Las empresas pueden permitirse ser idealistas a largo plazo, pero, a corto plazo, a todos nos toca luchar con los aspectos prácticos de la vida cotidiana. Se trata más del “arte de lo posible” que de lo ideal.

Véase el ejemplo de la rápida transición a cero neto, tal y como se indica en los objetivos del Acuerdo de París y se afirma en la COP26. Todas las industrias dependen, en cierta medida, de los combustibles fósiles y así ha sido durante décadas. Cambiar esta situación, y alcanzar las cero emisiones netas de carbono, es una necesidad en la que creo firmemente. Pero esto no puede hacerse con solo pulsar un interruptor. Se trata de un proceso que requiere inversiones estratégicas en tecnologías sostenibles, de las que no todas están lo suficientemente maduras, o no son lo bastante asequibles, como para desplegarse a escala en estos momentos.

Los créditos de carbono ofrecen una solución pragmática a medio camino, un parche que permite a las empresas ganar tiempo para abordar algunas de las dificultades que plantea el cumplimiento del objetivo de cero emisiones netas. La compra de créditos de carbono es una forma de que las empresas mitiguen aquellas emisiones que no pueden eliminar totalmente… hasta que puedan hacerlo, espero.

¿Qué es un “crédito de carbono”?

Los créditos de carbono son certificados que representan cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que se han evitado o eliminado del aire. Así, cuando una empresa compra un crédito de carbono por una tonelada de CO2, por ejemplo, en la práctica obtiene permiso para generar una cantidad de CO2 equivalente a ese crédito.

Los propios créditos de carbono proceden de proyectos certificados de acción climática que reducen, eliminan o evitan los GEI de forma que puedan medirse y verificarse. Algunos ejemplos comunes son la plantación de árboles o dotar a las comunidades de medios más eficientes desde el punto de vista energético para calentar sus hogares y cocinar.

Abdul Latif Jameel VCM PIF signing
Fady Jameel en la firma del Voluntary Carbon Market en la 6.ª edición de la Iniciativa de Inversión Futura en Riad

A finales de octubre de 2022, representé a Abdul Latif Jameel en la subasta voluntaria de créditos de carbono del Fondo de Inversión Pública (FIP) de Arabia Saudí en la conferencia de la Iniciativa de Inversión Futura en Riad, la primera subasta de compensación de carbono que se celebra en Oriente Medio. En total se vendieron 1,4 millones de toneladas de créditos de carbono, lo que la convierte en la mayor venta de créditos de carbono de la historia. Abdul Latif Jameel fue una de las 15 entidades saudíes y regionales que participaron, representando a cada parte de la economía del país, desde el Banco Internacional del Golfo a la aerolínea Saudia, pasando por Aramco y la compañía de cemento Yanbu.

¿Cómo funcionan los créditos de carbono?

Para alcanzar nuestros objetivos de cero emisiones netas, todas las empresas deben reducir sus propias emisiones tanto como puedan. Pero, para algunas organizaciones, resulta prohibitivamente caro reducir las emisiones utilizando las tecnologías actuales, aunque los costes de esas tecnologías podrían abaratarse con el tiempo. Para otras, algunas fuentes de emisiones no pueden eliminarse por completo con las alternativas actuales.

Por ejemplo, la fabricación de cemento a escala industrial suele implicar una reacción química, la calcinación, que representa una gran parte de las emisiones de carbono del sector cementero. Basándose en las tecnologías actuales de fabricación de cemento, para muchos productores no es viable desde el punto de vista financiero fabricar cemento de otra manera. En la actualidad, estas emisiones son, en efecto, inevitables. En su lugar, la empresa puede comprar créditos de carbono para compensar las emisiones que no pueda eliminar.

Es importante señalar que los créditos de carbono son voluntarios. Tal y como sugiere el título, ninguna de las empresas que participaron en la subasta voluntaria de créditos de carbono del FIP tenía obligación legal de hacerlo, a diferencia de algunos estados y regiones que cuentan con regímenes obligatorios para los créditos de carbono.

La Unión Europea, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, California y Quebec (Canadá), por ejemplo, cuentan con lo que se conoce como sistemas de “tope y trueque”, también llamados sistemas de comercio de derechos de emisión (ETS, por sus siglas en inglés). Los programas de comercio de derechos de emisión se utilizaron por primera vez para controlar la contaminación en las décadas de 1980 y 1990, cuando Estados Unidos los puso en marcha para eliminar progresivamente el plomo de la gasolina y reducir ciertas emisiones para combatir la lluvia ácida. El éxito de estos programas sentó las bases para su uso en la reducción de las emisiones de carbono y GEI[1].

El principio es simple: Con el fin de incitar a las empresas a reducir sus emisiones, un gobierno fija un límite al nivel máximo de emisiones y crea permisos, los llamados “créditos de carbono”, por cada unidad de emisiones permitida según el límite. Las empresas emisoras deben obtener y entregar un permiso por cada unidad de sus emisiones. Pueden obtener permisos del gobierno o a través del comercio con otras empresas. El gobierno puede optar por regalar los permisos o subastarlos.

Esto ha creado un mercado masivo de créditos de carbono. Según Refinitiv, el tamaño total del mercado es de 261 000 millones de dólares, lo que representa 10,3 Gt de CO2 equivalente comercializadas en los mercados de cumplimiento en 2020[2].

Las empresas que no tienen suficientes permisos para el nivel de emisiones tienen dos opciones: o bien reducen sus emisiones, o bien compran permisos adicionales a otra empresa para cubrir sus emisiones adicionales. Para un precio determinado de los permisos, a algunas empresas les resultará más fácil, o más barato, reducir las emisiones que a otras, por lo que venderán sus permisos. Este proceso de comercio garantiza que haya un precio único para todas las empresas que coordinan sus actividades y reduce las emisiones hasta el nivel permitido por el tope de forma rentable.

Naturalmente, no hay razón para esperar que un precio de permiso que despeje el mercado en un momento dado siga haciéndolo en el futuro. A medida que cambien las condiciones económicas y las circunstancias de las empresas emisoras, los precios de los permisos fluctuarán. Los permisos se encarecerán cuando la demanda sea alta en relación con la oferta, por ejemplo, cuando la economía esté en fuerte expansión. En consecuencia, los precios bajarán cuando la demanda sea menor, como cuando la abundancia de electricidad renovable disminuya la necesidad de las empresas de generación térmica.

Mercados obligatorios y voluntarios

 Los mercados obligatorios de carbono son una parte importante de las medidas para cumplir el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 2 oC por encima de los niveles preindustriales (lo ideal sería 1,5 oC), aunque algunos de estos mercados son anteriores a los compromisos de París.

Algunos ejemplos son el Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto, el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (EU-ETS) y el California Carbon Market. Sin embargo, la mayoría de los mercados obligatorios se limitan a sectores industriales y fuentes de emisiones específicos. Pero las empresas que operan en otros sectores, como Abdul Latif Jameel, pueden compensar sus emisiones de GEI participando voluntariamente en los mercados de carbono.

En el marco de la visión de futuro de Saudi Vision 2030, Arabia Saudí está decidida a apoyar esta iniciativa. Para ello, ha creado la Regional Voluntary Carbon Market Company, una agrupación empresarial entre el Fondo de Inversión Pública (FIP) y el Saudi Tadawul Group, la sociedad de cartera que gestiona la bolsa del país. La reciente subasta de créditos de carbono, a la que asistí en nombre de Abdul Latif Jameel, pone de manifiesto su papel en el apoyo a las empresas regionales en su contribución a la transición global hacia el objetivo de cero emisiones netas.

Yazeed Al Humied
Gobernador adjunto y director de Inversiones del FIP en Oriente Medio y Norte de África

El FIP considera su apoyo a los créditos de carbono voluntarios como una parte clave de su propio objetivo de hacer frente a los impactos del cambio climático y lograr un nivel de cero emisiones netas para 2060.

“Nos apasiona el potencial de los mercados voluntarios de carbono para ofrecer beneficios adicionales de reducción del carbono en toda la región, garantizando así que la región MENA esté a la vanguardia de la acción climática y que Arabia Saudí sea una fuerza líder en la resolución del desafío climático”, declaró Yazeed Al Humied, gobernador adjunto y director de Inversiones del FIP en Oriente Medio y el Norte de África[3].

Cómo hacer frente a la controversia

Aunque en el ámbito internacional existe un amplio consenso sobre el hecho de que los créditos de carbono suponen un importante paso adelante, en algunos sectores siguen siendo controvertidos. Los críticos plantean una serie de objeciones: los créditos de carbono no reducen realmente las emisiones de CO2; pueden utilizarse para el “ecoblanqueo”; no todos los proyectos de compensación de carbono llegan a realizarse; y no hay suficientes compensaciones de carbono para todas las emisiones de CO2. Los críticos señalan que la pandemia de la COVID-19 provocó el mayor descenso de las emisiones de carbono relacionadas con la energía desde la Segunda Guerra Mundial, un descenso de 2000 millones de toneladas. Pero las emisiones repuntaron rápidamente a finales de 2020, con unos niveles en diciembre de 2020 superiores en 60 millones de toneladas a los de diciembre de 2019. Esto indica que la Tierra sigue calentándose a un ritmo acelerado y que no se está haciendo lo suficiente para aplicar prácticas energéticas limpias[4].

No cabe duda de que los sistemas de créditos de carbono no son la solución definitiva. Y existen indicios de que algunos programas no son exactamente como deberían ser. Por ejemplo, el Oddar Meanchey Offset Program emitió créditos de carbono para proteger los bosques de Camboya hasta 2017, cuando se descubrió que, en realidad, los bosques en cuestión estaban siendo talados sistemáticamente por el ejército camboyano.

Sin embargo, esto no significa que haya que abandonar el principio de los créditos de carbono. Simplemente significa que deben ser supervisados y gestionados con eficacia y transparencia. Sin ellos, no habría ningún otro medio creíble de dirigir la financiación privada hacia proyectos de acción climática.

La buena gobernanza es esencial

Las compensaciones de carbono voluntarias dependen de que exista un vínculo demostrable entre la actividad realizada y el impacto medioambiental positivo. A veces ese vínculo es obvio: las empresas que utilizan tecnología de captura de carbono para eliminar las emisiones de CO2 y conservarlas bajo llave pueden presentar datos que demuestren la reducción de las emisiones. Pero otros programas, como los planes de compensación que promueven el turismo ecológico o tratan de compensar los daños de los viajes internacionales, pueden ser más difíciles de medir. La reputación de la organización que emite el crédito determina el valor de la compensación.

Las organizaciones de compensación de carbono de renombre eligen los proyectos de carbono con cuidado e informan sobre ellos meticulosamente, y los auditores externos pueden ayudar a garantizar que dichos proyectos cumplen normas estrictas, como las establecidas por el Mecanismo de Desarrollo Limpio de la ONU. Una vez examinados adecuadamente, los programas de compensación de carbono de “alta calidad” representan cantidades tangibles y medibles de reducciones en las emisiones de CO2 que las empresas pueden usar como si ellas mismas hubieran reducido sus propias emisiones de gases de efecto invernadero.

Aunque la empresa no ha reducido realmente sus propias emisiones, lo cierto es que el resultado es materialmente el mismo. Así, la empresa gana más tiempo para hacer que sus operaciones sean más respetuosas con el medio ambiente, al tiempo que, con respecto a la atmósfera, el nivel de CO2 se reduce.

Veamos por ejemplo los créditos de carbono subastados en la conferencia de la IF en octubre de 2022. Estos han sido registrados por Verra y cumplen con CORSIA, las normas de oro para la acreditación y el cumplimiento. Verra es la organización sin ánimo de lucro que supervisa el programa Verified Carbon Standard (VCS), el programa de acreditación de gases de efecto invernadero (GEI) más utilizado del mundo.

Impulsa la financiación hacia actividades que reducen y eliminan las emisiones, mejoran los medios de subsistencia y protegen la naturaleza. Los proyectos VCS han reducido o eliminado de la atmósfera casi mil millones de toneladas de carbono y otras emisiones de GEI. El programa VCS se considera un componente crítico y evolutivo en la labor continua de protección de nuestro entorno compartido[5].

CORSIA[6] de Business Traveller ha sido desarrollado por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y significa “Sistema de Compensación y Reducción de Emisiones de Carbono para la Aviación Internacional”. Es la primera solución global basada en el mercado que las entidades, no solo las empresas del sector privado, pueden utilizar como un paso importante para alcanzar sus objetivos climáticos.

Solo los proyectos que han sido acreditados por un tercero respetado como Verra pueden acogerse al CORSIA, lo que ofrece la seguridad de que estos créditos de carbono son auténticos.

Verra es solo una de varias normas de compensación de carbono, cada una de las cuales tiene un conjunto particular de reglas o “protocolos” que establecen cómo se asignarán los créditos de carbono a los distintos tipos de proyectos en función de varios criterios. Estas normas difieren según se trate de un mercado obligatorio, en el que suelen establecerlas los organismos gubernamentales, o voluntario, en el que recurren a organizaciones sin ánimo de lucro como la Climate Action Reserve, y el American Carbon Registry (gestionado por Winrock).

Las organizaciones responsables de las normas generan comisiones por la gestión de las certificaciones de los proyectos, así como por la gestión de la logística de emisión y retirada de los créditos. Todos los proyectos de alta calidad están sujetos a la revisión de empresas auditoras externas. Estas empresas validan los proyectos por adelantado y luego se aseguran de que funcionan de acuerdo con el protocolo. Esto garantiza que las organizaciones participantes eviten ser víctimas de proyectos no verificados como el de Oddar Meanchey.

Esta supervisión o gobernanza es vital.

El mercado voluntario de créditos de carbono es como cualquier otro: se paga por la calidad. En los mercados de carbono actuales, el precio de un crédito de carbono puede variar desde unos pocos céntimos por tonelada métrica de emisiones de CO2 hasta 15 USD/mtCO2e para proyectos de forestación o reforestación, o incluso hasta 300 USD/mtCO2e para proyectos de eliminación basada en la tecnología[7].

Fijación de precios compleja

Sin embargo, la fijación del precio de los créditos de carbono sigue siendo compleja. Existe una amplia gama de créditos en el mercado y varios factores influyen en el precio. Uno de los más importantes es la naturaleza del proyecto subyacente, que generalmente se encuadra en una de estas dos categorías: prevención y eliminación. Los proyectos de prevención evitan las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), mientras que los proyectos de eliminación recogen y retiran los GEI de la atmósfera.

Metz Solar Farm Aerial view
La granja solar de Metz, Australia, construida por FRV, parte de Abdul Latif Jameel Energy, que empezó a producir energía limpia comercialmente en septiembre de 2022. La planta fotovoltaica tiene una capacidad de 115 MWac, capaz de satisfacer la demanda energética de hasta 40 000 hogares, con una superficie de 248 hectáreas,

Los proyectos de energía renovable, por ejemplo, pertenecen a la categoría de prevención, al igual que los proyectos de prevención de emisiones forestales y agrícolas, también conocidos como REDD+. Estos frenan la deforestación o la destrucción de humedales o promueven prácticas agrícolas y de gestión del suelo que limitan las emisiones de GEI (por ejemplo, proyectos para reducir la cantidad de metano que emite el ganado alimentándolo con dietas diferentes). Otros ejemplos son los proyectos que mejoran la eficiencia del combustible, construyen edificios energéticamente eficientes o que capturan y destruyen contaminantes industriales.

La categoría de eliminación incluye proyectos que capturan y almacenan carbono de la atmósfera. A menudo recurren a la naturaleza, utilizando los árboles o el suelo, por ejemplo, para eliminar y capturar el carbono en proyectos como la reforestación, la forestación y la gestión de los humedales. Otros emplean tecnologías como la captura directa en el aire o la captura y almacenamiento de carbono.

Todo esto se refleja en el precio, ya que los créditos de retirada reciben una prima, en parte porque el proyecto subyacente requiere más dinero, pero también porque hay una mayor demanda: los inversores creen que son una herramienta más eficaz en la lucha contra el cambio climático.

Si el proyecto de carbono subyacente también ayuda a cumplir algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, el valor de un crédito de ese proyecto puede ser mayor. Así, por ejemplo, si el proyecto proporciona agua potable y también lucha contra la pobreza –dos de los ODS–, entonces el crédito de carbono que genere puede cotizar con una prima respecto a otros tipos de proyectos.

Esta es la razón por la que los créditos emitidos por los proyectos comunitarios que cumplen los ODS a menudo cotizan con una prima respecto a proyectos que no lo hacen, como los industriales. Esto ocurre a pesar de que los proyectos industriales suelen ser a mayor escala y a menudo pueden producir grandes volúmenes de créditos con un potencial de compensación de GEI más fácil de verificar que los proyectos comunitarios. Estos, en comparación, tienden a ser muy localizados, diseñados y gestionados por grupos locales u ONG, producen volúmenes más pequeños de créditos de carbono y a menudo son más caros de certificar.

Otros factores que influyen en el precio son los que se encuentran en cualquier mercado: la oferta y la demanda, la ubicación del proyecto, el plazo de entrega y su antigüedad. Cuanto más antiguo es un proyecto, más baratos son sus créditos de carbono.

Un primer paso hacia un futuro sostenible

Este es un mercado que está creciendo rápidamente. El Grupo de Trabajo para la Ampliación de los Mercados Voluntarios de Carbono (Taskforce on Scaling Voluntary Carbon Markets, TSVCM) estima que la demanda de créditos de carbono podría multiplicarse por 15 o más para 2030 y por un factor de hasta 100 para 2050. En conjunto, el mercado de los créditos de carbono podría alcanzar un valor superior a los 50 000 millones de dólares en 2030.[8]

Alcanzar estas previsiones de crecimiento es fundamental. El mercado de créditos de carbono ha creado un canal para que la financiación privada llegue a proyectos positivos para el clima que, de otro modo, fracasarían o ni siquiera se llevarían a cabo. También dispone de una gobernanza que garantiza la integridad y la transparencia de un modo que la ayuda exterior a menudo no puede ofrecer. Puede que los créditos de carbono no sean la solución definitiva a la crisis climática de nuestro planeta, pero por ahora es una de las herramientas más prometedoras de las que disponemos.

 

[1] https://www.lse.ac.uk/granthaminstitute/explainers/how-do-emissions-trading-systems-work/#:~:text=Emissions%20trading%2C%20also%20known%20as,emissions%20allowed%20under%20the%20cap.

[2] https://carboncredits.com/the-ultimate-guide-to-understanding-carbon-credits/#9

[3] https://carboncredits.com/saudi-pif-largest-corsia-compliant-carbon-credits-auction/

[4] https://impactful.ninja/reasons-that-make-carbon-offsetting-a-bad-idea/#:~:text=Carbon%20offsetting%20is%20not%20economically,world’s%20poor%20is%20highly%20disproportionate.

[5] https://verra.org/programs/verified-carbon-standard/#how-it-works

[6] https://www.iata.org/en/iata-repository/pressroom/fact-sheets/fact-sheet—corsia/

[7] https://www.spglobal.com/commodityinsights/en/market-insights/blogs/energy-transition/061021-voluntary-carbon-markets-pricing-participants-trading-corsia-credits

[8] https://www.mckinsey.com/capabilities/sustainability/our-insights/a-blueprint-for-scaling-voluntary-carbon-markets-to-meet-the-climate-challenge