Un nuevo tratado de la ONU pretende aumentar la protección del recurso vital que cubre el 71 % de la superficie de la Tierra: los océanos. Tras dos décadas de negociación, ¿puede el Tratado de Alta Mar de la ONU abrirse camino hacia un resultado exitoso y lograr una diferencia?

El 4 de marzo de 2023, después de casi 20 años de debates, la ONU anunció la firma de un nuevo Tratado de Alta Mar, un acuerdo destinado a salvaguardar la biodiversidad y los ecosistemas del entorno marino menos comprendido, menos regulado y menos protegido del planeta, “alta mar”.

El tratado, formalmente conocido como el Acuerdo de Diversidad Biológica más allá de la Jurisdicción Nacional, fue aprobado por 193 naciones después de una sesión maratoniana de 36 horas en la sede de la ONU en Nueva York. Es el primer tratado desde principios de la década de 1980 en tratar de abordar los desafíos relacionados con la conservación y protección de alta mar.

La ONU aplaude la adopción del Acuerdo de BBNJ
Crédito de la fotografía: © IISD/ENB – Pam Chasek

En el anuncio de este evento histórico, el secretario general de la ONU, António Guterres, declaró: “Esta acción es una victoria para el multilateralismo y para los esfuerzos globales que tratan de contrarrestar las tendencias destructivas a las que se enfrenta la salud oceánica, ahora y para las generaciones futuras”.

Los nobles objetivos del tratado dan alguna pista sobre por qué puede haber costado 20 años llegar a un acuerdo.

Sus principales metas son poner fin a la explotación insostenible de alta mar, compartir de forma justa la abundancia comercial y científica que se encuentra en ellos, así como crear legislaciones y mecanismos para evaluar la viabilidad de proyectos a gran escala en alta mar de forma conjunta y global.

El acuerdo proporciona por primera vez supervisión regulatoria y protección medioambiental a alta mar y, según sus partidarios, debería desempeñar un papel crucial en el cumplimiento del compromiso 30×30[1]: la declaración de intenciones global, adoptada en la COP15 en 2022, para proteger un tercio de la tierra y el mar para 2030.

Como ya he escrito antes, los océanos de nuestro planeta necesitan mucha más protección, tanto contra la explotación insostenible como contra la contaminación provocada por el hombre. Si se implementa y se cumple con éxito, el Tratado de Alta Mar de la ONU será fundamental en intentos más amplios por combatir el cambio climático y podría ayudarnos a descubrir los tesoros de los océanos profundos, que pueden proporcionar avances en medicina y ciencia. Sin embargo, al igual que con tantos acuerdos visionarios relacionados con el cambio climático, su éxito depende de muchos factores.

El salvaje oeste de los océanos

Un nuevo tratado internacional para proteger los océanos tiene que ser algo bueno. No obstante, el nuevo tratado no proporciona protección general para todos los océanos; se centra muy específicamente en “alta mar”. Por lo tanto, antes de poder discutir sus objetivos y potencial, primero debemos definir su alcance. ¿Qué es exactamente “alta mar” y por qué necesita protección?

Lo que se conoce como “alta mar” abarca dos tercios de los océanos del mundo y se define como un área fuera de la zona económica exclusiva de cualquier país[2]. Esto significa que está más allá de las leyes de cualquier jurisdicción nacional, en otras palabras, que no está regulada, lo que la hace vulnerable a la explotación, la contaminación y las actividades comerciales insostenibles.

Los críticos afirman que este entorno no regulado ha creado un paisaje casi “salvaje” en el que actividades como la minería de aguas profundas del lecho marino, con consecuencias ambientales potencialmente significativas, han podido llevarse a cabo sin la debida supervisión.

Esta falta de regulación se produce en un contexto donde las tecnologías cada vez más sofisticadas, como los vehículos operados a distancia (ROV) para la exploración de aguas profundas y formas más inteligentes de mapear el fondo del océano y explotar los datos impulsadas por IA, permiten una exploración mucho mayor que hace una generación.

Papel medioambiental de alta mar

Hasta que se creó el tratado, solo el 1 % de alta mar disfrutaba de un estado protegido[3] (en gran medida, en una zona del Atlántico Norte). Esta falta de gobernanza en una parte tan importante de nuestro planeta es una de las principales razones por las que el daño a los hábitats submarinos ha afectado a dos tercios del océano, según un informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES)[4].

Blanqueo de coral en la Gran Barrera de Coral, Australia. Crédito de la fotografía: © Nico Smit

Un informe independiente de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) muestra que los océanos son un tercio más ácidos que al comienzo de la era industrial[5]. La mayor acidez dificulta la formación de organismos marinos, como corales, moluscos y algunos tipos de plancton. Esto tiene implicaciones para el suministro de alimentos, así como para la capacidad a largo plazo de los corales para proteger las costas y preservar el amplio ecosistema de las profundidades del océano. Los arrecifes de coral son fundamentales para el biosistema marino, por lo que su protección es esencial.

Representan solo el 1 % del fondo del océano, pero albergan el 25 % de toda la vida marina[6]. Lo que es preocupante es que un informe de la Red Global de Monitoreo de Arrecifes de Coral[7] descubrió que entre 2009 y 2018 se perdieron alrededor del 14 % de los corales del mundo.

 

Un desagüe de carbono de la naturaleza

La importancia de alta mar para nuestro medioambiente no puede menospreciarse. Los ecosistemas oceánicos producen la mitad del oxígeno que respiramos y representan casi el 95 % de la biosfera del planeta.

A veces, los océanos se denominan nuestro “desagüe de carbono” y por una buena razón: absorben un tercio del CO2 liberado en la atmósfera, más que todas las selvas tropicales combinadas, y el 90 % del calor asociado al calentamiento global, a la vez que nos proporcionan la mitad del oxígeno que respiramos[8].

Sin embargo, cuanto más ácido sea el océano, menor será su capacidad para absorber CO2, lo que hará que los mares sean menos eficaces para mitigar el cambio climático y hará que nuestra trayectoria hacia las cero emisiones netas sea mucho más difícil.

La alta mar alberga una amplia variedad de ecosistemas y vida silvestre marina[9], que proporcionan rutas migratorias para algunas de nuestras especies en mayor peligro de extinción. Una ballena azul adulta, que abarca 30 metros y pesa hasta 200 toneladas, pasa un tercio del año en alta mar. Otras especies marinas que dependen de alta mar incluyen el atún de aleta azul del Pacífico, que pasa casi la mitad de su vida allí, el elefante marino del norte y la tortuga laúd, que pasa casi el 80 % de su tiempo en alta mar.

Pese a su papel vital como uno de los ecosistemas más importantes de nuestro planeta, todavía hay mucho que no sabemos sobre las aguas profundas. De hecho, los científicos estiman que más del 90 % de las especies oceánicas aún no están clasificadas y que alrededor del 80 % del fondo oceánico aún no se ha explorado según los estándares modernos[10]. También se entiende cada vez más que albergan una gama de recursos genéticos marinos que, según los expertos, podrían usarse potencialmente en varias aplicaciones médicas y comerciales. Los ecosistemas oceánicos ya contribuyen a muchos medicamentos, incluidos ingredientes que ayudan a combatir el cáncer, la artritis, la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad cardíaca[11]. La esperanza es que, con más investigación y comprensión, esta lista llegue a ser mucho más larga.

Proteger esta abundancia y variedad de vidas y recursos, y explorarlos de una manera sostenible y efectiva, es la prioridad del Tratado de Alta Mar de la ONU.

Aumento de la regulación

Entre las principales disposiciones del nuevo tratado se encuentran:

  • El establecimiento de un marco legal para crear amplias áreas marinas protegidas (MPA).
  • Un compromiso de compartir de forma “justa y equitativa” los recursos genéticos marinos de alta mar y preservar la biodiversidad oceánica.
  • La creación de un fondo de conservación del océano para apoyar los objetivos del tratado.

Quizás la medida más importante es la creación de MPA[12] para proteger regiones particularmente frágiles de alta mar. Un estado o grupo de estados pueden nominar un área específica de alta mar para que sea designada y protegida como MPA. Todas las nominaciones para MPA se ratifican mediante un voto por parte de los signatarios del tratado.

En una MPA todavía pueden llevarse a cabo actividades comerciales y de investigación, pero deben ser coherentes con los objetivos generales de conservación. En la práctica, esto podría significar la limitación de algunas operaciones comerciales, como la pesca y la minería en aguas profundas, y la reducción de ciertas rutas marítimas.

El tratado también creará una Conferencia de las Partes (COP), basada en las estructuras actuales de la COP para la biodiversidad y el cambio climático, que se reunirá a intervalos regulares e incluirá un consejo asesor científico. Esto permitirá a los Estados miembros responsabilizarse de su gobernanza y su implementación de las disposiciones del tratado.

Compartir es vivir

El compromiso del tratado con el intercambio justo y equitativo de recursos genéticos marinos también es clave. Los “recursos genéticos marinos” se refieren al material biológico de animales y plantas del océano. Estos organismos, que viven en algunas de las condiciones más hostiles e inexploradas de la Tierra, pueden proporcionar propiedades genéticas únicas para la investigación farmacéutica y los productos médicos.

Según los términos del tratado, aunque los países pueden beneficiarse de la explotación de recursos genéticos marinos, también están obligados a compartirlos de forma justa y equitativa. En la práctica, esto significará que las naciones más ricas podrán investigar y obtener estos recursos de las profundidades del océano, pero tendrán que compartir los frutos de sus hallazgos con otras naciones, que podrían no tener recursos suficientes para aprovechar este tipo de oportunidades por sí mismas.

Estas reglas de “acceso y reparto de beneficios” cubrirán sectores en rápida expansión como la biotecnología marina, un mercado que se estimó que valdría 5900 millones de USD en 2022 y se prevé que casi se duplique para 2032[13].

El enfoque normativo más estricto que se está introduciendo en el tratado también incluye una expansión del papel de las Evaluaciones de Impacto Medioambiental (EIA), que aporta más actividades dentro del marco de la EIA.

Las EIA permiten a los legisladores identificar los posibles efectos de los proyectos propuestos, explorar soluciones alternativas y determinar formas de prevenir, mitigar y controlar los daños medioambientales.

La sección sobre EIA constituye la parte más larga del tratado. Consta de 13 artículos que establecen sus objetivos y especifican directrices y normas sobre cómo se llevarán a cabo, supervisarán, revisarán y regirán las EIA. Los expertos coinciden en que los cambios suponen una gran mejora respecto a la situación actual, pero no están exentos de controversia.

El acuerdo también reforzará las regulaciones existentes para hacer que el transporte marítimo, una de las principales actividades económicas en alta mar, sea más sostenible. Podrían introducirse nuevas directrices para regular el transporte marítimo, como modificar las rutas, establecer nuevos límites de velocidad y marcar nuevos estándares para reducir la contaminación acústica.

Además, el tratado aborda el “desarrollo de capacidades” para ayudar a profundizar en los datos científicos y tanto comprender como compartir tecnología marina. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) afirma que, para los países en desarrollo, este compromiso con el desarrollo de capacidades “será crucial para establecer estándares ecológicos, generar beneficios a partir de recursos genéticos marinos, permitir la gestión basada en el área, llevar a cabo evaluaciones del impacto medioambiental y facilitar la transferencia de tecnologías marinas”.

Navegar por las aguas políticas

Dado su alcance y ambición, es comprensible que el Tratado de Alta Mar de la ONU haya recibido una amplia bienvenida. Sin embargo, todavía hay que superar obstáculos significativos para que alcance todo su potencial. La voluntad política y el compromiso a escala global serán esenciales para que tenga éxito.

Si la historia puede ser indicador del futuro, podría ser útil observar a su predecesora: la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982. Uno de los logros emblemáticos de esta convención fue la creación de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), con sede en Jamaica. Sin embargo, la ISA no se estableció hasta 1994 y no se convirtió en totalmente autónoma hasta 1996.[14] Casi 30 años tras su creación, la ISA aún no ha establecido un código para minería en aguas profundas, una de las principales razones por las que se fundó en primer lugar.[15]

También se han planteado algunas preocupaciones sobre la eficacia de la mayor rigidez prevista para las normativas de las EIA. Los críticos dicen que, aunque la expansión de las EIA es un importante paso hacia adelante, no hay ningún organismo general encargado de llevar a cabo o hacer cumplir los hallazgos de una EIA. En su lugar, se dejará a países individuales llevar a cabo una EIA e implementar sus hallazgos. Claramente, esto abre la posibilidad de que los intereses nacionales usurpen lo que podría verse como el bien mayor.

Otra área gris parece ser cómo las disposiciones del tratado interactuarán con las normativas establecidas por los organismos existentes, como la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos mencionada anteriormente y la Organización Marítima Internacional, que es responsable de los envíos en alta mar.

Sin embargo, es positivo que el tratado se haya establecido por fin, pese a todos los desafíos a los que se enfrentó. En el clima político geopolítico actual haber llegado a un acuerdo con 193 estados miembros de la ONU es una hazaña notable que no debe menospreciarse. Además, el tratado ha sido muy bien recibido por una amplia variedad de grupos, no solo sus signatarios, sino también por organizaciones medioambientales internacionales como WWF y Greenpeace.

Virginijus Sinkevičius, comisario de la UE de Medioambiente, Océanos y Pesca

Virginijus Sinkevičius, comisario de la UE de Medioambiente, Océanos y Pesca, declaró: “Con el acuerdo sobre el Tratado de Alta Mar de la ONU damos un paso crucial para preservar la vida marina y la biodiversidad, que son esenciales para nosotros y las generaciones venideras.

También es una prueba de una cooperación multilateral reforzada con nuestros socios y un activo importante para implementar nuestro objetivo COP15 de protección del 30 % de los océanos”.[16]

Michael Imran Kanu, director del Grupo Africano de la ONU y embajador y representante permanente adjunto de la ONU para asuntos legales de Sierra Leona, calificó el tratado como “robusto y ambicioso”.[17]

El siguiente paso, que algunos consideran decisivo, es la ratificación. Para que entre en vigor se requiere que al menos 60 países ratifiquen el tratado en sus respectivas legislaturas. La ONU ha sugerido que está trabajando para llevar a cabo la ratificación en junio de 2025, cuando se celebrará la próxima Conferencia sobre el Océano de la ONU en Francia.

Una vez se haya ratificado, el tratado podría y debería ser un componente fundamental en los esfuerzos globales para frenar y reducir los impactos del cambio climático, proteger algunos de nuestros entornos más frágiles y lograr el objetivo de las cero emisiones netas, a la vez que contribuye de formas aún desconocidas a nuestra comprensión de la ciencia y la naturaleza.

Está previsto que las votaciones tengan lugar en los parlamentos nacionales en los próximos dos años, así que pronto podríamos estar trazando un camino hacia una relación más equitativa y sostenible con la parte más amplia, pero menos protegida, de nuestro entorno marino.

 

[1] https://www.hacfornatureandpeople.org/home

[2] https://oceanexplorer.noaa.gov/facts/high-seas-governance.html

[3] https://wwf.panda.org/wwf_news/?7704966/high-seas-treaty-2023#:~:text=The%20waters%20beyond%20national%20jurisdiction,little%20effective%20management%20in%20place.

[4] https://www.ipbes.net/global-assessment

[5] https://www.noaa.gov/education/resource-collections/ocean-coasts/ocean-acidification

[6] https://www.unep.org/interactives/status-world-coral-reefs/

[7] https://gcrmn.net/

[8] https://www.un.org/en/desa/5-reasons-you-should-care-about-our-ocean

[9] https://marine-conservation.org/high-seas/#:~:text=The%20high%20seas%20also%20provide,search%20of%20food%20and%20mates.

[10] https://oceanservice.noaa.gov/facts/ocean-species.html

[11] https://oceanservice.noaa.gov/facts/why-care-about-ocean.html

[12] https://marine-conservation.org/on-the-tide/historic-high-seas-treaty-to-conserve-biodiversity/

[13] https://www.precedenceresearch.com/marine-biotechnology-market

[14] https://www.isa.org.jm/about-isa/

[15] https://www.isa.org.jm/the-mining-code/standards-and-guidelines/

[16] https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/IP_23_1382

[17] https://www.theguardian.com/environment/2023/mar/05/high-seas-treaty-agreement-to-protect-international-waters-finally-reached-at-un