La desigualdad amenaza con un mundo de mayor riesgo
La vida moderna a veces puede parecer una negociación interminable llena de peligros. En 2022, parece que somos adictos a correr colectivamente toda una serie de riesgos: el riesgo de colapso medioambiental, el riesgo de contraer un virus mortal, el riesgo de que las luchas fronterizas nacionalistas se descontrolen.
Sin embargo, para la mayoría de nosotros, se trata de temores hipotéticos o con plazos inciertos, o simplemente se trata de temores inflados como consecuencia de los titulares y el bombo de los medios de comunicación. Entonces, ¿qué pasa con el mundo del riesgo real? ¿Cuáles son los peligros claros y presentes previstos por los expertos, por las personas encargadas de dirigir las empresas y los gobiernos hacia la mitigación de riesgos?
¿Cuáles son, según ellos, los peligros más importantes que se ciernen sobre nuestro horizonte común y qué medidas deberíamos tomar ahora para contrarrestar sus posibles daños?
El Foro Económico Mundial (FEM) publica un informe anual sobre los riesgos, en el que encuesta a gobiernos, académicos, empresas y ONG de todo el mundo sobre los retos más profundos a los que se enfrenta la humanidad y la sociedad global.
Su Informe sobre los Riesgos Mundiales 2022, publicado en febrero de 2022, describe un mundo que se enfrenta a tensiones sin precedentes sobre cuestiones que apenas podían imaginarse hace una generación.
Un mundo que, con demasiada frecuencia, tira en diferentes direcciones y amenaza con infligirse un daño irreparable. Un mundo que se esfuerza valientemente por sobrevivir a su infancia y adoptar algún tipo de madurez estable.
Aunque la principal preocupación de los expertos en riesgos sigue siendo el cambio climático –la nube que amenaza con eclipsarnos a todos–, es imposible pasar por alto que, como civilización, todavía estamos saliendo, sacudidos y magullados, de los estragos de la COVID-19.
Y nuestra trayectoria de recuperación actual pone al descubierto muchos de los fallos de la civilización global interconectada actual.
En 2022, no es tanto el armamento vírico de la COVID-19 lo que supone la mayor amenaza mundial, ni siquiera las sombras cada vez más alargadas de los conflictos interestatales. Se trata más bien de las presiones sociales impuestas por cuestiones como la desigualdad en las vacunas (y más ampliamente el acceso a la atención sanitaria básica) y las divergencias en la recuperación económica.
Como señala el FEM, en los 52 países más pobres, que albergan a una quinta parte de la población mundial, solo el 6 % de las personas están actualmente vacunadas. Compárese con las tasas superiores al 70 % que alcanzan 50 de los países más ricos.
Las ramificaciones son inevitables. Para 2024, las economías en desarrollo se quedarán un 5,5 % por detrás de su crecimiento del PIB previo a la pandemia, al igual que las economías avanzadas superan el suyo en un 0,9 %. En los próximos cinco años, la encuesta refleja la preocupación generalizada por esta creciente brecha de ingresos que crea tensiones “dentro y fuera de las fronteras”, amenazando la erosión de la cohesión social y fomentando una crisis de medios de vida a largo plazo.
A escala humana, la COVID-19 fue responsable de 53 millones de casos de depresión grave en todo el mundo, lo que provocó que el deterioro de la salud mental se identificara como uno de los riesgos que más se intensificaron durante la pandemia.
A estos males, los encuestados por el FEM destacan una creciente crisis de la deuda, fallos en la ciberseguridad y una reacción pública generalizada contra la ciencia, agravada por una desigualdad digital cada vez mayor.
Solo el 16 % de los encuestados se sienten positivos u optimistas sobre las perspectivas globales, y la mayoría predice que el futuro inmediato se caracterizará por “una volatilidad constante y múltiples sorpresas o trayectorias fracturadas que separarán a los ganadores y perdedores relativos”.
Inevitablemente, dichas disparidades ponen en peligro nuestros intentos de una defensa coordinada contra la más ominosa de las amenazas existenciales: el cambio climático.
El medio ambiente domina los temores globales
A través de nuestra actual miopía influenciada por la pandemia, la encuesta del FEM demuestra que la crisis climática sigue dominando el ámbito de las amenazas a largo plazo.
Los cinco principales riesgos considerados más acuciantes para la próxima década están relacionados con el medio ambiente, al igual que los tres primeros si se evalúa su gravedad, lo que supone una colisión aleccionadora entre la probabilidad y la amenaza, como muestra un análisis más profundo de las respuestas.
En los próximos cinco a diez años, los principales riesgos, los que se estiman con mayor probabilidad de manifestarse, se centran en:
- Fracaso de la acción climática: 42,1 %.
- Clima extremo: 32,4 %
- Pérdida de biodiversidad: 27 %.
- Crisis de recursos naturales: 23 %
- Daño al medio ambiente causado por el ser humano: 21,7 %
- Erosión de la cohesión social: 19,1 %
- Migración involuntaria: 15 %
- Avances tecnológicos adversos: 14,9 %
- Enfrentamientos geoeconómicos: 14,1 %
- Contienda de recursos geopolíticos: 13,5 %
El fracaso de la acción climática, las condiciones meteorológicas extremas y la pérdida de biodiversidad ocupan igualmente los tres primeros puestos en términos de gravedad prevista, siendo también muy citados los daños al medio ambiente humano y las crisis de recursos naturales.
Indiferente a la naturaleza caprichosa de la COVID-19, inmune a cualquier conflicto en Europa del Este, la crisis climática continúa su implacable persecución de nuestro modo de vida.
El número de catástrofes meteorológicas extremas que causaron daños por valor de más de 1500 millones de USD alcanzó las dos cifras en 2021. El huracán Ida azotó Estados Unidos en agosto, provocando la muerte de 95 personas. Las tormentas que se produjeron en julio en toda Europa se cobraron 240 vidas y provocaron inundaciones generalizadas en Alemania, Francia y otros países. Las inundaciones en Sudán del Sur dejaron a 800 000 personas sin hogar, mientras que otras 200 000 fueron desplazadas por un ciclón que afectó a India, Sri Lanka y las Maldivas.[1]
La conferencia sobre el clima COP26 celebrada el año pasado en Glasgow (Reino Unido) logró innegablemente algunos avances en la consecución de nuevos compromisos medioambientales mundiales: 46 países pasarán a utilizar energía limpia para 2040; India se propone alcanzar el 50 % de energía renovable para 2030; y 141 países han decidido eliminar la deforestación para 2030.
Sin embargo, como señala el FEM, incluso estas promesas, si se cumplen, no alcanzarán el objetivo del Acuerdo Climático de París de 2016 de no sobrepasar 1,5 oC de aumento de la temperatura global, siendo 1,8 oC el escenario más optimista con las vías actuales.
Además, el Reino Unido, la UE y EE. UU. se estancaron en la elaboración de un paquete formal de financiación del clima para los países en desarrollo. China e India, por su parte, se aseguraron de que el uso del carbón solo se redujera, en lugar de eliminarse, en el proyecto final aprobado del compromiso.
Cualquier repriorización de las políticas nacionales tras la COVID-19 podría presenciar cómo los compromisos globales se desvían aún más en aras del pragmatismo económico a corto plazo.
Resulta revelador que, a pesar de que los cierres de fábricas y transportes prevean un descenso temporal de las emisiones contaminantes, se considere que la situación de riesgo de fracaso de la acción climática ha empeorado en un 25 % desde el inicio de la pandemia.
De hecho, aunque la percepción pública del calentamiento global sigue aumentando, en 2020 más de 50 economías desarrolladas y emergentes destinaron otros 345 000 millones de USD a las subvenciones de los combustibles fósiles.
La mitigación del clima, según afirma el FEM, debe adoptarse con urgencia, antes de que los bucles de retroalimentación desencadenen puntos de inflexión medioambientales y el impulso de la descarbonización sea demasiado pequeño y ocurra demasiado tarde.
El coste de no actuar, debido a la inacción climática, es elevado, con pérdidas previstas entre el 4 % y el 18 % del PIB mundial en 2050.
Debido a los desafíos sociales, económicos y tecnológicos que supone alcanzar un mundo de cero emisiones netas, el FEM clasifica la probable transición como “desordenada”. Para evitar sociedades divididas y fallas ideológicas entre los países, insta a los gobiernos, las empresas y los ciudadanos a acordar un equilibrio común entre los compromisos políticos, los incentivos financieros, la normativa y las necesidades inmediatas.
¿Nuestro principal aliado en la lucha contra el cambio climático? La concienciación.
La lucha contra el poder errático del riesgo
Si el riesgo tiene una ventaja, es esta: una vez que se identifica algo, es posible prepararse para ello.
El FEM ya ve una serie de iniciativas y tendencias en marcha que ofrecen esperanzas a los pronosticadores medioambientales.
- Las políticas ecológicas, e incluso los partidos ecológicos, ganan terreno entre los votantes de todo el mundo.
- Un nuevo Consejo Internacional de Normas de Sostenibilidad se ha convocado para supervisar la acción climática y evitar el lavado verde o “greenwashing”.
- El activismo de las partes interesadas, junto con los principios de inversión medioambiental, social y de gobernanza (ESG), dirigen el mercado financiero hacia una orientación ecológica.
- 130 billones de USD de capital privado comprometido con la neutralidad en carbono.
- La perspectiva de crear 40 millones de nuevos puestos de trabajo en todo el mundo gracias a la recualificación de las energías renovables.
- Un acuerdo marco en la COP26 que da luz verde a los mercados mundiales de carbono, y un nuevo organismo de supervisión de la ONU para comercializar los créditos de carbono.
Como la siempre, debemos tener cuidado con la procrastinación. Las soluciones biotecnológicas y de geoingeniería podrían presentarse como remedios “milagrosos”, pero podrían albergar en sí mismas riesgos imprevistos, o ser utilizadas indebidamente por razones geopolíticas. La tecnología CCS y de eliminación de dióxido de carbono (CDR, por sus siglas en inglés) necesitaría una gran ampliación para compensar un mundo que probablemente siga con hambre de carbono durante varias décadas.
Tomar el control del cambio climático ahora, privándolo de su capacidad para sorprender y propagarse, ayudaría a reducir el riesgo para el futuro. En definitiva, aumentaría las posibilidades de que nuestra necesaria transición a un mundo con cero emisiones netas sea estable y manejable, en lugar de desordenada e imprevisible.
Los riesgos comunes revelan la urgencia del desafío climático
El Informe de Riesgos Globales 2022 refleja el escepticismo generalizado de que se esté haciendo lo suficiente, a un ritmo adecuado, para reducir los riesgos climáticos.
Alrededor del 68 % de los encuestados considera que la mitigación del cambio climático sigue en una fase de “desarrollo temprano”, y otro 9 % cree que ni siquiera ha comenzado. Solo el 21 % cree que la mitigación del cambio climático está “establecida”, y apenas un 2 % la considera “eficaz”.
Las cifras para la conservación de la biodiversidad son casi idénticas.
El informe, que amplía su mirada, muestra igualmente poca fe en la mitigación de riesgos para varios de los subriesgos del cambio climático (aquellos potencialmente exacerbados por el calentamiento global). Por lo tanto, vemos que los riesgos relacionados con la migración y los refugiados solo tienen un 37 % de calificación “establecida” y un 3 % “eficaz”; la seguridad de los recursos, un 39 % y un 3 % respectivamente; la pobreza, un 39 % y un 2 %; y la salud humana, un 49 % y un 4 %.
Al margen de ese elefante en la habitación que es el cambio climático, los datos de mitigación del FEM indican un amplio desencanto con otras métricas de riesgo global. Los ciberataques, la inteligencia artificial y la exploración espacial se destacan como áreas de riesgo en las que la mitigación aún no ha comenzado correctamente.
Incluso la facilitación del comercio, generalmente considerada como el riesgo global más aliviado, es percibida como una mitigación “establecida” o “eficaz” por solo tres cuartas partes de los encuestados, y eso fue antes de la expulsión de Rusia del sistema de pagos internacionales Swift en febrero de 2022.
El FEM advierte que estamos entrando en un mundo de vulnerabilidades digitales, un mundo de migraciones sin precedentes (se prevén hasta 200 millones de refugiados climáticos para mediados de siglo), un mundo en el que incluso las nuevas fronteras, como el espacio exterior, experimentan las tensiones de la superpoblación y los intereses en competencia.
En este contexto, nos corresponde hacer todo lo posible para reducir el riesgo general del cambio climático.
Aquí es donde el sector privado puede apoyar a los gobiernos de todo el mundo, dando rienda suelta a la innovación y a los recursos para ayudar a ejercer cierta medida de control sobre los enigmas planteados por la volatilidad ambiental.
Unidos tras una visión de reducción de riesgos
En Abdul Latif Jameel, estamos decididos a desempeñar nuestro papel en la reducción del riesgo global acelerando la recuperación ecológica y combatiendo el cambio climático.
En los últimos tres cuartos de siglo, las actividades de la familia Jameel, tanto comerciales como no comerciales, han adoptado un cambio positivo y hoy están alineadas con la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) asociados.
Uno de nuestros objetivos principales objetivos es garantizar una energía limpia asequible para todos. Nuestro negocio insignia de energías renovables, Fotowatio Renewable Ventures (FRV), supervisa una cartera en constante expansión de proyectos de energía solar, eólica e híbrida y de almacenamiento de energía en todo Oriente Medio, Australia, Europa y Latinoamérica.
Al mismo tiempo, el equipo de innovación de FRV en FRV-X explora el almacenamiento en baterías y otras tecnologías energéticas avanzadas, acercando la energía renovable a la verdadera sostenibilidad: la capacidad de suministrar energía a nuestras ciudades de día y de noche, incluso cuando no sopla el viento o no brilla el sol.
Los emblemáticos proyectos de FRV-X en el Reino Unido en Holes Bay (Dorset) y Contego (West Sussex) ya están en funcionamiento, mientras que el mayor proyecto de almacenamiento en baterías del Reino Unido, en Clay Tye (Essex) está en fase de desarrollo.
Incluso con un enfoque unificado, es poco probable que podamos evitar por completo los impactos del cambio climático, por lo que estamos invirtiendo en tecnologías para reducir el riesgo de nuestro futuro.
El equipo de Almar Water Solutions, que forma parte de Abdul Latif Jameel Energy and Environmental Services, se dedica a la gestión del ciclo integral del agua, produciendo agua para el consumo humano e industrial mediante plantas de desalinización y tratamiento de aguas residuales de vanguardia y nuevas tecnologías.
El laboratorio de sistemas de agua y alimentos del ITM, J-WAFS, cofundado por Community Jameel en 2014, investiga técnicas para garantizar suministros de recursos vitales seguros, coherentes y ecológicos para una población en constante crecimiento.
Otra colaboración de Community Jameel y el ITM, el Laboratorio de Acción contra la Pobreza Abdul Latif Jameel (J-PAL), tiene como objetivo aliviar la pobreza mundial garantizando que aquellos afectados de forma desproporcionada por problemas como el cambio climático se beneficien de la formulación de políticas impulsadas por la ciencia.
“Es fácil rendirse a la idea de que el riesgo es insondable e incontrolable, siempre fuera de nuestro alcance”, afirma Fady Jameel, vicepresidente y presidente adjunto de Abdul Latif Jameel. “Pero eso es pasar por alto el potencial del esfuerzo humano y la investigación científica.
Nuestro mundo ya es suficientemente complejo y en las próximas décadas se encontrará con una ola de desafíos sin precedentes, desde el auge de la IA hasta la salud, pasando por la inestabilidad financiera.
Si queremos ganar más tiempo para adaptarnos a estos cambios, debemos unirnos contra el mayor imán de riesgos de todos, el cambio climático, un riesgo que todavía –y únicamente– tenemos el poder de limitar. En toda la familia de empresas Abdul Latif Jameel nos sentimos orgullosos de contribuir, en mayor o menor medida, a la misión pública y privada de garantizar un futuro más limpio y seguro para todos”.
[1] https://www.bbc.co.uk/news/science-environment-59761839