

Por lo que respecta al uso de la energía en los hogares, las recomendaciones del BIT incluyen la reducción de los precios de la electricidad en relación con el gas, a través de medidas como el cambio de gravámenes medioambientales o la fijación de precios máximos. El informe también insta al gobierno a incentivar la modernización entre propietarios y arrendadores, por ejemplo ofreciendo préstamos para favorecer que se hagan mejoras y vinculando el nivel impositivo sobre la compra de inmuebles a las calificaciones medioambientales. También se reclama una “ventanilla única” nacional de apoyo a los hogares ecológicos, cuya oferta incluya el acceso a una red de proveedores homologados, garantías de precios justos y protecciones para los consumidores. Medidas como estas están ideadas para “crear un entorno en el que las opciones ecológicas sean naturalmente las más atractivas, fáciles o predeterminadas”.

La investigación realizada el año pasado por el Observatorio Internacional de Política Pública (IPPO) llegó a conclusiones similares, argumentando que los consumidores son más propensos a realizar compras ecológicas si el gobierno realiza intervenciones centradas en “factores conductuales y humanos”, así como en los sistemas y contextos que los dan forma. El IPPO utilizó un modelo de cambio de comportamiento que sostiene que las decisiones de las personas están influenciadas por numerosos factores y contextos, incluidas las relaciones interpersonales, las comunidades locales, las empresas y las instituciones, así como la política gubernamental.[15] Sus recomendaciones incluyen la creación de estructuras de incentivos coherentes, incluidos préstamos ecológicos a bajo interés e hipotecas para el aislamiento, y nuevas agencias de mejora del hogar que utilicen técnicas de segmentación basadas en datos para ofrecer asesoramiento personalizado y apoyo financiero a los consumidores.

Como sugieren ambos informes, los esfuerzos de descarbonización exitosos rara vez pueden explicarse por un solo factor.

Podemos ver esto en países nórdicos como Finlandia, Suecia y Noruega, que tienen las mayores tasas de instalación de bombas de calor del mundo, a pesar de sus climas fríos. En los últimos 30 años, las bombas vendidas han contribuido a reducir considerablemente las emisiones de CO2 en cada uno de estos países (-72 %, -83 % y -95 %, respectivamente)[16]. Antes utilizaban mucho el petróleo para la calefacción, pero tras la crisis del petróleo de los años setenta todos hicieron esfuerzos concertados para abandonar los combustibles fósiles.

El Dr. Jan Rosenow, director de programas europeos de la ONG Regulatory Assistance Project (RAP), afirma que en cada país este objetivo ha sido un “foco constante en la política energética nacional”, lo que ha llevado a que los combustibles fósiles desempeñen un pequeño papel en la calefacción.[17] Esto supuso un importante estímulo para la investigación y el desarrollo de la tecnología de las bombas de calor, así como para intervenciones gubernamentales como campañas de información y subvenciones. RAP descubrió que el éxito de estos países se debía a una combinación de instrumentos políticos que funcionaban de forma concertada, como la fiscalidad del carbono, los incentivos gubernamentales, la normativa, las normas de calidad y la protección del consumidor. Rosenow destaca que no existe una política única que pueda crear un mercado masivo de bombas de calor. En su lugar, recomienda una “combinación bien diseñada de instrumentos económicos, apoyo financiero y regulación, respaldada por coordinación y compromiso”.

¿Qué nos depara el futuro?

El éxito de estos países con las bombas de calor demuestra que la transformación es posible. Pero para que el mundo cumpla sus objetivos de descarbonización, será necesario un cambio a escala comparable en una amplia gama de ámbitos diferentes. A principios del año pasado, el sitio web Politico destacó que para que la Unión Europea cumpla el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 90 % para 2040 sería necesario que Europa “remodele su economía, altere sus paisajes y cambie sus estilos de vida”.[18] Al evaluar lo que un escenario así significaría en términos prácticos, imaginaba un “continente transformado”, con un proceso para llegar a él que implicaría “coaliciones de gobierno destrozadas, empresas cerradas” y agricultores asediando Bruselas.

Los cambios necesarios incluirían que los consumidores adoptaran dietas más basadas en vegetales, que los agricultores criaran menos ganado y redujeran rápidamente el uso de fertilizantes con nitrógeno. Además de más bombas de calor, se reduciría el consumo en general y se adoptarían medidas para incentivar a la gente a reducir su espacio vital. La mayoría de los coches serían eléctricos, se recurriría más a la movilidad compartida y a los desplazamientos activos, y los vuelos serían más caros gracias a los impuestos y a la tarificación del carbono. La descarbonización a gran escala de la energía significaría más torres y cables eléctricos, más paisajes salpicados de turbinas eólicas y paneles solares, y un uso más amplio de sistemas de almacenamiento de energía en baterías (BESS) para proporcionar energía verdaderamente sostenible, un campo en el que Fotowatio Renewable Ventures (FRV), de Jameel Energy, es una fuerza emergente.

Con presencia en los cinco continentes, FRV desarrolla y gestiona una creciente cartera de instalaciones de BESS, con especial atención en el Reino Unido, donde ha establecido un Centro de Excelencia de BESS bajo la dirección de David Menéndez.

En 2023, FRV alcanzó el cierre financiero de dos de sus principales proyectos de almacenamiento de energía en baterías en el Reino Unido: Contego, situado en West Sussex y Clay Tye, en Essex, siendo este último uno de los proyectos de BESS más grandes del Reino Unido y la instalación operativa de BESS más grande de Europa en el momento de su inauguración.

Contego BESS Visit
(L-R) Peter Kavanagh, CEO Harmony Energy, Fady Jameel, Vice Chairman Abdul Latif Jameel, and Felipe Hernandez Managing Director FRV-X & Engineering, FRV at the Contego Battery Energy Storage facility, in Sussex, UK.

Clay Tye se puso en funcionamiento a finales de marzo de 2024. Utiliza 52 baterías de iones de litio Tesla Megapack para proporcionar una potencia de 99 MW y una capacidad de 198 MWh. Del mismo modo, Contego aprovecha una potencia de 34 MW y una capacidad de 68 MWh procedente de un conjunto de 28 baterías. FRV también ha iniciado la construcción de otros dos proyectos BESS en el Reino Unido, esta vez en la región de Midlands. Cada proyecto cubre 1,01 hectáreas y, juntos, generarán unos 100 MW de energía. Los dos sistemas de almacenamiento de energía en baterías de iones de litio permitirán importar y exportar la energía al estar conectados a la red de distribución.

Aerial view of Clay Tye Battery Energy Storage Systems, Essex, UK.
Las instalaciones del sistema de almacenamiento de energía en baterías de Clay Tye, recientemente inauguradas por FRV en Essex, Reino Unido. Las instalaciones operativas de BESS más grandes de Europa en ese momento. Crédito de la fotografía: © Abdul Latif Jameel.

Estas instalaciones surgen a raíz del éxito de su proyecto de BESS de Holes Bay, en Dorset, Reino Unido, operativo desde 2020. Esta planta de 15 MWh fue la primera en entrar en funcionamiento en la nueva interfaz de programación de aplicaciones (API) de acceso más generalizado de la red nacional para el mecanismo corrector.

Actualmente, FRV cuenta con más de 5 GW de potencia repartidos entre varios proyectos BESS en el Reino Unido, los cuales se encuentran en diferentes fases de explotación o desarrollo. Esto se complementa con proyectos similares en Australia, donde la empresa está desarrollando instalaciones de BESS en Gnarware, en Victoria, y una planta híbrida de energía solar y de BESS en Dalby, Queensland; esta última, una instalación híbrida de energía solar fotovoltaica y de BESS, se puso en marcha en julio de 2024.

Además, FRV tiene una participación mayoritaria en un proyecto de BESS en Grecia y, en febrero de 2024, se asoció con AMP Tank Finland Oy para desarrollar en Simo, Finlandia un proyecto de sistemas de almacenamiento de energía en baterías (BESS) a escala de servicios públicos.

Los riesgos de no hacer nada

Wopke Hoekstra, comisario europeo de Acción por el Clima, destacó a principios del pasado año los riesgos de fracasar en el reto de la descarbonización. Al anunciar los objetivos climáticos de la UE, afirmó que “los argumentos a favor de la acción climática están fuera de toda duda y exigen que planifiquemos desde ya”. Sin embargo, añadió que hacer frente a la crisis “es una maratón, no un esprint. Debemos asegurarnos de que todos cruzan la línea de meta y nadie se queda atrás”.[19]

Fady Jameel, vicepresidente de Abdul Latif Jameel, durante su intervención en la COP28. Crédito de la fotografía © Community Jameel

Las palabras de Hoekstra constituyen una advertencia conveniente. Los retos climáticos son diferentes en todas partes, pero serán necesarios cambios de gran calado en muchos lugares, incluidos nuestros hogares, para que el mundo pueda afrontarlos. Encontrar la visión y el liderazgo necesarios para llevarlos a cabo es una enorme exigencia para las sociedades y sus líderes. Hacerlo manteniendo comunidades justas y armoniosas constituirá una prueba aún mayor.

“Las decisiones que tomemos hoy para hacer nuestras casas y nuestras vidas más sostenibles y menos intensivas en carbono pueden contribuir realmente a los objetivos de cero emisiones netas.

Con el compromiso y la determinación adecuados, y con gobiernos lo bastante audaces como para aplicar las políticas correctas, podemos trabajar juntos en la descarbonización de nuestros hogares, proteger el medio ambiente y salvaguardar nuestras sociedades futuras”, manifiesta Fady Jameel, vicepresidente internacional de Abdul Latif Jameel.

 

 

[1] https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160412019315752?via%3Dihub

[2] https://atlasbuildingshub.com/2023/04/03/fuel-oil-and-propane-space-heating-across-the-united-states/

[3] https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160412019315752?via%3Dihub#bb0075

[4] https://drawdown.org/news/insights/the-powerful-role-of-household-actions-in-solving-climate-change

[5] https://www.cleanenergywire.org/news/europe-struggles-heat-homes-without-cooking-planet

[6] https://iea.blob.core.windows.net/assets/4713780d-c0ae-4686-8c9b-29e782452695/TheFutureofHeatPumps.pdf

[7] https://www.cleanenergywire.org/news/europe-struggles-heat-homes-without-cooking-planet

[8] https://www.politico.eu/article/heat-pumps-exploded-germany-ruling-coalition-green-law/

[9] https://www.euractiv.com/section/energy-environment/news/germany-to-miss-2024-heat-pump-target-by-half/

[10] https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2214629618310314

[11] https://theconversation.com/5-charts-show-how-your-household-drives-up-global-greenhouse-gas-emissions-119968

[12] https://www.ofgem.gov.uk/sites/default/files/docs/2020/10/consumer_attitudes_towards_decarbonisation_and_net_zero_1.pdf

[13] https://www.bi.team/wp-content/uploads/2023/01/How-to-build-a-Net-Zero-society_Jan-2023-1.pdf

[14] https://www.trade.gov/market-intelligence/update-uk-government-announces-delay-zev-mandate

[15] https://theippo.co.uk/home-energy-behaviour-change-barriers-green-purchases-evidence-review/

[16] https://www.carbonbrief.org/guest-post-how-heat-pumps-became-a-nordic-success-story/

[17] https://www.carbonbrief.org/guest-post-how-heat-pumps-became-a-nordic-success-story/

[18] https://www.politico.eu/article/your-life-2040-if-eu-climate-plan-work/

[19] https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/ip_24_588