“¿Es posible que los coches –en sentido figurado– nos estén llevando por mal camino?” preguntó JG Ballard, uno de los principales escritores de ciencia ficción del siglo XX[1]. Ya en 1971, cuando Ballard expresó esta idea, era evidente que los paisajes urbanos se estaban diseñando en torno a las necesidades del automóvil, un fenómeno cuyo epítome era la ciudad estadounidense de Los Ángeles, con sus “nubes de humo de los tubos de escape y sus horizontes artificiales formados por las plataformas elevadas de gigantescos sistemas de autopistas”.[2]

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Los coches y camiones saturan la autopista de San Diego en ambas direcciones durante la hora punta de la tarde en Los Ángeles, cerca de una intersección.

En aquella época, en la que los automóviles se consideraban catalizadores de una sociedad más justa y próspera, tales opiniones eran controvertidas. Ahora, más de medio siglo después, resulta alentador ver que estas mismas inquietudes se han convertido en la corriente dominante y que tanto las ciudades antiguas como las nuevas se están alejando del automóvil privado y de los medios de transporte individuales. En este nuevo mundo, la atención se centra no solo en las nuevas soluciones de movilidad, como los vehículos eléctricos, los patinetes eléctricos y los taxis voladores, sino también en los nuevos comportamientos de movilidad, entre los que destaca la movilidad compartida, un sector que se prevé que genere hasta 1 billón de dólares en gasto de consumo de aquí a 2030[3].

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¿Qué es la movilidad compartida?

La movilidad compartida se define como el uso compartido de un vehículo, motocicleta, patinete, bicicleta u otro modo de desplazamiento, que proporciona a los usuarios acceso a corto plazo a uno de estos modos de desplazamiento según sea necesario, a demanda. El concepto de “a demanda” es relevante, ya que, de lo contrario, podría ser simplemente otra forma de referirse a un autobús u otra forma de transporte público. De la misma manera que pocas personas poseen actualmente discos DVD o CD y en su lugar pagan una suscripción mensual de streaming, los consumidores están dejando cada vez más de lado los coches particulares en favor de alternativas más sostenibles. Según un estudio de McKinsey[4], existen tres tendencias principales que impulsan el crecimiento de la movilidad compartida:

  • el paso del uso individual de vehículos al uso compartido de un grupo de vehículos
  • el cambio de llevar el coche tú mismo a que te lleven
  • y la evolución hacia vehículos más pequeños: la micromovilidad.

Lo mío es tuyo

Tener un vehículo en una ciudad es cada vez menos atractivo. El crecimiento urbano se está acelerando rápidamente, generando problemas de atascos cada vez peores y ralentizando el tráfico en las ciudades. Pero, a medida que se ralentiza el tráfico, los costes de poseer y utilizar un vehículo suben, sobre todo debido al aumento del coste del petróleo y de los impuestos del gobierno sobre el combustible. Un estudio publicado en el TomTom Traffic Index de 2022[5] reveló que los conductores de todo el mundo gastaron de media un 27 % más en llenar sus depósitos que en 2021, mientras que los que conducían coches diésel desembolsaron un 48 % más en 2022 que el año anterior.

Razón de más, pues, para compartir coche. Resulta atractivo para los pasajeros porque es más barato, ya que los costes se comparten, y cómodo, pues ofrece un servicio de puerta a puerta sin necesidad de conducir. Entretanto, las ciudades se están esforzando mucho por desincentivar el uso del vehículo privado endureciendo las normativas con medidas como zonas libres de coches, tasas para los coches que entran en la ciudad, una menor disponibilidad de aparcamientos y un aumento de las tarifas de aparcamiento. Todas estas medidas fomentan la movilidad compartida.

Una de las respuestas a esta situación es el uso compartido de vehículos entre particulares, en el que los propietarios de automóviles permiten a otros conductores utilizar sus vehículos a cambio de una cuota. Antes, esta actividad era comunitaria, pero ahora, debido en gran parte al auge de las redes sociales y de los teléfonos inteligentes, está destinada a experimentar un crecimiento explosivo[6]. El número de vehículos de uso compartido entre particulares en todo el mundo pasó de unos 200 000 en 2015 a más de 440 000 en 2020, y se espera que esa cifra se duplique con creces en 2025, hasta alcanzar unos 990 000 vehículos. Según un estudio de Accenture,[7] se espera que el valor del mercado del uso compartido de vehículos entre particulares crezca hasta los 21 000 millones de dólares en 2030 solamente en China, EE. UU. y Alemania.

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Los fabricantes ven las oportunidades

Los fabricantes de automóviles no han tardado en reconocer las oportunidades potenciales de la movilidad compartida. Varios han intentado entrar en el mercado de diversas formas, invirtiendo en empresas recién llegadas o creando sus propias empresas de movilidad compartida. ShareNow, una agrupación empresarial formada a partir de la fusión de car2go de Daimler y DriveNow de BMW, es una de las mayores empresas de movilidad compartida del mundo, con más de 4 millones de miembros registrados y una flota de más de 14 000 vehículos en 18 ciudades de toda Europa.[8]

En 2016, GM lanzó Maven, una marca que ofrece el uso compartido de automóviles y el alquiler entre particulares. Ese mismo año, Ford adquirió Chariot, un servicio de minibuses compartidos, y Volkswagen lanzó MOIA, que emplea a 1300 personas en el desarrollo del transporte a la demanda. En 2019, BMW y Daimler unieron sus actividades de movilidad en una agrupación empresarial llamada Free Now, y Toyota lanzó Kinto, una plataforma de coche compartido y planificación de viajes, que desde entonces se ha extendido a 14 países europeos.

Kinto app - shared mobility

Algunos de estos proyectos de movilidad compartida ya se han ido quedando por el camino. Pero MOIA, entre otros, está floreciendo, con sistemas de viajes compartidos en Hamburgo y Hannover, y Kinto tiene planes para añadir más de 30 países a su red[9].

La comodidad de que conduzcan por ti

La segunda tendencia observable es el auge de los taxis en su versión del siglo XXI, que ofrecen a los consumidores la alternativa de que otra persona conduzca por ellos y, así, evitarse la molestia de tener un vehículo.

El ejemplo más claro de este sistema es el servicio de transporte con conductor, en el que solicitas un vehículo para que te lleve a tu destino pero, en lugar de hacerle señas para que se detenga, como harías con un taxi, utilizas una aplicación en tu móvil, como Careem, por ejemplo, con la que Abdul Latif Jameel Finance Arabia Saudí firmó un acuerdo de colaboración en marzo de 2023. Otro ejemplo es el servicio de transporte compartido, en el que pides el vehículo pero lo compartes con otros pasajeros que van en una dirección similar para reducir el coste del trayecto, recogiéndoles y dejándoles por el camino.

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Ahmad Arrabi (izq.), director general de Careem Saudi Arabia y el Dr. Khalid Al Karimy (dcha.), CEO de Abdul Latif Jameel Finance, en la firma del nuevo programa de financiación para capitanes de Careem en marzo de 2023

Una vez más, los fabricantes de motores también se han apresurado en detectar un posible cambio en su mercado y han invertido. En 2016, por ejemplo, GM invirtió 500 millones de dólares en Lyft, una plataforma estadounidense de viajes compartidos, y Volkswagen invirtió 300 millones de dólares en Gett, una aplicación europea de taxis compartidos[10]. Por su parte, Toyota, socio de Abdul Latif Jameel desde hace tiempo, ha invertido en Uber, Didi y Grab, una empresa singapurense de servicios de transporte que también contaba con el respaldo de la japonesa Honda y la surcoreana Hyundai[11].

Según los expertos de McKinsey[12], los consumidores acumularon más de 15 000 millones de viajes con servicios de transporte en 2022, con unos ingresos que alcanzaron los 165 000 millones de dólares. En 2028, los ingresos totales de la movilidad mediante servicios de transporte podrían aumentar hasta los 273 000 millones de dólares.[13]

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Joby Aviation

Otra modalidad de servicio de transporte electrónico que se perfila en el horizonte es la introducción de taxis voladores, ya sean pilotados o semiautónomos y alimentados por electricidad o nuevas energías, que trasladen a personas por el aire entre estaciones específicas. Abdul Lateef Jameel ya está presente en este mercado, tras haber invertido en los revolucionarios taxis aéreos eléctricos de Joby Aviation, con sede en California, capaces de volar a 320 km/h y recorrer 240 km con una sola carga, por medio de la Jameel Investment Management Company (JIMCO)[14]. JIMCO invirtió junto a Toyota, de acuerdo con la estrategia de Abdul Latif Jameel de invertir en un futuro de movilidad más sostenible.

Bonny Simi, responsable de operaciones aéreas y de personal en Joby Aviation, predice que la empresa será la mayor aerolínea del mundo en vuelos de salida de aquí a 2030[15]. Su visión es la de un futuro en el que los viajes aéreos compartidos sustituirán a los largos trayectos al trabajo y permitirán desplazamientos rápidos y sencillos, tanto por motivos personales como urgentes. En un principio, opina que la adopción de la movilidad aérea avanzada (AAM) se producirá en los grandes y densos centros urbanos, donde los atascos son un verdadero problema. A medida que las ciudades se densifiquen y las carreteras empiecen a saturarse, la AAM podrá prestar apoyo a las necesidades de transporte y conectar las grandes áreas metropolitanas. Con el tiempo, la AAM hará que la gente de las zonas rurales se traslade a las ciudades.

En marcha hacia la micromovilidad

Como ya comentamos en nuestro anterior artículo Perspectivas de Abdul Latif Jameel, la micromovilidad compartida, que incluye vehículos muy ligeros, como bicicletas, patinetes con o sin batería y bicicletas eléctricas, ya ha crecido a un gran ritmo, con casi un 70 % de consumidores dispuestos a utilizar vehículos de micromovilidad para desplazarse al trabajo[16].

Una pequeña maravilla. Los desplazamientos urbanos suelen ser bastante cortos y se adaptan bien a la comodidad de las opciones de micromovilidad. Un estudio de INRIX, especialista en datos de tráfico, reveló que una quinta parte de los desplazamientos en coche en las grandes ciudades británicas y americanas eran de menos de un kilómetro y medio. La mitad de los desplazamientos urbanos en coche en Estados Unidos, y dos tercios en Gran Bretaña, eran inferiores a cinco kilómetros[17]. Según el Informe mundial sobre tráfico de 2022 de INRIX[18], Londres siguió siendo la zona urbana más congestionada en 2022, con 156 horas de retraso por conductor, un 5 % más que en 2021. Entre las ciudades que más han subido en la clasificación de INRIX se encuentran Chicago (155 horas, un 49 % más), Boston (134 horas, un 72 % más) y Toronto (118 horas, un 59 % más).

En este contexto, el rápido avance hacia la micromovilidad compartida no debería sorprendernos. Aunque el uso compartido de patinetes eléctricos no desempeñaba un papel importante antes de 2017, se ha acelerado desde menos de 1 millón de desplazamientos en 2017 a más de 160 millones en 2019, si nos fijamos en los principales actores. McKinsey predice que el gasto total de los consumidores, tanto compartidos como privados, en micromovilidad podría ascender a entre 300 000 y 500 000 millones de dólares en todo el mundo para 2030.[19]

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Al principio, muchos analistas del sector supusieron que el aumento de usuarios de micromovilidad en los últimos años había sido provocado por la pandemia del COVID-19, ya que los patinetes y bicicletas eléctricos ofrecían una forma de desplazarse por las ciudades que no requería arriesgarse a contagiarse en el abarrotado transporte público. Pero su popularidad ha seguido aumentando mucho después de la pandemia, lo que sugiere que los usuarios cada vez aprecian más el valor de la movilidad compartida. Aquí no hay gastos iniciales, no tienes que preocuparte de que te roben el vehículo y no tienes que cargar con varios candados y cadenas que pesan y cuestan casi tanto como el propio vehículo.

En EE. UU., por ejemplo, los últimos datos muestran una fuerte demanda de bicicletas estacionadas, que te permiten recoger una bicicleta en una estación de acoplamiento y dejarla en otra más cercana a tu destino. Un análisis de las tendencias de uso en 2020 y 2021 realizado por la Asociación Nacional de Funcionarios de Transporte Urbano[20] muestra que el número de viajes de micromovilidad en EE. UU. casi se duplicó en 2021, hasta alcanzar los 112 millones.

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En 2021, los sistemas de bicicletas compartidas de Chicago, Nueva York y Filadelfia registraron niveles récord de usuarios, mientras que en todo el país el número de usuarios aumentó un 18 % respecto a 2019. El límite del crecimiento en este mercado es la seguridad. Samantha Herr, presidenta de la Asociación Norteamericana de Bicicletas y Patinetes Compartidos (NABSA), sostiene que lo primero que pueden hacer las ciudades para fomentar la micromovilidad compartida es crear una infraestructura que le dé apoyo: “Para facilitar el uso compartido de la micromovilidad, es importante crear lugares seguros y conectados que lleven a la gente allí donde necesite ir, como las redes de carriles bici protegidos”.[21]

Desventajas del transporte individual

El tradicional vínculo entre la riqueza y la propiedad de un automóvil se ha visto amenazado por los inconvenientes cada vez más evidentes de poseer un medio de transporte individual. Antiguamente, el enriquecimiento de una sociedad se traducía en que la gente adquiría más coches. Un mayor número de coches significa más tráfico, más accidentes y más emisiones. En una era de creciente conciencia ecológica y de la salud, esto supone un enorme inconveniente para las ciudades, sus habitantes y sus administradores.

Según la Organización Mundial de la Salud[22], los accidentes de tráfico son la octava causa de muerte entre personas de todas las edades, y la primera entre los jóvenes de 5 a 29 años en todo el mundo. Al menos 1,3 millones de personas mueren cada año en accidentes de tráfico, y entre 20 y 50 millones más sufren lesiones. La baja calidad del aire resultante del tráfico se atribuye al aumento del riesgo de angina de pecho[23]. Solo en el Reino Unido, hasta 36 000 muertes al año están relacionadas con la contaminación atmosférica.[24]

Y no solo lo sufren los residentes y los conductores. El medio ambiente también se resiente. Las emisiones de coches, camiones y otros vehículos de carretera representan alrededor del 75 % de las emisiones de la movilidad, unas seis gigatoneladas de CO2 al año, cerca del 15 % del total de las emisiones mundiales[25]. Su reducción contribuiría en gran medida a alcanzar el objetivo de las Naciones Unidas de cero emisiones netas de carbono para 2050.

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Al principio, el mundo se enamoró del automóvil porque prometía al consumidor comodidad, estatus y libertad. Pero, al menos para los habitantes de las ciudades, esa promesa tiene cada vez más visos de quedar incumplida. En Londres, por ejemplo, incluso un ciclista medio podría superar la media en hora punta de apenas 14 km/h.[26]. Sin embargo, la mayoría de la población mundial tiende a vivir en ciudades. En la actualidad, el 56 % de la población mundial –4400 millones de habitantes– vive en ciudades, y la población urbana duplicará con creces su tamaño actual de aquí a 2050, momento en el que casi siete de cada 10 personas vivirán en ciudades[27].

Los inconvenientes y sanciones de la circulación urbana empiezan a repercutir en las ventas de coches. En el Reino Unido, por ejemplo, la posesión de automóviles ha disminuido por segundo año consecutivo, por primera vez en más de un siglo[28].

La idea de que poseer un coche sea un elemento esencial de la libertad individual parece obsoleta hoy en día. La visión pesimista de Ballard sobre el automóvil, considerada inconformista en su época, coincide con la mentalidad moderna.

Ya en los años 70 imaginó un mundo en el que, “de vez en cuando, en el marco de un festival o de un centenario, se celebran concentraciones de coches antiguos en las zonas peatonales sin tráfico de las grandes ciudades. Y en tales ocasiones, la gente podrá disfrutar plenamente de tres insólitas sensaciones: el olor a tubo de escape, el ruido y los atascos.”

La movilidad compartida es uno de los instrumentos capaces de hacer realidad la visión de Ballard de un mundo sin tráfico. Tiene el potencial necesario para remodelar nuestra comprensión de la movilidad, reducir su impacto en el medio ambiente y transformar nuestras ciudades. Aún no está claro cómo evolucionará el mercado de la movilidad compartida en los próximos años. Pero con un espíritu de colaboración, asociación y compromiso, los gobiernos, los fabricantes de automóviles, los proveedores de movilidad y –quizás lo más importante– los consumidores, podremos encaminarnos hacia un futuro más ecológico y sostenible.

[1] https://www.jgballard.ca/deep_ends/drive_mag_article.html

[2] https://www.jgballard.ca/deep_ends/drive_mag_article.html

[3] https://www.mckinsey.com/industries/automotive-and-assembly/our-insights/shared-mobility-sustainable-cities-shared-destinies

[4] https://www.mckinsey.com/industries/automotive-and-assembly/our-insights/shared-mobility-sustainable-cities-shared-destinies

[5] https://www.tomtom.com/newsroom/press-releases/general/260960154/the-cost-of-driving-has-reached-new-highs-around-the-world/

[6] https://www.automotiveworld.com/articles/peer-to-peer-car-sharing-is-here-to-stay/

[7] https://www.accenture.com/us-en/insights/automotive/mobility-x

[8] https://www.ft.com/content/f19214e0-33bc-11ea-9703-eea0cae3f0de

[9] https://www.kinto-mobility.eu/eu/en

[10] https://www.economist.com/business/2021/04/15/new-means-of-getting-from-a-to-b-are-disrupting-carmaking

[11] https://www.reuters.com/article/us-grab-toyota-investment-idINKBN1J907E

[12] https://www.mckinsey.com/industries/automotive-and-assembly/our-insights/shared-mobility-sustainable-cities-shared-destinies

[13] https://www.mordorintelligence.com/industry-reports/ride-hailing-market

[14] https://alj.com/en/news/abdul-latif-jameel-invests-in-joby-aviation/

[15] https://www.mckinsey.com/industries/aerospace-and-defense/our-insights/Rideshares-in-the-sky-by-2024-Joby-Aviation-bets-big-on-air-taxis

[16] Mobility Ownership Consumer Survey, McKinsey Center for Future Mobility, julio de 2021.

[17] https://www.economist.com/the-world-ahead/2020/11/17/the-pandemic-is-changing-urban-transport-patterns

[18] https://inrix.com/blog/2022-traffic-scorecard/

[19] https://www.mckinsey.com/industries/automotive-and-assembly/our-insights/shared-mobility-where-it-stands-where-its-headed

[20] https://www.bloomberg.com/news/articles/2022-12-01/as-pandemic-wanes-bikeshare-and-e-scooter-rides-keep-rising?sref=YMVUXTCK

[21] https://www.bloomberg.com/news/articles/2022-10-04/when-public-transit-stumbles-bikesharing-can-step-up

[22] https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/road-traffic-injuries

[23] https://www.bhf.org.uk/informationsupport/risk-factors/air-pollution

[24] https://www.newscientist.com/article/2263165-landmark-ruling-says-air-pollution-contributed-to-death-of-9-year-old/

[25] h https://www.mckinsey.com/capabilities/sustainability/our-insights/spotting-green-business-opportunities-in-a-surging-net-zero-world

[26] https://www.tomtom.com/newsroom/press-releases/general/260960154/the-cost-of-driving-has-reached-new-highs-around-the-world/

[27] https://www.worldbank.org/en/topic/urbandevelopment/overview

[28] https://autovista24.autovistagroup.com/news/uk-sees-car-ownership-decline-again-as-evs-yet-to-take-significant-share/