En las economías maduras es fácil convencerse de que al separar nuestra basura doméstica, reutilizar las bolsas de la compra y optar por productos “más ecológicos” en el supermercado ya estamos marcando una diferencia significativa para que nuestra sociedad y nuestro planeta avancen hacia un futuro sostenible.

Sin embargo, la cruda realidad sienta como un jarro de agua fría. Incluso ahora, cuando la gente está más concienciada que nunca sobre los riesgos del calentamiento global y la idea de “reducir, reutilizar y reciclar” está en auge, seguimos desechando colectivamente alrededor del 80 % de los materiales de todos nuestros bienes de consumo de rápido movimiento (FMCG, por sus siglas en inglés).[1] Esto se traduce en montañas de recursos valiosos que se desperdician de manera imprudente: incinerados en la atmósfera, abandonados en vertederos o enterrados como herencia envenenada para las generaciones futuras.

No es que los materiales en cuestión no tengan valor. Sin exagerar, cada año se desechan bienes por valor de unos 2,6 billones de USD que nunca se recuperan. Incluso aquellos que rechazan la agenda ecológica estarán de acuerdo en que esos 2,6 billones de USD son razón suficiente para modificar nuestro comportamiento.

Existe una forma mucho más sostenible de gestionar nuestra economía. Se trata del principio conocido como “circularidad”, un conceptode fabricación y consumo que implica compartir, reparar, reacondicionar, reciclar y reutilizar productos mediante el suprarreciclaje para garantizar su máximo valor medioambiental siempre que sea posible.

¿Qué desperdiciamos y en qué medida?

En una economía circular los productos no se usan una vez y luego se descartan, sino que se utilizan una y otra vez (y otra…) o se convierten en algo igual de valioso para la sociedad. En otras palabras, la vida útil de los materiales del producto se prolonga siempre que sea técnicamente viable.

Esta estrategia no solo ayuda a reducir la contaminación del suelo, el aire y el agua vinculada al consumismo masivo, sino que también disminuye la demanda y permite que la Tierra se recupere de nuestros abusos.

Las cantidades de las que hablamos son realmente inquietantes. Los residuos electrónicos (como televisores, ordenadores portátiles, smartphones y electrodomésticos) son la categoría de residuos que más rápido crece del mundo. En 2022 alcanzaron los 62 000 millones de kg, suficiente para llenar alrededor de 1,55 millones de camiones de basura. La demanda de productos electrónicos de consumo crece año tras año, así que se prevé que los residuos electrónicos alcancen los 82 000 millones de kg al año para 2030.[2] Además, los residuos electrónicos son especialmente tóxicos, ya que contienen metales pesados y compuestos como arsénico, plomo, cadmio, cloruro de vinilo y retardantes de llama, elementos conocidos por afectar negativamente a nuestros sistemas respiratorios, reproductivos e inmunitarios.

Pero nuestros problemas no terminan ahí. También debemos tener en cuenta el coste de los residuos químicos industriales. Como sociedad, producimos alrededor de 400 millones de toneladas de residuos químicos peligrosos cada año, procedentes, por ejemplo, de combustibles, baterías tradicionales, residuos médicos, disolventes, pinturas, productos de limpieza, tintas y pesticidas.[3] En el lapso de una generación, la cantidad de productos químicos que creamos ha aumentado en un 40 000 %. Ahora, una persona media tiene más de 700 sustancias químicas artificiales en su cuerpo, muchas de ellas con impactos fisiológicos desconocidos.

Los residuos químicos, tóxicos y caros de procesar, a menudo se exportan para su eliminación a países en desarrollo con menos medidas de protección medioambiental, donde a menudo pueden entrar en contacto con el agua o contaminar valiosas tierras agrícolas.

La industria de la construcción también genera una enorme cantidad de residuos. Los miles de millones de toneladas de residuos que se generan anualmente mediante la construcción, renovación o demolición de infraestructuras suponen a alrededor del 40 % de todos los vertederos.[4] En lugar de recuperar estos residuos para nuevas construcciones, optamos por extraer alrededor de 100 000 millones de toneladas de materias primas “frescas” de la superficie de la Tierra cada año, un enfoque claramente insostenible.[5]

Nuestros hogares, oficinas, tiendas y fábricas también contribuyen con una avalancha de residuos comerciales. Los excedentes de embalajes, alimentos, cartón, papel y textiles se traducen en más de 2000 millones de toneladas de residuos comerciales al año.[6] También deberíamos avergonzarnos del destino de los barcos: alrededor del 70 % simplemente son trasladados a tierra para su destrucción al final de sus vidas útiles. Los armazones oxidados de los barcos abandonados a menudo filtran elementos dañinos, como zinc y mercurio. Algunas playas de Bangladés ahora son cementerios que albergan aproximadamente 79 000 toneladas de amianto, 240 000 toneladas de bifenilos policlorados o BPC (productos químicos orgánicos peligrosos) y 210 000 toneladas de otras sustancias que agotan el ozono, y apenas hay esperanzas de hallar una solución permanente.

Peor aún, debido al aumento de la industrialización y la aceleración del consumo, se espera que la generación de residuos del planeta aumente un 70 % más hasta mediados de siglo: una perspectiva desoladora.[7]

¿Cómo podríamos mitigar este desafío colosal?

Lógica circular: imperativos financieros y medioambientales

Hay un rayo de esperanza para nuestro mundo cada vez más devastado: el atractivo de un incentivo financiero. La prudencia comercial puede convertirse en el motor de la próxima economía circular.

Alrededor del 80 % de los materiales presentes en los 2,6 billones de USD de residuos que desechamos cada año conservan su valor original.[8] ¿Y si esos “desechos” se reinventaran de un modo que el fin de la vida útil pasase a ser una mera transición?

En 2022 la economía circular mundial tenía un valor aproximado de 339 000 millones de USD al año,[9] más del doble que los 150 000 millones de USD de 2020, tan solo dos años antes.[10] Dado el creciente interés en este segmento, se espera que vuelva a duplicar su valor para 2026.[11] Si miramos hacia el futuro, la economía circular podría generar 4,5 billones de USD adicionales a escala global para finales de la década, y hasta 25 billones de USD para 2050.

Según los expertos de McKinsey, solo en Europa, las empresas de bienes de consumo que reorienten sus carteras en torno a los principios de la economía circular podrían desbloquear una cadena de valor de más de 500 000 millones de USD para 2030 y una oportunidad de ingresos generales de 1 billón de USD para mediados de siglo.[12]

¿Qué impulsa estas extraordinarias predicciones? No se trata solo del valor en efectivo de los materiales recuperados. Las empresas que adoptan una mentalidad circular ahorran dinero al reducir su consumo de energía, obtienen una ventaja competitiva sobre sus rivales, logran credibilidad ESG (medioambiental, social y de gobernanza corporativo) y se benefician de exenciones fiscales de los gobiernos progresistas para que cumplan con sus balances.

Dejando de lado las preocupaciones financieras, hay otra razón de peso por la que deberíamos estar entusiasmados ante el auge de la economía circular: nuestra batalla continua y existencial contra el cambio climático.

Las cifras sugieren que acumulamos una media de 11 200 millones de toneladas de nuevos residuos al año, cuya lenta descomposición contribuye a un 5 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.[13] Los residuos también son responsables de una quinta parte de las emisiones de metano del planeta, un gas de efecto invernadero 80 veces más potente que el dióxido de carbono.[14]

En todo el mundo, la transición hacia una economía circular podría proporcionar alrededor del 45 % (aprox. 22 100 millones de toneladas de CO2/año) de las reducciones de gases de efecto invernadero necesarias para mediados de siglo para cumplir el objetivo del Acuerdo de París de 2016: que la temperatura no supere en más de 1,5 ºC los niveles preindustriales.[15] En otras palabras, la eliminación gradual de materiales extraños en la fase de diseño y fabricación, mantener los productos en uso durante más tiempo y regenerar la tierra para el bien común podrían ayudarnos a evitar la devastación que supondría un sobrecalentamiento del planeta.

Aparte del impacto cuantificable de una economía circular en las emisiones de GEI, hay otras motivaciones ambientales igualmente prometedoras. Redefinir los residuos como una materia prima potencialmente valiosa también reducirá el consumo de valiosos recursos naturales. Minimizará las alternaciones de los paisajes y los hábitats naturales y ayudará a poner freno a la pérdida de biodiversidad.

Con todos estos incentivos en ciernes, es hora de considerar cómo se manifestará la economía circular en nuestras industrias y sistemas financieros según vaya madurando.

Aplicaciones clave de la economía circular

Los bienes de consumo, las cosas que codiciamos, poseemos y, lamentablemente, a menudo desechamos, están preparados para dar pasos de gigante hacia la circularidad y ampliar su longevidad y reciclabilidad.

Actualmente, la industria de la moda es un cáncer para el medioambiente, ya que genera alrededor de 92 millones de toneladas de residuos textiles cada año.[16] Sin embargo, para 2030 la cantidad de ropa reciclada podría multiplicarse por diez y el mercado de segunda mano superar al de prendas nuevas.[17] Menos ropa nueva también significa menos agua para la producción y menos contaminación en nuestros ríos y arroyos por culpa de los tintes.

La industria de la electrónica también está preparada para una revolución. Para el año 2030 habrá un mercado multimillonario de pequeños dispositivos electrónicos reacondicionados, como portátiles y smartphones, y un mayor énfasis en las reparaciones de electrodomésticos de gran tamaño.[18] En junio de 2024, la UE adoptó una nueva Directiva sobre reparación de bienes, que obliga a que los fabricantes se responsabilicen de las reparaciones rápidas y económicas. Las nuevas normas tienen como objetivo erradicar la “obsolescencia programada” y garantizar un suministro constante de piezas de repuesto para que los consumidores puedan optar por reparar sus dispositivos defectuosos en lugar de deshacerse de ellos.

Para la misma fecha, los fabricantes de otros productos no alimentarios también estarán obligados a embalar sus productos con materiales reciclados en gran medida o biodegradables. Sin embargo, hará falta una inversión ambiciosa para ayudar a las industrias a cumplir con estos estrictos requisitos, hasta 100 millones de USD según algunas estimaciones.[19]

Para darse cuenta de los impactos del sector de los plásticos basta con darse un paseo por la playa y ver la alarmante cantidad de desechos que arrastran a diario las mareas. En 2022, más de 240 gobiernos y empresas se inscribieron en la Coalición Empresarial por un Tratado Mundial sobre los Plásticos, cuyo objetivo es ayudar a agilizar la gestión de residuos y reducir el exceso de plásticos en el medioambiente. El tratado establece una estrategia de tres vías: eliminar todo el plástico innecesario de los productos, garantizar que los plásticos creados sean reutilizables o compostables y asegurarse de que los materiales plásticos permanezcan en circulación en lugar de acabar en vertederos. De cara al futuro, la industria espera lograr algunos éxitos rápidos para 2040: reducirel volumen de plásticos que entran en nuestros océanos en un 80 %, disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25 % y crear 700 000 nuevos puestos de trabajo.[20]

La industria agrícola podría ser de las más rápidas a la hora de responder al atractivo de la economía circular, dado que sus beneficios financieros son evidentes. Un estudio reveló que los campos de cultivo gestionados con énfasis en la “regeneración” (utilizando rotación de cultivos, polinizadores naturales y productos reciclables, como estiércol y heno) lograban unos rendimientos un 78 % mayores que los campos gestionados de manera convencional.[21] Los grandes monocultivos, que dependen de una costosa labranza, fertilizantes y pesticidas, requieren más intervenciones que los campos diseñados en torno a la salud y la biodiversidad del suelo. Y estas intervenciones, ya sea en términos de mano de obra, maquinaria o productos químicos, siempre cuestan dinero.

Los productores de baterías son fundamentales para alejarse de los combustibles fósiles ahora que el mundo busca cómo almacenar suministros de energía variable de fuentes renovables. La industria de las baterías, responsable de 180 000 toneladas de residuos peligrosos al año solo en América[22], puede abordar la circularidad desde dos ángulos. En primer lugar, pueden recoger las baterías sobrantes de los consumidores y recuperar sus componentes (incluidos los elementos de tierras raras, como el litio) para reutilizarlos en otras baterías. En segundo lugar, podría reconsiderarse el concepto de “propiedad” con modelos de negocio circulares, tales comolas baterías como servicio (los clientes compran un vehículo eléctrico, pero solo alquilan su batería) o la movilidad como servicio (transporte masivo, uso temporal de coches y transporte compartido).

La industria de la construcción también debe revisar su balance medioambiental. Se espera que para 2050 puedan descarbonizarse hasta el 80 % de los procesos de construcción adoptando tres estrategias circulares:

  • Combustibles alternativos: sustitución de combustibles fósiles por una combinación de biogás, biomasa, gas natural licuado, hidrógeno o amoniaco
  • Curado con carbono: usar dióxido de carbono para fortalecer el hormigón, lo que hace que el material sea más duradero y, al mismo tiempo, reduce las emisiones
  • Recarbonatación/captura y almacenamiento de carbono: permitir que el hormigón hidratado reabsorba el carbono generado durante su propia producción, bloqueando permanentemente los contaminantes.

Para defender plenamente la causa circular, también debemos centrarnos en ampliar los ciclos de vida de los distintos productos a los que, como sociedad, nos hemos vuelto adictos.

Los fabricantes podrían empezar por diseñar productos modulares que el consumidor medio pueda desmontar o sustituir parcialmente, componente por componente, sin sacrificar la unidad entera. Se debería suministrar un embalaje, idealmente con etiquetas de prepago, para fomentar la devolución de los materiales a las fábricas. Una vez que el fabricante haya recibido el artículo defectuoso u obsoleto, puede elegir entre repararlo, reacondicionarlo o remanufacturarlo (todo ello para una posterior reventa) o reciclarlo al final de su vida útil. Se espera que los elementos de esta cadena de valor prosperen en el futuro cercano, con un crecimiento anual promedio del 15 % solo en las renovaciones de productos electrónicos.[23]

Los beneficios de la economía circular están ahí para aprovecharlos y pueden llegar a ser enormes. Por ejemplo, si se aprovechan las oportunidades que ofrece la economía circular en toda Europa, se podrían reducir en un 56 % las emisiones de los sectores del acero, los plásticos, el aluminio y el cemento para 2050.[24]

Pero ¿cómo será el camino hacia esa tierra prometida y qué medidas deberíamos empezar a adoptar para prepararnos para una economía circular?

Desafíos en el camino hacia un futuro circular

Pocos dudan de la sabiduría y los beneficios potenciales de la economía circular, pero eso no significa que su evolución continua esté garantizada.

A diferencia, por ejemplo, de la transición de los automóviles con motor de combustión interna (MCI) a los vehículos eléctricos (VE), la noción de economía circular abarca múltiples sectores. Sus impactos y presiones serán diferentes en cada caso, lo que hace que la planificación para su adopción generalizada (en otras palabras, cuantificar la cadena de valor y coordinar estrategias) sea particularmente difícil.

Tal vez la naturaleza difusa de la economía circular sea la razón por la que carece de defensores sectoriales y corre el riesgo de quedar marginada en los planes nacionales de política climática. También surge la pregunta de quién paga los gastos que implica retirar, reacondicionar y redistribuir artículos: ¿el cliente o el fabricante? Si es este último, es probable que los gastos se reflejen en las etiquetas de precios de todos modos.

Las buenas intenciones son una cosa, pero los esfuerzos pueden verse socavados por la falta de preparación de las infraestructuras. A pesar de las advertencias sobre los peligros de los plásticos, casi un tercio de ellos todavía termina en vertederos. En particular, los países en desarrollo deben mejorar rápidamente sus sistemas de gestión de residuos, aunque otras prioridades compiten por la misma cantidad de dinero. Un informe alarmante, destacado por The Washington Post, predice que para 2050 habrá más plástico en nuestros mares y océanos (en masa) que peces.[25]

Si deseamos mantener los materiales en circulación durante más tiempo, necesitamos desarrollar más nuestra tecnología de reciclaje. En la actualidad, debido a las complicaciones en la forma en que se esterilizan y clasifican los plásticos usados, la pureza se sacrifica con cada reprocesamiento. Como tal, solo el 2 % de los plásticos usados se transforman en artículos de una calidad similar.[26] La mayor parte se convierte en productos de menor calidad, como fibras de alfombras. Una mejor tecnología de reciclaje ayudará a mantener la pureza, pero tendrá un coste mayor.

Si esperamos que los consumidores paguen más, es necesario educarlos sobre los beneficios de la economía circular. A veces, las sanciones por incumplimiento resultan necesarias. A partir de 2014, en Reino Unido las tiendas se vieron obligadas a cobrar por las bolsas nuevas, una medida que redujo la demanda en un 98 % en los años posteriores.[27]

Algunos sectores encontrarán que el camino hacia la circularidad es una progresión natural, pero otros necesitarán reformas más fundamentales. Por ejemplo, la industria de la moda se ha adaptado desde sus inicios a un modelo de rotación rápida. Como la ropa es frágil, personal y a menudo de bajo precio, harán falta innovaciones audaces para que otros modelos comerciales (como el alquiler o la reventa) sean económicamente viables. Por ahora, estamos sumidos en un sistema en el que colectivamente compramos unos 80 mil millones de prendas nuevas al año, un enorme aumento del 400 % en dos décadas.[28]

El tiempo apremia y debemos ponernos manos a la obra para hacer un esfuerzo global, afrontar estos desafíos y acelerar la transición hacia una economía circular.

Estrategias infalibles para ayudar a cerrar la “brecha de la circularidad”

Nadie quiere habitar un mundo con vías fluviales contaminadas y aire envenenado, asolado por montañas de desechos purulentos e “islas de basura” flotantes. Ya hay varias estrategias que podemos emprender a fin de promover la economía circular y fomentar un mundo más sostenible.

En primer lugar, necesitamos datos. Muchos datos. Las partes interesadas, tanto del sector privado como del público, deben comprender las grietas de la cadena de valor por las que se escapan sistemáticamente los materiales. ¿Por qué un producto valioso se convierte de repente en un pasivo? Para diseñar medidas de mitigación y evaluar los avances es imprescindible comprender el problema de manera holística.

Con los datos disponibles, podemos empezar a ampliar la economía circular y a compartir las mejores prácticas entre países, ciudades y empresas privadas. Iniciativas como Circular Economy Indicators Coalition y el Stakeholder Capitalism Framework del FEM están trabajando para mejorar las métricas y estandarizar los indicadores clave de transición.

A continuación, tenemos que convertir la intención en acción, lo que implica realizar cambios significativos en cada sector.

La industria alimentaria, por ejemplo, debe fomentar la transición hacia dietas que sean saludables para el planeta y para las personas. También debe invertir en agricultura regenerativa, comprender mejor las razones de la pérdida y el desperdicio de alimentos y hacer que los excedentes de alimentos y subproductos sean fácilmente accesibles a los mercados secundarios.

Los fabricantes de bienes de equipo (maquinaria pesada, muebles, vehículos, etc.) pueden tener un impacto inmediato adoptando ofertas “como servicio” en lugar de fomentar compras directas. También pueden trabajar para establecer cadenas de suministro inversas eficientes y rentables, invertir estratégicamente en instalaciones de reacondicionamiento y explotar nuevas tecnologías digitales para permitir la supervisión y la optimización a lo largo de la vida útil de un activo.

Por su parte, la industria del plástico debe identificar qué formulaciones son más dañinas para el medioambiente y reemplazarlas urgentemente por sustitutos menos nocivos. También puede diseñar productos teniendo en cuenta la reutilización y el reciclaje, abordar cuestiones de higiene relacionadas con los plásticos de segunda generación para el almacenamiento de alimentos, establecer sistemas de recolección de plástico amigables para el cliente y ayudar a las economías emergentes a desarrollar sus propias instalaciones de reciclaje.

El sector de la electrónica debe tener un conjunto diferente de prioridades: brindar un soporte técnico más sólido para aumentar la longevidad del producto; garantizar que más productos sean actualizables, en lugar de simplemente reemplazables; mejorar el acceso a componentes reciclados para reducir la demanda de materias primas; introducir nuevos modelos comerciales, como el arrendamiento, el uso compartido y las suscripciones; y aumentar los incentivos para la inversión en tecnologías de reciclaje.

En cuanto a la industria textil, debe empezar a producir prendas diseñadas para durar, optando por tejidos de mayor calidad y diseños atemporales que difícilmente pasen de moda. También debe fomentar principios agrícolas sostenibles en el cultivo del algodón, explorar las ramificaciones comerciales de un modelo de alquiler de ropa centrado en la reparación, establecer un comercio dinámico de textiles usados y mejorar las instalaciones de recogida y clasificación.

Todas estas tácticas tienen sentido financiero a largo plazo. Juntas, pueden ayudarnos a cerrar la vergonzosa “brecha de la circularidad”: la estadística incriminatoria que indica que, de los 100 000 millones de toneladas de materiales nuevos que entran en circulación cada año, más del 91 % desaparece rápidamente de la economía para siempre.[29]

La economía circular conlleva la promesa de un mundo más eficiente, más limpio y más verde, siempre y cuando empecemos a tratar al planeta Tierra como una biosfera preciosa y delicada, en lugar de como un recurso infinito apto solo para nuestra propia explotación

 

[1] https://www.mckinsey.com/featured-insights/mckinsey-explainers/what-is-circularity

[2] https://www.genevaenvironmentnetwork.org/events/international-e-waste-day-2024/

[3] https://www.theworldcounts.com/challenges/planet-earth/waste/hazardous-waste-statistics

[4] https://constructiondigital.com/construction-projects/the-state-of-waste-management-in-the-construction-industry

[5] https://www.bbc.com/future/article/20211215-the-buildings-made-from-rubbish

[6] https://www.theworldcounts.com/challenges/planet-earth/state-of-the-planet/world-waste-facts

[7] https://www.ifc.org/en/blogs/2024/the-world-has-a-waste-problem

[8] https://www.mckinsey.com/featured-insights/mckinsey-explainers/what-is-circularity

[9] https://resortecs.com/circular-economy-forecast-a-billion-dollar-market-opportunity/

[10] https://www.db.com/what-next/responsible-growth/Circular-Economy–Kreislaufwirtschaft/Facts-Fakten/index

[11] https://resortecs.com/circular-economy-forecast-a-billion-dollar-market-opportunity/

[12] https://www.mckinsey.com/featured-insights/mckinsey-explainers/what-is-circularity

[13] https://www.unep.org/explore-topics/resource-efficiency/what-we-do/cities/solid-waste-management

[14] https://www.catf.us/2022/09/how-our-trash-contributes-to-climate-change/

[15] https://www.ellenmacarthurfoundation.org/articles/unlocking-the-value-of-the-circular-economy

[16] https://earth.org/statistics-about-fast-fashion-waste

[17] https://www.mckinsey.com/featured-insights/mckinsey-explainers/what-is-circularity

[18] https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/electronic-waste-(e-waste) https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/electronic-waste-(e-waste)

[19] https://www.mckinsey.com/featured-insights/mckinsey-explainers/what-is-circularity https://www.mckinsey.com/featured-insights/mckinsey-explainers/what-is-circularity

[20] https://www.ellenmacarthurfoundation.org/articles/unlocking-the-value-of-the-circular-economy https://www.ellenmacarthurfoundation.org/articles/unlocking-the-value-of-the-circular-economy

[21] https://peerj.com/articles/4428/ https://peerj.com/articles/4428/

[22] https://healtheplanet.com/100-ways-to-heal-the-planet/batteries

[23] https://www.mckinsey.com/featured-insights/mckinsey-explainers/what-is-circularity

[24] https://www.mckinsey.com/capabilities/sustainability/our-insights/how-a-materials-transition-can-support-the-net-zero-agenda

[25] https://www.washingtonpost.com/news/morning-mix/wp/2016/01/20/by-2050-there-will-be-more-plastic-than-fish-in-the-worlds-oceans-study-says/

[26] https://www.wri.org/insights/barriers-circular-economy-5-reasons-world-wastes-so-much-stuff-and-why-its-not-just

[27] https://www.gov.uk/government/news/plastic-bag-use-falls-by-more-than-98-after-charge-introduction

[28] https://earth.org/fast-fashions-detrimental-effect-on-the-environment/

[29] https://www.circularity-gap.world/2022