EUDR: una nueva legislación que lucha por los árboles
La contribución ambiental positiva de los árboles, que generan oxígeno vital a partir del dióxido de carbono nocivo, se conoce bien desde el siglo XVIII. Sin embargo, solo hace medio siglo que se empezaron a escuchar voces por todo el mundo pidiendo una mayor protección de los árboles. Pronto surgieron grupos globales, como World Wide Fund for Nature (fundado en 1961), Friends of the Earth International (1971) y Greenpeace (1971), así como cientos de organizaciones nacionales y locales, dedicados a luchar por salvaguardar los bosques del planeta, evitar la pérdida desenfrenada de hábitats y proteger estos depósitos naturales de carbono para lograr una atmósfera más limpia.
Lamentablemente, tras décadas de buen trabajo, su misión está muy lejos de haber terminado. Los bosques y las zonas boscosas de todo el mundo siguen destruyéndose a un ritmo alarmante.
La lucha contra la deforestación continúa.
En diciembre de 2024 entró en vigor un nuevo y poderoso instrumento: el Reglamento de la Unión Europea sobre productos libres de deforestación (EUDR, por sus siglas en inglés). El EUDR es la última pieza de legislación internacional diseñada para preservar nuestros menguantes bosques y selvas. Sus objetivos son cuatro:
- Reducir el impacto de la UE en la deforestación y la pérdida de biodiversidad global
- Promover cadenas de suministro libres de deforestación
- Limitar las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE
- Proteger los derechos humanos y los derechos de los pueblos indígenas
La nueva ley obliga a las empresas que comercian con productos básicos clave vinculados a la deforestación a verificar que sus productos no conducirán a una mayor degradación forestal. Las reglas no solo cubren los siete materiales básicos (ganado, cacao, café, palma aceitera, caucho, soja y madera), sino también cualquier producto derivado, como muebles, carne de vacuno, cuero, artículos de papel y chocolate.
Según el EUDR, para la introducción de cualquiera de los artículos mencionados en el mercado europeo deben cumplirse los siguientes requisitos:
- Demostrar que no han causado deforestación o degradación
- Respetar las regulaciones ambientales y de uso de la tierra en los países de origen
- Asegurarse de que los bienes están cubiertos por una declaración de diligencia debida
Los Estados miembros de la UE tendrán la autoridad de imponer multas (de hasta el 4 % de la facturación comercial), incautar bienes o suspender la actividad comercial de las empresas que no cumplan con las normas.
¿Por qué necesitaríamos una legislación tan estricta para salvaguardar lo que, en efecto, son los pulmones del planeta Tierra? En resumen, porque nuestro apetito por explotar los árboles es insaciable y está en aumento.
Las presiones humanas son muy nocivas para la vida de los árboles
Se están destruyendo millones de árboles para dar paso a múltiples “prioridades” que compiten entre sí: operaciones agrícolas, plantaciones de soja, pastoreo de ganado o nivelación de tierras para la minería y la perforación, o incluso para la construcción de nuevos hogares. Mientras tanto, los madereros satisfacen una sed insaciable de productos de madera y papel. En conjunto, estas industrias son responsables de más de la mitad de toda la tala de bosques en el mundo.[1]
En la Amazonia, hogar de la selva tropical más famosa del mundo, la proliferación de ranchos ganaderos y granjas agrícolas está provocando una deforestación aún más rápida. En otros lugares a lo largo de los trópicos los bosques antiguos están siendo reemplazados rutinariamente por usos alternativos, como cultivos de aceite de palma, que se emplea para elaborar alimentos, productos de cuidado personal y piensos para animales.
La masa global de la humanidad, en busca de seguridad y protección, ejerce su propia presión sobre los árboles. Se prevé que la población mundial será de casi 10 mil millones de personas para 2050[2], así que hay enormes extensiones de tierra forestal condenadas a perecer bajo la presión de la expansión urbana y la creación de las redes de carreteras necesarias para la conectividad. Al mismo tiempo, se culpa a los incendios forestales, muchos de ellos causados por el calentamiento global provocado por el hombre[3], de la desaparición de muchos árboles jóvenes y retoños, lo que dificulta su regeneración.
La guerra contra los árboles no se limita a los gigantescos biomas tropicales con los que todos estamos familiarizados: las selvas tropicales del Amazonas, la cuenca del Congo o los más de 200 millones de hectáreas de vegetación primaria que se extienden por Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Malasia.
En cambio, la deforestación está invadiendo todos los lugares donde convergen las presiones humanas y económicas. Por ejemplo, en las dos décadas entre 2001 y 2021 Reino Unido cedió unas 105 000 hectáreas de árboles (lo que supuso una disminución de casi el 7 % de la cobertura forestal).[4] En la actualidad, se estima que el 85 % de los bosques antiguos del Reino Unido y más del 40 % de sus bosques más grandes siguen sin estar protegidos por la ley.
Al otro lado del Atlántico, más del 70 % de los 766 millones de hectáreas de terrenos forestales de los EE. UU. están en manos privadas, fuera del alcance del control estatal o federal. En 2021, solo los EE. UU. perdieron 4,22 millones de hectáreas de bosques a causa de la industria, la agricultura y la urbanización, lo que equivale a 775 millones de toneladas de emisiones de CO2..[5]
¿Cómo de grave es la situación de los árboles a nivel mundial y cómo pueden ayudar iniciativas como el EUDR?
Sin no hay árboles, no hay personas
Se estima que actualmente la Tierra alberga unos 3 billones de árboles. Puede sonar como un gran número, pero en realidad es solo la mitad de cuando surgió la civilización humana por primera vez.[6] Las señales de advertencia siguen aumentando:
- Desde 1990, alrededor de 420 millones de hectáreas de árboles han sido víctimas de la deforestación a nivel mundial, una superficie equivalente aproximadamente a todo el continente europeo.[7]
- Alrededor del 7,4 % de la selva tropical primaria se ha perdido desde el cambio de milenio.[8]
- Las máquinas remueven tierras forestales del tamaño de una cancha de fútbol cada dos segundos. El resultado: 15 mil millones de árboles talados anualmente en todo el mundo, una cifra aterradora y verdaderamente insostenible.[9]
- Solo en el último siglo, África ha perdido más de una quinta parte de todas su reservas de árboles.[10]
Considerar a los árboles como un recurso propicio para un saqueo sin fin es un enfoque tanto controplacista como negligente. Si perdemos bastantes, nuestro estilo de vida se verá enormemente afectado; si perdemos demasiados, nuestra existencia se volverá insostenible. Los árboles son mucho más que un deleite visual a lo largo de nuestro paseo del domingo. Son un sistema de soporte vital para toda nuestra sociedad.
Pero no nos equivoquemos: este planeta le pertenece a los árboles y nosotros no somos más que meros visitantes en su reino.
Los árboles se elevan por encima de los sistemas sanitarios, económicos y sociales
Los bosques son una maravilla natural que no solo debemos celebrar, sino proteger activamente.
Proporcionan alimento a millones de personas en todo el mundo y ofrecen hábitats naturales para múltiples formas de vida intrínsecas a nuestros sistemas alimentarios, como los insectos y los hongos. Los bosques también son fuente de materias primas para medicinas que ayudan a curar a los enfermos y de madera para el fuego que ayuda a mantener calientes a las familias. Unen el suelo y ayudan a prevenir la erosión de la tierra y a mantener y moderar los flujos de agua dulce.
En sí mismos, los bosques son unas incubadoras masivas de vida, ya que albergan alrededor del 80 % de las especies de anfibios, el 75 % de las especies de aves y el 68 % de las especies de mamíferos.[11]
También brindan refugio a los humanos, ya que son el hogar de aproximadamente 70 millones de personas indígenas en todo el mundo. Sin exagerar, los bosques son fundamentales para el sustento de alrededor de una quinta parte de la población mundial.
Lo más urgente es que los bosques también son una herramienta vital e irremplazable en la batalla existencial contra el cambio climático.
Los árboles actúan como sumideros de carbono naturales, absorbiendo y almacenando dióxido de carbono del aire y evitando la acumulación de CO2 atmosférica que acelera el calentamiento global. Las investigaciones indican que hasta el 45 % de todo el carbono almacenado en la tierra puede estar contenido en los bosques, que juntos comprenden miles de millones de toneladas de CO2.[12] Si se corta un árbol y se incinera, el CO2 almacenado se libera rápidamente y en grandes cantidades.
No es sorprendente que las estimaciones sugieran que la deforestación es el desencadenante de alrededor del 12 % del calentamiento global.[13]
La tasa de deforestación es tal que algunos bosques tropicales ahora emiten más carbono del que capturan, lo que les otorga la distinción no deseada de pasar de ser un sumidero de carbono a convertirse en una fuente de carbono. Por ejemplo, algunos científicos sostienen que una franja sudoriental de la selva amazónica ahora cumple los criterios de esta última definición.[14] Un estudio basado en 12 años de datos satelitales concluyó que ahora los bosques tropicales son una fuente neta de carbono, y que las pérdidas por deforestación son el doble de las ganancias por el crecimiento de bosques nuevos.[15]
Sin embargo, aún hay esperanza.
Según el World Resources Institute, una gestión forestal más inteligente puede generar un tercio de las reducciones en emisiones globales necesarias para 2030 a fin de evitar que la temperatura aumente más de 2oC con respecto a los niveles preindustriales.[16]
La preservación y la reforestación tienen sentido financiero
En un escenario, los bosques pueden convertirse en la primera línea de nuestra lucha contra el calentamiento global. Reorientar nuestros esfuerzos hacia la conservación, restauración y gestión de la tierra podría permitir que la cubierta forestal tropical proporcionase una parte significativa de la mitigación climática necesaria para cumplir los objetivos ambientales establecidos en el Acuerdo de París de 2015.[17]
En otras palabras, podemos adoptar una estrategia de “bosques para el futuro” en dos frentes: el primero requiere restaurar y replantar bosques para aumentar la captura de carbono, el segundo implica reducir las emisiones mediante la eliminación gradual de la deforestación.
¿Parece demasiado costoso? Solo en un análisis superficial. Con menos de 100 USD por tonelada de CO2 ahorrada, estas estrategias son más convincentes en términos económicos que cualquier tecnología intervencionista emergente. Por ejemplo, la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS, por sus siglas en inglés) puede costar más de 1000 USD por tonelada de CO2 ahorrada.[18] Lo que necesitamos urgentemente es un impulso político y público para impulsar la reforestación, la preservación y la gestión de la tierra como prioridad de la agenda global.
Teniendo en cuenta los altísimos costes que supone retrasar las medidas para hacer frente al cambio climático (un estudio calcula que los daños causados por el calentamiento global podrían alcanzar los 38 billones de USD anuales en 2050[19]), la inversión en árboles parece una propuesta inteligente. Las investigaciones muestran que por cada USD invertido en restauración forestal se pueden obtener entre 7 y 30 USD en beneficios económicos. Extrapolando estas cifras, la restauración de 150 millones de hectáreas de tierras agrícolas degradadas para convertirlas en bosques podría generar hasta 40 000 millones de USD anuales en ingresos adicionales para los pequeños agricultores, al mismo tiempo que alimentaría a cerca de 200 millones de personas.[20]
Todo esto sugiere que el nuevo reglamento EUDR podría traer consigo beneficios ambientales y económicos tangibles, a la vez que protege a las comunidades y las industrias que dependen de nuestros bosques compartidos.
EUDR: los cambios se sentirán en todo el mundo
El nuevo reglamento EUDR tiene como objetivo reducir las emisiones de carbono causadas por el consumo de materias primas de la UE en al menos 32 millones de toneladas métricas al año.
Es probable que las empresas que comercien con materias primas vinculadas a la deforestación experimenten una rápida reestructuración de las cadenas de suministro, con mayores costes y un mayor escrutinio. La firma de asesoría empresarial S&P Global afirma que los impactos se sentirán principalmente en “los principales países productores de aceite de palma en Asia, como Indonesia y Malasia, en las industrias agroindustriales de países como Brasil y Argentina y en las exportaciones de cacao con destino a la UE de países como Costa de Marfil y Ghana”.
Muchos países de origen intentarán cumplir con las nuevas normas europeas mediante una mayor adhesión a sus propias políticas antideforestación. Sin embargo, la débil aplicación interna y la dilución de las promesas de financiación internacional realizadas en las sucesivas reuniones de la COP podrían llevar a que la UE ponga en alerta a más países.
Está por ver si esta legislación histórica ayudará por sí sola a preservar los bosques. Los costes adicionales podrían impulsar a los compradores a cambiar de afiliación a países considerados de bajo riesgo. De manera similar, los países de origen podrían establecer bases de clientes alternativas que atiendan a mercados amplios más allá de la UE. Por ejemplo, Brasil podría desviar más suministros de madera a China, mientras que Indonesia podría enviar aceite de palma a África.
Hay preocupaciones de que un cambio legislativo tan radical abarque accidentalmente sectores no previstos. La industria papelera estadounidense, por ejemplo, con unas exportaciones anuales a la UE valoradas en más de 3.500 millones de USD, actualmente suministra más del 60 % de la pulpa especial que se utiliza para fabricar pañales y otros productos médicos clave. Se prevén fuertes aumentos de precios si los proveedores no cumplen las normas del EUDR.[21]
Para que el EUDR proteja de manera significativa los bosques mundiales será necesaria la convergencia con otros acuerdos marco. El Programa de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD+, por sus siglas en inglés), una familia de políticas diseñadas por científicos y legisladores de todo el mundo, se concibió para incentivar financieramente a gobiernos, agricultores y comunidades para que mantengan la cubierta forestal mundial.[22]
Se ofrecen subvenciones REDD+ para actividades vinculadas con la desaceleración de la deforestación, la promoción de la restauración arbórea y la introducción de prácticas forestales sostenibles. El plan opera a través de una serie de mecanismos, entre ellos el Banco Mundial (a través del Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques) y las Naciones Unidas (a través de ONU-REDD). Una revisión de 2020 indicó un promedio de 220 millones de USD en compromisos de financiación anual para REDD, siendo una excepción notable el Fondo para la Amazonia de 720 millones de USD.
La proactividad es primordial. Los investigadores advierten de forma ominosa que, si la pérdida de árboles tropicales persiste al ritmo actual, será “casi imposible” evitar que el aumento de la temperatura global sea inferior a 2 ºC respecto a los niveles preindustriales.[23] Debemos actuar con determinación y energía.
El tiempo apremia en los esfuerzos por salvar nuestros preciosos bosques
La deforestación no es solo un problema del mundo en desarrollo. En la sociedad actual todos estamos interconectados a nivel regional y global. Por ejemplo, los humos de los incendios forestales en Indonesia afectan la calidad del aire y los patrones climáticos en todo el sudeste asiático. Del mismo modo, la incesante demanda de productos basados en madera en los Estados Unidos y Europa acelera el deterioro ambiental en áreas como la cuenca del Congo y el Amazonas. Todos estamos involucrados en este tira y afloja entre problemas y soluciones.
Como demostró la pandemia de COVID-19 de 2020-2021, subestimamos la naturaleza a nuestro propio riesgo.
La deforestación también causa enfermedades en la humanidad. Alrededor del 60 % de las enfermedades infecciosas emergentes se originan en animales: las llamadas enfermedades zoonóticas. La reducción de los hábitats naturales en aras de la tala a corto plazo acerca inevitablemente a los animales y las personas. Esto alienta a los virus a “saltar” entre especies. La epidemia de ébola de 2014 en Guinea, Liberia y Sierra Leona mató a más de 11 000 personas, todas ellas atribuidas a la mordedura de un solo murciélago frugívoro.[24]
Los bosques representan solo el 3 % de la financiación de la acción climática. De hecho, el World Resources Institute estima que el déficit de financiación global para la restauración y la conservación asciende actualmente a unos 300 000 millones de USD.[25] Esto representa una asignación de recursos dolorosamente inadecuada, dada la centralidad de los árboles para los sistemas de sustento de la Tierra.[26]
Los primeros árboles aparecieron en la Tierra hace unos 350 millones de años. La humanidad tiene una historia mucho más breve, ya que surgió hace unos 350.000 años. Nuestra breve cohabitación del planeta no ha terminado bien para nuestros primos genéticos más lejanos. Puede que el EUDR no sea perfecto, pero si valoramos la cohesión actual de nuestras sociedades, todos debemos respaldar estas iniciativas para garantizar la protección de nuestro medioambiente global y la sostenibilidad de nuestra sociedad.
[1] https://www.nationalgeographic.com/environment/article/deforestation
[2] https://www.un.org/en/global-issues/population
[3] https://www.c2es.org/content/wildfires-and-climate-change
[4] https://www.bluepatch.org/is-deforestation-a-problem-in-the-uk/
[5] https://www.green.earth/blog/deforestation-in-the-united-states-causes-consequences-and-cures
[6] https://www.science.org/content/article/earth-home-3-trillion-trees-half-many-when-human-civilization-arose
[7] https://www.europarl.europa.eu/topics/en/article/20221019STO44561/deforestation-causes-and-how-the-eu-is-tackling-it
[8] https://www.wri.org/forests
[9] https://www.wwf.org.uk/learn/effects-of/deforestation
[10] https://www.chathamhouse.org/2023/05/deforestation-africa
[11] https://www.unep-wcmc.org/en/news/earths-biodiversity-depends-on-the-worlds-forests
[12] https://www.science.org/content/article/earth-home-3-trillion-trees-half-many-when-human-civilization-arose
[13] https://www.bluepatch.org/is-deforestation-a-problem-in-the-uk/
[14] https://www.lse.ac.uk/granthaminstitute/explainers/whats-redd-and-will-it-help-tackle-climate-change/
[15] https://www.science.org/doi/10.1126/science.aam5962
[16] https://www.wri.org/forests
[17] https://www.nationalgeographic.com/environment/article/deforestation
[18] https://files.wri.org/d8/s3fs-public/ending-tropical-deforestation-tropical-forests-climate-change.pdf
[19] https://www.reuters.com/business/environment/climate-change-damage-could-cost-38-trillion-per-year-by-2050-study-finds-2024-04-17/
[20] https://files.wri.org/d8/s3fs-public/roots-of-prosperity_0.pdf
[21] https://www.afandpa.org/news/2024/why-eu-needs-reconsider-their-deforestation-law
[22] https://www.lse.ac.uk/granthaminstitute/explainers/whats-redd-and-will-it-help-tackle-climate-change/
[23] https://www.wri.org/insights/numbers-value-tropical-forests-climate-change-equation
[24] https://www.nationalgeographic.com/environment/article/deforestation
[25] https://files.wri.org/d8/s3fs-public/roots-of-prosperity_0.pdf
[26] https://www.wri.org/insights/numbers-value-tropical-forests-climate-change-equation