No hay tiempo que perder: por qué es necesaria la ecoeficiencia
¿Reducir nuestro impacto en el planeta significa reducir nuestra producción de materiales esenciales? Ni mucho menos.
La evidencia es clara: utilizar nuestros valiosos recursos de forma más eficiente es lo que nos llevará hacia una mayor prosperidad —una prosperidad sostenible—, no lo contrario. Sin embargo, aún queda un largo camino por delante. Afortunadamente, disponemos de todas las herramientas para hacerlo realidad, y ya estamos avanzando. Y eso supone una victoria, tanto para las personas como para el planeta.
Consumimos recursos más rápido de lo que la Tierra puede reponerlos
El 29 de julio de 2021 fue el “Día de la Sobrecapacidad de la Tierra”. A mitad de año, ya habíamos consumido la misma cantidad de recursos naturales que la Tierra podía generar en todo un año.
Esta es la definición misma de insostenible.
Y lo hemos estado haciendo año tras año. Menos recursos implican un aumento de la demanda. Y una mayor demanda conlleva una presión sobre las cadenas de suministro, una presión sobre los recursos, malas condiciones de trabajo, migraciones, conflictos… y la degradación medioambiental.
Naturalmente, los niveles masivos de producción también han traído consigo beneficios que nos han cambiado la vida. Desde 1990, más de 1200 millones de personas han salido de la pobreza extrema y la mortalidad infantil se ha reducido a más de la mitad.[1] Sin duda, se trata de un logro increíble. ¿Pero qué ocurre cuando el nivel de vida no para de aumentar en todo el mundo? Los habitantes de los países desarrollados ya consumen hasta ocho veces más recursos que las comunidades agrícolas.[2] Es imposible que mantengamos el statu quo actual. ¿Significa eso que debemos interrumpir nuestro desarrollo? En absoluto. Ahora bien, es imperativo que el desarrollo se haga de una forma más inteligente.
¿Cuál es la magnitud del problema?
Si queremos alcanzar el objetivo del Acuerdo de París, que tiene como finalidad que el calentamiento global no supere los 1,5 C, debemos reducir las emisiones. Y debemos hacerlo rápido. La energía renovable es la vía más obvia para lograrlo, pero en esta ocasión voy a centrarme en otro de los desafíos más importantes a los que nos enfrentamos: la producción de materiales y productos en constante crecimiento.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las emisiones procedentes de la producción de materiales se duplicaron con creces entre 1995 y 2015, pasando de 5 gigatoneladas (Gt) de CO2 equivalente a 11,5 Gt, lo que supone un aumento del 15 % al 23 % en el porcentaje de emisiones globales. El hierro y el acero representan el 32 % del total, mientras que el cemento, la cal y el yeso representan el 25 %, y los plásticos y el caucho el 13 %.
La construcción y los productos manufacturados son responsables de aproximadamente el 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.[3]
Menor consumo y mayores beneficios
La buena noticia es que, siempre que trabajemos juntos, podemos revertir esta tendencia. Desde el desarrollo de políticas efectivas hasta el replanteamiento del diseño, la obtención, la fabricación y la comercialización de los productos, pasando por el cambio de la forma en que los consumimos. El objetivo final es lograr una economía cíclica en la que los productos duren más y los residuos se minimicen o se reutilicen.
A este proceso es a lo que denominamos ecoeficiencia.
El objetivo es disociar el consumo de recursos de la prosperidad con el fin de crear más oportunidades para las personas y menos inconvenientes para el planeta. Según el Consejo Empresarial Mundial de Desarrollo Sostenible (WBCSD), los aspectos más importantes de la ecoeficiencia empresarial son[4]:
- Producir bienes y servicios utilizando menos materiales
- Producir bienes y servicios utilizando menos energía
- Dispersar una menor cantidad de materiales tóxicos
- Mejorar la capacidad de reciclaje
- Tratar de utilizar recursos renovables
- Fabricar productos que duren más
- Aumentar la intensidad del servicio de los productos y servicios
Observará que muchas de estas medidas tienen también mucho sentido desde el punto de vista empresarial. Existe una tendencia, en gran parte de los medios de comunicación y también en nuestra percepción colectiva, a centrarse en la idea de sacrificarse por el bien común, pero hay muchos sectores que se han dado cuenta de que reducir su huella medioambiental también puede tener un impacto positivo en sus resultados. Así es como podrían lograrlo:
1. Medir el consumo de recursos
El consumo de recursos es difícil de calcular dada la complejidad de la cadena de suministro global. Sin embargo, conocer la cantidad de recursos que utilizamos es esencial para evaluar las compensaciones, establecer objetivos alcanzables y medir nuestro progreso con respecto a ellos. Tenemos que averiguar cuánta energía y recursos se utilizan, desde el origen hasta los productos terminados, incluido lo que sucede con los materiales cuando hemos acabado de utilizarlos.
2. Cambiar los métodos de producción para utilizar menos recursos y reducir las emisiones
Hay oportunidades para utilizar menos recursos en prácticamente todos los sectores. Desde el punto de vista de la oferta, se trata de hacer más eficientes los procesos de producción, cambiar a combustibles y materias primas con bajas emisiones de carbono y a tecnologías como la captura y el almacenamiento de CO2.
Desde el punto de vista de la demanda, se trata de utilizar los materiales de forma más eficiente, diseñando productos más ligeros y duraderos con la mayor posibilidad de reutilización y reciclaje. La reutilización es lo más preferible, como señala el Centro de Innovación de Procesos (IPC) del Reino Unido:
“El reciclaje consume mucha energía, en algunos casos casi tanta como la generación de materias primas completamente nuevas. Para que los procesos sean más eficientes en cuanto a recursos, un enfoque mejor es diseñar la posibilidad de reutilizar, remanufacturar y reacondicionar los productos finales. El reciclaje solo debe ser una opción cuando la alternativa sea tirar el producto”.[5]
3. Crear los incentivos adecuados
No depende solo de la industria. Los gobiernos tienen un papel que desempeñar a la hora de establecer las mejores prácticas, incentivar a las empresas y educar a los consumidores. Medidas como la contratación pública ecológica (CPE), los impuestos sobre materiales vírgenes, los mandatos de contenido mínimo reciclado y la eliminación de subvenciones a los materiales vírgenes podrían tener un impacto enorme.
Construcciones más ecológicas
Los edificios son responsables de alrededor del 40 % del consumo energético global, lo cual representa aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero globales.[6] Si queremos aumentar nuestra ecoeficiencia, deberíamos empezar por aquí. Afortunadamente, tenemos numerosas opciones a nuestro alcance para hacer que los edificios sean más eficientes, desde medidas prácticas hasta innovadoras soluciones digitales. Las investigaciones del PNUMA destacan los siguientes objetivos alcanzables[7]:
- Hacerlos más ligeros: utilizar menos materiales y reducir los materiales con un alto contenido en carbono, como el acero, el cemento y el vidrio, puede reducir las emisiones asociadas en los países del G7 entre un 8 % y un 10 % de aquí a 2050.
- Usar más madera: utilizar más madera de origen sostenible en lugar de hormigón armado y mampostería podría reducir las emisiones hasta en un 8 % en los países del G7 e incluso en un porcentaje mayor en países como China y la India.
- Reducir la superficie útil: reducir la demanda de superficie útil hasta en un 20 % mediante la incentivación de otros aspectos como la reducción del tamaño y las viviendas compartidas podría reducir las emisiones de los edificios residenciales hasta en un 73 % de aquí a 2050.
- Mejorar el reciclaje: en 2016, el reciclaje de los materiales de construcción contribuyó a que los países del G7 ahorrasen entre un 15 % y un 20 % de emisiones en la producción primaria de materiales para edificios residenciales. Este porcentaje podría aumentar hasta un 18 % en los escenarios más optimistas.
- Hacer que la calefacción sea más eficiente: esta cuestión es primordial. Solo en Europa, el 75 % de los edificios son ineficientes desde el punto de vista energético, por lo que cualquier pequeño cambio en este sentido podría tener un gran impacto. Por ejemplo, el análisis del Foro Económico Mundial (FEM) demuestra que un cambio del 20 % en la calefacción hacia aplicaciones de bomba de calor que funcionen con electricidad limpia reduciría las emisiones de CO2 en un 9 %. Este cambio junto con otras soluciones inteligentes, podría generar un ahorro de 3000 millones de euros en beneficios para la salud humana gracias a la disminución de la contaminación atmosférica de aquí a 2030[8].
Hay dos formas principales de reducir el consumo de energía de la calefacción de un edificio: reducir la pérdida de calor mediante medidas tradicionales como el doble acristalamiento y el aislamiento del techo, y reducir su consumo en primer lugar. Los métodos convencionales funcionan, pero son caros y se tarda mucho tiempo en recuperar la inversión. La forma más innovadora, más eficiente y más barata de reducir el consumo de energía, como afirma el FEM “es equipar los edificios con herramientas digitales que permitan ajustar de forma automática la calefacción, la iluminación y otros sistemas en función de las personas que haya en un momento dado, utilizando el análisis de datos en tiempo real”.
Los llamados “edificios autónomos” son ultraeficientes, totalmente eléctricos (en algunos casos utilizan paneles solares para generar electricidad) y pueden gestionarse de forma remota.[9] En comparación con las soluciones de eficiencia energética “pasivas”, estas amortizan la inversión inicial mucho más rápido, en menos de cinco años. Y son mucho más baratas: con el mismo presupuesto, las tecnologías digitales pueden renovar hasta diez veces más espacio que las tecnologías tradicionales[10].
¿Qué se consigue con edificios más ecológicos?
Combinadas, todas estas estrategias de eficiencia podrían reducir las emisiones del ciclo de materiales de las viviendas residenciales en los países del G7 y China entre un 80 % y un 100 % en 2050, en comparación con un escenario sin eficiencia de materiales.[11] Además, los edificios más ecológicos también crearían empleos más ecológicos, según el FEM, “la UE, por ejemplo, calcula que para 2030 podrían crearse 160 000 puestos de trabajo verdes adicionales en el sector de la construcción de la Unión Europea a través de una Ola de Renovación de 90 000 millones de euros al año”.[12]
Asimismo, son muchas las posibilidades de promover la ecoeficiencia a nivel normativo, desde códigos de construcción hasta el aumento de la vida útil de los edificios, pasando por estrategias más eficientes al final de su vida útil que reduzcan los residuos y permitan su reutilización y reciclaje. En particular, los software de gestión de la información de los edificios (BIM) y la prefabricación son un importante impulsor de la eficiencia en el sector de la construcción. Algunos países, como el Reino Unido y Dinamarca, ya han impuesto este tipo de planteamiento para los edificios de mayor tamaño.
Producción de coches más ecológica
No tenemos tiempo para tratar todos los sectores, pero no podíamos pasar por alto la industria de la automoción, responsable de al menos el 9 % de las emisiones globales.[13] Esta industria está repleta de vías mediante las cuales aplicar los principios de la ecoeficiencia.
Un paso importante sería la transición a los coches con pilas de combustible y los coches impulsados por batería, siempre que tengamos la capacidad de suministrar suficiente electricidad limpia. Por otra parte, el reciclaje de materiales para la producción puede compensar la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas a la producción de los materiales utilizados en los coches, según el PNUMA.[14] Asimismo, el uso de materiales más ligeros, como el uso de aluminio en lugar de acero, podría suponer un ahorro sustancial de combustible. (Esto podría aumentar las emisiones durante la producción, pero el ahorro de emisiones durante su funcionamiento sería mucho mayor, otra razón más por la que es fundamental medir las emisiones en todo el sistema, en lugar de centrarse en una sola área).
La transición a coches más pequeños también sería de gran ayuda, así como cambiar nuestra forma de utilizarlos. Políticas como los carriles para vehículos de alta ocupación, el aparcamiento preferencial, las zonas restringidas y los códigos de construcción fomentarían el uso compartido de vehículos. Como señala el PNUMA, “si el 25 % de los desplazamientos en los países miembros del G7 se realizaran como viajes compartidos, las emisiones se reducirían entre un 13 y un 20 %”.[15]
Si se aplicaran todas las mejoras en la eficiencia de las materias primas, podríamos esperar reducir las emisiones en la fabricación y eliminación de vehículos entre un 57 y un 70 % en el G7, entre un 29 y un 62 % en China y entre un 39 y un 53 % en la India.[16]
Un rayo de esperanza para las empresas ecoeficientes
El sector industrial mundial se encuentra ya en una fase de enorme transformación, impulsada en gran parte por avances tecnológicos sin precedentes. La llamada “Cuarta Revolución Industrial” (4IR) se caracteriza por una fusión de tecnologías que desdibujan las líneas entre las esferas física, digital y biológica. La magnitud de estos cambios y el potencial de los nuevos modelos impulsados por la tecnología podrían suponer un gran paso adelante en el camino hacia la ecoeficiencia.
La Global Lighthouse Network es una iniciativa del Foro Económico Mundial en colaboración con McKinsey & Co que tiene por objetivo aprovechar la transformación impulsada por la Cuarta Revolución Industrial para crear innovaciones en materia de ecoeficiencia que aporten valor añadido al tiempo que reduzcan las emisiones. Según McKinsey, la 4IR impulsa la innovación en materia de ecoeficiencia de tres maneras principales:
- Implica una tecnología digital que permite realizar acciones basadas en datos en toda la producción y en la cadena de valor de principio a fin.
- Demuestra mejoras medibles en los indicadores de rendimiento, como el coste, la agilidad, la comodidad y la calidad.
- Ofrece beneficios de sostenibilidad al reducir el consumo, el desperdicio de recursos y las emisiones.
La Global Lighthouse Network comparte conocimientos entre varios productores de las industrias de procesos y bienes de consumo envasados. Los más de 450 casos de uso hasta la fecha avalan las mejoras significativas que se están observando en la productividad, la sostenibilidad, los costes operativos, la personalización y la velocidad de comercialización, al tiempo que se reducen los residuos, todos ellos pilares esenciales de la ecoeficiencia. Casi dos tercios de los participantes en esta iniciativa han informado de los efectos que su transformación 4IR ha tenido sobre la sostenibilidad. Es el caso de una empresa de petróleo y gas que logró reducir el consumo de energía en más de un 10 % gracias a la implementación de controles de procesos que utilizan la IA.[17]
En palabras de McKinsey: “Desafiamos la idea de que la responsabilidad medioambiental entra inherentemente en conflicto con la productividad y, por extensión, con la rentabilidad. En su lugar, las transformaciones 4IR basadas en herramientas digitales y analíticas pueden hacer aumentar no solo la tecnología ecológica, sino también los métodos de producción actuales, reforzando la eficiencia. Al adoptar la transformación impulsada por la Cuarta Revolución Industrial, es posible un tipo de ecoeficiencia viable, donde la sostenibilidad y la excelencia competitiva no solo son compatibles, sino que también están interrelacionadas”.
La producción responsable es posible y, además, rentable
Ecoeficiencia no es solo una palabra de moda utilizada por personas que no tienen ni idea de cómo funciona la industria. De hecho, los líderes de la industria ya están aprovechando el concepto de ecoeficiencia para poder producir productos mejores de forma más rápida, más barata y con un impacto mucho menor en el planeta. Es reconfortante comprobar que muchos de nuestros problemas medioambientales se pueden resolver con las herramientas que ya tenemos.
La ecoeficiencia no consiste en comprar o consumir menos, sino en ganar más: más tiempo para combatir el cambio climático y asegurar un futuro sostenible para todos.
[1] https://www.worldvision.org/sponsorship-news-stories/global-poverty-facts
[2] https://friendsoftheearth.uk/sites/default/files/downloads/overconsumption.pdf
[3] Resource Efficiency and Climate Change: Material Efficiency Strategies for a Low-Carbon Future, PNUMA
[4] https://marketbusinessnews.com/financial-glossary/eco-efficiency/
[5] https://www.uk-cpi.com/blog/the-answer-to-climate-change-resource-effiency
[6] https://www.weforum.org/agenda/2021/02/why-the-buildings-of-the-future-are-key-to-an-efficient-energy-ecosystem
[7] Resource Efficiency and Climate Change: Material Efficiency Strategies for a Low-Carbon Future, PNUMA
[8] https://www.weforum.org/agenda/2021/02/why-the-buildings-of-the-future-are-key-to-an-efficient-energy-ecosystem
[9] https://www.weforum.org/agenda/2021/02/why-the-buildings-of-the-future-are-key-to-an-efficient-energy-ecosystem
[10] https://www.se.com/ww/en/work/campaign/roi-report/
[11] Resource efficiency and climate change: Material efficiency strategies for a low-carbon future, PNUMA
[12] https://www.weforum.org/agenda/2021/02/why-the-buildings-of-the-future-are-key-to-an-efficient-energy-ecosystem
[13] https://www.greenpeace.org/international/press-release/24131/car-industrys-2018-carbon-footprint-exceeds-eu-greenhouse-gas-emissions-greenpeace
[14] Resource Efficiency and Climate Change: Material Efficiency Strategies for a Low-Carbon Future, PNUMA
[15] Resource Efficiency and Climate Change: Material Efficiency Strategies for a Low-Carbon Future, PNUMA
[16] Resource Efficiency and Climate Change: Material Efficiency Strategies for a Low-Carbon Future, PNUMA
[17] https://www.mckinsey.com/business-functions/operations/our-insights/lighthouses-unlock-sustainability-through-4ir-technologies