A pesar del reciente retroceso, la inversión ESG se encuentra en un máximo histórico. Ahora es el momento de crear las estructuras globales necesarias para apoyar la siguiente etapa de su desarrollo.

Si tiene alguna conexión con el mundo de los negocios corporativos, sin duda habrá oído el término “ESG”. El creciente protagonismo de este acrónimo (que se refiere a medioambiente, sociedad y gobernanza) se ilustra en la encuesta ESG Market Navigator que Bloomberg Intelligence llevo a cabo en 2023, que muestra que el 85 % de los inversores y empresas tienen previsto impulsar su inversión ESG en los próximos cinco años.[1]

Como expuse en mi anterior artículo de Spotlight sobre inversión ESG, la idea básica es sencilla. En lugar de considerar únicamente la rentabilidad financiera, los inversores ESG también tienen en cuenta el impacto de sus elecciones en términos de medioambiente, sociedad y gobernanza. Su objetivo es evitar perjuicios en estas tres áreas clave y, en última instancia, convertirse en una fuerza para el bien.

Los resultados de la encuesta de Bloomberg Intelligence coinciden con los de otras investigaciones similares. Un informe de gestión de activos y patrimonio (AWM)[2] que PwC publicó en 2022 destacaba un aumento similar en la demanda de inversiones ESG y afirmaba que los activos gestionados relacionados con ESG crecerían a nivel mundial a un ritmo mucho más rápido que el mercado AWM en su conjunto”, desde los 18,4 billones de USD de 2021 hasta 33,9 billones de USD para 2026.

Orígenes y crecimiento de ESG

Parece claro que la inversión ESG está ganando importancia en la economía global. ¿Cómo se traduce eso en la práctica?

Considerar el impacto de las inversiones más allá de criterios financieros limitados no es una idea nueva. Las raíces de ESG se remontan al menos a la década de 1960, cuando como respuesta a importantes protestas y campañas políticas, algunos inversores trataron de tomar decisiones más socialmente responsables. Esto incluyó a aquellos que evitaron invertir en ciertas industrias (como la producción de tabaco) o asociarse con gobiernos particulares (como el régimen del apartheid de Sudáfrica).

Por supuesto, ya hubo intentos para garantizar que las inversiones fueran ética o religiosamente apropiadas mucho antes. Sin embargo, los principios ESG modernos no comenzaron a formalizarse hasta principios del siglo XXI, con el apoyo de las Naciones Unidas (ONU). Un informe de 2005 del Pacto Mundial de las Naciones Unidas argumentó que en nuestro mundo, cada vez más complejo e interconectado, estaban surgiendo nuevos desafíos en torno a la “gestión activa de riesgos y oportunidades relacionados con las tendencias medioambientales y sociales emergentes, en combinación con las crecientes expectativas públicas de una mejor responsabilidad y gobernanza corporativa”. [3]

El documento, desarrollado tras consultar con 18 instituciones financieras de nueve países, destacaba la importancia de estos problemas, tanto para las empresas como para las carteras de inversión, y proponía recomendaciones para que el sector financiero integrase mejor los principios ESG. Estas incluían un llamamiento para que los inversores “soliciten y recompensen explícitamente las investigaciones que incluyan aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza”, y premien a las empresas bien gestionadas.

Desde entonces, la inversión ESG ha crecido sustancialmente y ahora forma una parte significativa del mercado general. Un informe de la Alianza Global para la Inversión Sostenible reveló que en 2022 se invirtieron 30,3 billones de USD a nivel mundial en activos que cumplen los principios ESG. En Europa, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y Japón los activos de inversión sostenibles alcanzaron un total de 21 900 millones de USD, lo que representa el 38 % del total de activos gestionados[4].

Estas tendencias de inversión respaldan una mayor consideración de los principios ESG en todo el mundo corporativo en su conjunto. Un estudio de 2022 de McKinsey[5] confirmó que organizaciones de diferentes sectores, geografías y tamaños están destinando más recursos para mejorar ESG. Ahora, más del 90 % de las empresas del índice Standard & Poor’s 500 y del 70 % de las del índice Russell 1000 publican algún tipo de informe ESG. Es probable que estas cifras hayan aumentado aún más desde que se publicó el informe.

En cuanto a los aspectos individuales de las prácticas ESG, McKinsey afirma que el elemento medioambiental puede incluir la consideración del cambio climático, la contaminación del aire y la gestión de residuos. Por su parte, la dimensión social aborda factores como las prácticas laborales o la salud y la seguridad. El concepto de gobernanza engloba temas como la ética empresarial, la gestión de la cadena de suministro y las estructuras de toma de decisiones organizativas.

Motivos detrás del cambio

Entonces, ¿qué hay realmente detrás del creciente enfoque en ESG? JP Morgan Asset Management destaca la política gubernamental como un impulso importante[6], señalando, por ejemplo, el impacto del Acuerdo de París de 2015 y su objetivo de limitar el calentamiento global a 2 ºC en comparación con los niveles preindustriales, preferiblemente hasta un máximo de 1,5 ºC. En consonancia con esto, más de 70 países han establecido objetivos ambiciosos para reducir las emisiones. Cumplirlos requerirá una serie de medidas políticas, como iniciativas de financiación, normativas e impuestos. Los gobiernos están introduciendo cada vez más obligaciones de información ESG y las estrategias corporativas están respondiendo a la rápida evolución de las políticas.

Según el análisis de JP Morgan, los cambios en las actitudes públicas también están influyendo en las acciones corporativas. Que los consumidores “voten con sus carteras” en consonancia con los valores que defienden crea un incentivo ascendente para que las empresas actúen. Al mismo tiempo, el mayor escrutinio público de los gobiernos en relación con ESG les presiona para aplicar medidas descendentes. Según los analistas, esta situación genera oportunidades atractivas para que los inversores respalden a las empresas que han respondido a las preocupaciones ESG.

Esto incluye consideraciones sociales y de gobernanza, así como sostenibilidad medioambiental. Los movimientos sociales han aumentado la prominencia de las preocupaciones por la justicia social, al igual que algunas tendencias económicas globales en curso. JP Morgan argumenta que muchos años de bajo crecimiento salarial, sumados a la pandemia de COVID-19, han centrado la atención en los problemas de la fuerza laboral. Como señala ADEC Innovations, una empresa especializada en inversiones ESG, a medida que las cadenas de suministro se vuelven más complejas, existe una mayor conciencia de los riesgos sociales, laborales y de derechos humanos que crean para las empresas[7]. Una característica de este nuevo panorama es el creciente enfoque corporativo en la diversidad y la inclusión, que se evidencia con el significativo aumento en el uso de estos términos en las reuniones trimestrales entre grandes empresas, inversores y analistas.

Las cuestiones ESG también se están convirtiendo cada vez más en un asunto legislativo y normativo. Las leyes sobre esclavitud moderna en el Reino Unido, EE. UU., Canadá y Australia, entre otros, exigen, por ejemplo, que las empresas de un tamaño determinado informen sobre lo que están haciendo para garantizar que la esclavitud moderna y la trata de seres humanos no tengan lugar ni en su negocio ni, lo que es más importante, en sus cadenas de suministro. Esto se corresponde con la “S” de ESG.

Lo que está impulsando la actividad ESG no es solo un “deseo de hacer el bien”, también hay razones financieras sólidas. Hay muchas pruebas de que las inversiones ESG rinden tan bien como otras, o incluso mejor. Un estudio realizado en 2023 por Kroll[8], que analizó datos de más de 13 000 empresas, reveló que aquellas cuyos credenciales ESG eran más sólidos lograron mejores rentabilidades financieras. Las empresas clasificadas como “líderes” en ESG registraron una rentabilidad anual del 12,9 %, en comparación con el 8,6 % de los “rezagados”, lo que representa una prima de rendimiento de alrededor del 50 %. Esto sigue a un estudio de 2021 que examinó más de 1000 artículos de investigación publicados en los cinco años anteriores. Los investigadores hallaron que el 59 % de los estudios relevantes mostraron que las inversiones ESG tenían un rendimiento similar o mejor en comparación con los enfoques estándar, y solo el 14 % encontró resultados negativos.

Por lo tanto, además de ser buena para el planeta y la sociedad, la consideración de ESG puede tener un impacto positivo en los beneficios, la reputación y la resiliencia de las empresas.

En este sentido, en lugar de ver ESG como una distracción, el creciente consenso es, y debería seguir siendo, integrarlo en el pensamiento y la práctica general. Larry Fink, CEO de la firma estadounidense de inversiones Blackrock, defendió este enfoque en una carta que envió a los directores ejecutivos en enero de 2020. Centrándose en particular en la sostenibilidad medioambiental, Fink argumentó que la creciente importancia de los riesgos del cambio climático significaba que “estamos ante una reforma fundamental de las finanzas[9]”.

Al afirmar que “el riesgo climático es un riesgo para la inversión”, Fink alineó explícitamente las preocupaciones ESG con las mejores prácticas empresariales. Insistió en su opinión de que “el propósito es el motor de la rentabilidad a largo plazo” y advirtió de que Blackrock se mostrará cada vez reticente a respaldar la gestión de empresas que no estén haciendo suficientes progresos en sostenibilidad.

Retroceso

Como es inevitable, a medida que penetra en el mercado general, ESG se enfrenta a un mayor escrutinio. Algunos expertos insinúan que el impulso detrás del concepto puede haberse ralentizado y que el escepticismo se está incrementando. Por ejemplo, Richard Stone, CEO de la Asociación de Empresas de Inversión (AIC), con sede en el Reino Unido, ha declarado que un estudio de su organización “sugiere que 2021 puede haber marcado un pico de entusiasmo por la inversión ESG” y que la proporción de inversores privados que consideran factores ESG se ha reducido en los últimos dos años[10].

En 2021, casi dos tercios (65 %) de los encuestados dijeron que consideraban los factores ESG a la hora de invertir. El año siguiente, esta cifra bajó hasta el 60 % y en 2023 volvió a caer hasta el 53 %.

Entre el 47 % que no tuvo en cuenta los factores ESG, la principal razón fue la priorización de la rentabilidad por encima de los problemas ESG, seguida de cerca por el hecho de “no estar convencido de las afirmaciones ESG de los gestores de activos”.

La encuesta también reveló preocupaciones sobre la “ecoimpostura”, es decir, afirmaciones exageradas o engañosas acerca de prácticas supuestamente sostenibles. El 63 % de los participantes en la encuesta de la AIC afirmaron que les preocupaba la ecoimpostura. La proporción de inversores asegura “no estar convencido de las afirmaciones ESG de los gestores de activos” ha crecido, desde menos de la mitad (48 %) en 2021 hasta casi dos tercios (63 %) en 2023.

Las recientes acusaciones de alto perfil de ecoimpostura corporativa pueden haber ayudado a poner este problema en la mente de los inversores. Por ejemplo, en 2023 la ONG Global Witness presentó una reclamación contra el gigante petrolero Shell ante la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. afirmando que la empresa había engañado a los inversores. Global Witness declaró que, aunque Shell afirmó destinar el 12 % de sus gastos anuales en energías renovables y soluciones energéticas, su análisis ha revelado que la empresa solo ha asignado el 1,5 % de sus gastos totales a la generación de energía solar y eólica.

En el Reino Unido, los reguladores han declarado culpables de ecoimpostura a una serie de empresas energéticas. Shell fue una de las tres empresas de combustibles fósiles cuyas campañas fueron prohibidas en junio de 2023 por la Autoridad de Estándares de Publicidad debido a que engañaban al público sobre los beneficios medioambientales de sus productos[11]. No son solo las empresas de petróleo y gas las que se enfrentan a críticas. La Autoridad de Competencia y Mercados (CMA) del Reino Unido anunció en diciembre de 2023 que investigaría a Unilever, que fabrica una amplia gama de bienes de consumo, ya que sospechaba que estaba haciendo declaraciones engañosas en términos de sostenibilidad, como parte de un proceso más amplio sobre la ecoimpostura. Sarah Cardell, CEO de la CMA, afirmó que el comité de vigilancia estaba “preocupado porque se está engañando a mucha gente con mal llamados productos ‘verdes’ que no son lo que parecen”.

Un escaparate verde

También hay preocupaciones de que algunos fondos de inversión puedan haber participado en prácticas de ecoimpostura. En un blog reciente del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR)[12], académicos de la escuela de negocios EDEHC de Francia argumentaron que hay pruebas de que “los gestores de fondos pueden jugar con la divulgación normativa para disfrazarse como sostenibles, al mismo tiempo que incluyen en sus carteras activos de mayor rendimiento, pero controvertidos”.

Los investigadores señalan que, aunque las calificaciones de sostenibilidad proporcionadas por los analistas del sector han aumentado la transparencia, los cálculos se efectúan en base a las divulgaciones de los fondos que solo tienen que hacerse unas pocas veces al año. Esto permite que los gestores sin escrúpulos compren estratégicamente acciones ESG justo antes de la divulgación para aumentar sus calificaciones de sostenibilidad, antes de volver a activos de mayor rendimiento, pero menos responsables, cuando la detección es poco probable.

Lo que es más preocupante es que los investigadores encontraron pruebas que sugerían que esto estaba sucediendo en algunos casos al comparar el rendimiento de los fondos ESG con los principales índices bursátiles ESG. El análisis reveló que la correlación entre ambos disminuye significativamente justo después de la divulgación obligatoria, cuando también hubo un aumento repentino en la correlación con el rendimiento de las acciones de altas emisiones. Basándose en estos hallazgos, los académicos concluyen que “algunos fondos se presentan con un escaparate verde”.

Los resultados se presentan en medio de la continua confusión sobre cómo se clasifican los fondos ESG, un problema que ha sido especialmente prominente en Europa.

En julio de 2022, la Comisión Europea (CE) publicó nuevas directrices sobre los fondos de inversión sostenibles, lo que llevó a cientos de fondos a que su estatus de sostenibilidad pasara de ser el mejor “artículo nueve” (donde debe haber un objetivo de inversión sostenible explícito) a la categoría menos estricta del “artículo ocho”. Según los datos de Morningstar, tras la intervención de la CE, en el cuarto trimestre de 2022 fondos por un valor total de 193 000 millones de USD perdieron la clasificación de “artículo nueve”[13].A raíz de las aclaraciones adicionales de la CE en abril de 2023, unos 35 fondos volvieron a la categoría superior, pero las cifras siguen muy por debajo de la marca anterior.

Politización

Además de esta confusión, el concepto de ESG en sí ha sufrido un ataque político, especialmente en EE. UU. En Florida se aprobaron leyes que prohíben la consideración de factores ESG en las decisiones de inversión del gobierno estatal y local, afirmando que deben basarse únicamente en “factores pecuniarios”[14]. Esto sigue las leyes que limitan el uso de ESG en otros estados, ya que la idea se ha visto envuelta en disputas culturales. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha acusado a las corporaciones de inyectar “una agenda ideológica a través de nuestra economía, en lugar de a través de las papeletas de voto” y dijo que las nuevas leyes del estado “reforzarán que en Florida no se toleren las consideraciones ESG”. Esto siguió a una crítica similar de Mike Pence, exvicepresidente de EE. UU., quien escribió que el concepto ESG “empodera a una camarilla no elegida de burócratas, reguladores e inversores activistas” para imponer sus propios valores políticos.[15]

Sea cual sea su opinión, está claro que ESG se ha convertido en un término cada vez más politizado, lo que ha hecho que algunos inversores se sientan más cautelosos al usarlo. Por ejemplo, Larry Fink, de Blackrock, anteriormente un partidario vocal del enfoque ESG, anunció que había dejado de usar este acrónimo porque “se había convertido en un arma”. No obstante, declaró que su empresa no había cambiado su postura sobre las cuestiones ESG y que seguiría apoyando objetivos como la descarbonización en las empresas en las que invierte.

Retórica y realidad

Teniendo en cuenta los diversos obstáculos políticos y normativos, no sorprende que cada vez haya más preguntas en torno al concepto ESG. En mi opinión, las crecientes críticas a las que se enfrenta ESG son una reacción inevitable para que alcance la madurez y, en última instancia, un signo positivo.

Después de todo, si es un concepto sólido, debería ser capaz de soportarlas. Ese escrutinio inevitablemente dará lugar a que se expongan algunas afirmaciones ESG menos válidas y a que se preste más atención a los casos de ecoimpostura. Creo firmemente que también significa que podemos tener mayor fe en las inversiones e iniciativas que resistan el aumento de la atención.

Para avanzar con la inversión ESG es fundamental que haya más transparencia y rigor. Por lo tanto, me resulta alentador que este año el Consejo de Normas Internacionales de Auditoría y Aseguramiento (IAASB) haya anunciado propuestas para desarrollar nuevos estándares de aseguramiento globales para la presentación de informes de sostenibilidad[16], con partidarios como el fondo soberano de Noruega. Este movimiento forma parte de los esfuerzos continuos en todo el mundo para endurecer la regulación en torno a la inversión ESG[17]. Aunque a corto plazo esto puede causar algunas dificultades, en última instancia debería conducir a una mayor claridad y confianza.

En los últimos años hemos visto cómo la inversión ESG ha sido a veces objeto de afirmaciones bastante excesivas, tanto al retratarla como una fuerza positiva o perversa. No obstante, según mi experiencia, los inversores exitosos destacan por su capacidad para ver la realidad detrás de la retórica. Cualquiera que examine la situación actual con honestidad puede ver que los desafíos ambientales, sociales y de gobernanza a los que se enfrenta la economía global son muy reales. Todo parece indicar que la inversión ESG será fundamental en nuestro futuro financiero. Depende de todos nosotros asegurarnos de que lo haga con el mayor éxito posible.

[1] https://www.esginvesting.co.uk/2023/11/bloomberg-survey-shows-rising-esg-interest/

[2] https://www.pwc.com/gx/en/news-room/press-releases/2022/awm-revolution-2022-report.html

[3] https://www.unepfi.org/fileadmin/events/2004/stocks/who_cares_wins_global_compact_2004.pdf

[4] https://www.gsi-alliance.org/wp-content/uploads/2023/12/GSIA-Report-2022.pdf

[5] https://www.mckinsey.com/capabilities/sustainability/our-insights/does-esg-really-matter-and-why#/

[6] https://am.jpmorgan.com/gb/en/asset-management/institutional/investment-strategies/sustainable-investing/esg-investment-landscape/

[7] https://www.adecesg.com/resources/faq/what-is-esg-investing/

[8] https://www.kroll.com/en/insights/publications/cost-of-capital/esg-global-investor-returns-study

[9] https://www.blackrock.com/americas-offshore/en/larry-fink-ceo-letter

[10] https://www.theaic.co.uk/aic/news/press-releases/esg-investing-declining-in-popularity-as-fears-of-greenwashing-grow

[11] https://www.ft.com/content/fec9e504-7006-495a-964a-ba2ded4df5ad

[12] https://cepr.org/voxeu/columns/smoke-and-mirrors-look-inside-esg-fund-portfolios

[13] https://www.reuters.com/business/sustainable-business/more-eu-green-funds-re-badged-amid-regulatory-drive-morningstar-2023-01-26/

[14] https://www.hklaw.com/en/insights/publications/2023/06/new-florida-law-prohibits-use-of-esg-factors-in

[15] https://www.wsj.com/articles/only-republicans-can-stop-the-esg-madness-woke-musk-consumer-demand-free-speech-corporate-america-11653574189

[16] https://www.bloomberg.com/news/articles/2023-08-02/company-esg-claims-to-soon-face-audits-amid-greenwashing-fears

[17] https://www.nortonrosefulbright.com/en/knowledge/publications/8c48a4f6/financial-services-regulation-and-esg-regulation-around-the-world