El futuro de la energía es verde, de eso estamos seguros. Después de todo, es imposible concebir otro escenario para un planeta sofocante, donde los récords de temperatura globales se superan año tras año.[1] El progreso continuo de la industria de las energías renovables, muy amplificado en los medios de comunicación, parece justificar dicho optimismo: En 2023 se añadieron aproximadamente 507 GW de nueva capacidad de electricidad renovable en todo el mundo, casi un 50 % más que el año anterior.[2]

Si seguimos así, podríamos darnos un baño, encender la calefacción o hervir agua sin sentirnos en absoluto culpables. Solo hay un problema: un combustible de color negro, que lleva en proceso desde hace millones de años y es tentadoramente abundante y barato… el carbón.

A pesar de que las instalaciones solares, eólicas e hidroeléctricas, así como los sistemas de almacenamiento de baterías, siguen aumentando año tras año, el carbón continúa siendo una adicción que el mundo no es capaz de dejar y que causa mucho daño.

En 2022 el carbón fue responsable de aproximadamente el 41 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) de la energía, más que cualquier otra fuente de combustible.[3] Sin embargo, a pesar de que es el combustible fósil que más carbono emite, seguimos confiando en el carbón para más de un tercio de la producción de electricidad en todo el mundo.

Muchos científicos y ecologistas esperaban que la reciente conferencia climática COP28 en los EAU dejase de considerar el carbón como fuente de energía viable. Sin embargo, tras algunas amargas discrepancias en las fases de cierre, el acuerdo no se comprometió abiertamente a eliminar por completo el carbón, sino a animar a los países a “alejarse” de los combustibles fósiles.[4]

Al menos a corto plazo, parece que el carbón está aquí para quedarse. ¿Cuánto carbón quemamos anualmente y por qué es tan difícil dejarlo atrás de una vez por todas?

El consumo de carbón y la capacidad aumentan al mismo ritmo

La capacidad de energía renovable puede estar en constante expansión, pero lamentablemente nuestra sed colectiva de energía está creciendo aún más rápido. En 2022 el mundo consumió 178 899 TWh de energía en la gestión de sus hogares, empresas, sistemas alimentarios y redes de transporte, un fuerte aumento con respecto a los 122 857 TWh que se utilizaron en 2000.[5] Cualquier gráfico que muestre el consumo de energía global desde los inicios de la era industrial se asemeja a una pendiente muy ascendente y sin pico a la vista. Para 2050 la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que la demanda mundial de electricidad será entre un 75 % y un 150 % superior a la actual.[6]

A pesar de su reputación como culpable del cambio climático, en 2022 el consumo de carbón aumentó un 3,3 %, hasta 8300 millones de toneladas, lo que supone un nuevo récord.[7] Aunque en 2023 se espera que la demanda de carbón baje ligeramente en EE. UU. y Europa, el consumo en las economías en desarrollo compensará con creces esta disminución. Cuando se contabilicen las cifras finales, es probable que China, India y otros países del sudeste asiático representen tres cuartas partes de todo el consumo de carbón en 2023.

Inevitablemente, la capacidad está aumentando junto con el consumo.

En 2023, la capacidad mundial de energía de carbón creció un 2 %, impulsada por los menores cierres de plantas en EE. UU. y Europa y por una ola de nuevas plantas en Asia. En total, el año pasado se activaron unos 69,5 GW de capacidad en nuevas plantas de carbón, dos tercios de ellos en China, y también hubo novedades significativas en Corea del Sur, Japón, Vietnam, Pakistán, India e Indonesia. El año pasado solo se cerraron 21 GW de capacidad de carbón, lo que dio lugar a un aumento anual neto de 48,5 GW, el incremento anual más alto desde 2016.[8]

Esta trayectoria entra en conflicto directo con el escenario de cero emisiones netas para 2050 de la AIE, que requeriría que toda la generación de energía con carbón cesara por completo antes de 2040.[9] Este cambio significaría una media de 126 GW de cierres de plantas de carbón en todo el mundo al año durante los próximos 17 años, aproximadamente dos plantas a la semana.[10]

Sin embargo, la magnitud del desafío no es una justificación para agachar la cabeza y admitir la derrota. De hecho, si miramos hacia un futuro cercano, hay perspectivas prometedoras.

Fuera de China, el pasado año comenzaron a construirse menos de 4 GW de nuevas plantas de carbón, un cuarto de la media anual registrada entre 2015 y 2022. Otro signo positivo es que se espera que los cierres de plantas de carbón en EE. UU. y Europa vuelvan a acelerarse este año tras su reciente desaceleración.

Además, los analistas prevén que incluso la lealtad de China al carbón se debilitara en los próximos años, ya que habrá opciones con bajas emisiones de carbono más baratas y el crecimiento de las energías hidroeléctrica y nuclear complementará las ganancias de la generación solar y eólica.

¿Por qué es tan lenta la transición global para dejar atrás el carbón?

Un vicio dañino: ¿por qué es tan difícil dejar el carbón?

La dependencia del carbón es un problema global, e incluso las naciones “progresistas” siguen estando a merced de las circunstancias.

La Unión Europea (UE) y el Reino Unido recurrieron al carbón para aumentar la seguridad energética a corto plazo tras el conflicto de Ucrania y las sanciones posteriores a Rusia, un gigante del petróleo y el gas. Alemania añadió la mayor parte de la capacidad de carbón, con 10 GW adicionales para el invierno 2022/2023. Durante los primeros días de la crisis, los Países Bajos añadieron otros 3,8 GW al eliminar el límite de producción del 35 % en las plantas de carbón.[11]

A pesar de tener una sola central eléctrica de carbón en funcionamiento (y un plazo claro para que todas las centrales eléctricas de carbón detengan la producción a finales de 2024), ni siquiera el Reino Unido puede romper por completo sus vínculos con el carbón. En diciembre de 2022, por motivos de “seguridad energética”, dio luz verde a una nueva mina de carbón cerca de la costa de Whitehaven, Cumbria. El carbón provendrá de sedimentos bajo el mar de Irlanda,

cuyo traslado tiene un precio muy alto para el medioambiente. El Comité para el Cambio Climático del Reino Unido ha calculado que la mina y su carbón emitirán aproximadamente 9 millones de toneladas de emisiones de GEI anualmente.[12]Otras fuentes sugieren que las actividades de la mina contaminarán tanto como 200 000 vehículos de gasolina en la carretera.[13]La construcción de Woodhouse Colliery en Whitehaven podría comenzar en 2024, con un permiso de planificación otorgado hasta 2049.

Incluso los factores meteorológicos pueden influir en el consumo de carbón. Por ejemplo, en la región de Asia-Pacífico los acontecimientos meteorológicos extremos en 2022 llevaron a una mayor dependencia del carbón para la generación de electricidad y a un aumento interanual del 3 % en el consumo. En India ese mismo año, las olas de calor veraniegas provocaron una demanda de electricidad sin precedentes, principalmente satisfecha por un aumento del 8,5 % en la generación de energía a partir de carbón.

En China, las demandas de una economía en auge solo multiplican estas presiones. En la provincia de Shanxi, el corazón del carbón de China, a 480 kilómetros de Pekín, las empresas de combustibles fósiles continúan excavando nuevas minas en el paisaje montañoso. El consumo de carbón creció un 80 % durante la década de 2010 para proporcionar energía a las acerías y las fábricas de cemento.[14]Que este saqueo continúe a un ritmo acelerado depende de las decisiones políticas que rigen los nuevos gasoductos que conectan China con Rusia, sujetos a su vez a una delicada red de tratados transfronterizos y yacimientos energéticos internacionales.

Desde una perspectiva práctica, independientemente del crecimiento de las energías renovables, China se siente obligada a mantener sus centrales eléctricas de carbón funcionando al menos al 30 % de su capacidad. ¿Por qué? Esto les permite aumentar rápidamente su rendimiento hasta el máximo en caso de que el sol o el viento se detengan. Por el contrario, llevar una planta de carbón de 0 a 100 podría llevar hasta dos días, un plazo en el que la maquinaria podría pararse y los vecindarios quedarse sin energía. Hasta que se reduzcan estas consideraciones, las sociedades con grandes poblaciones y prósperas bases industriales permanecerán, al menos parcialmente, ligadas al carbón.

En otros lugares, cortar los lazos con el carbón requiere esfuerzos diligentes de los legisladores. Están surgiendo algunos ejemplos que ofrecen esperanza a aquellos que buscan un mundo más limpio y ecológico.

¿Cerrando las puertas al carbón de una vez por todas?

Los líderes globales reconocen abiertamente la importancia de alejarse del carbón y la relevancia de los poderes reguladores para lograrlo. Una breve revisión de los libros de leyes destaca varios hitos recientes en el camino hacia un futuro sin carbón.[15]

El influyente foro del G7 (que comprende Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y EE. UU.) publicó un comunicado especial en abril de 2023 de los Ministros de Clima, Energía y Medioambiente que exigía oficialmente una interrupción inmediata de la construcción de todas las nuevas centrales eléctricas alimentadas con carbón.[16]Los miembros decidieron “crear un mercado internacional que minimice las emisiones de GEI en las cadenas de valor de petróleo, gas y carbón” y garantizar un sector de energía predominantemente descarbonizado para 2035, alineado con los objetivos de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 oC.

Algunos países están allanando el camino. Alemania adelantó recientemente su plazo para detener la quema de carbón en el estado de North-Rhine Westphalia de 2038 a 2030, y es posible que más regiones sigan su ejemplo.

Del mismo modo, Eslovaquia ha acelerado su fecha para la eliminación gradual del carbón en todo el país de 2030 a 2024.

Portugal ha confirmado que no tiene planes de instalar más plantas de carbón después de cerrar la última en 2021, convirtiéndose en el último país de la UE en despedirse del carbón, después de Bélgica, Austria y Suecia.

En Asia, se han presentado dos nuevas Asociaciones para una Transición Energética Justa (JETP) Los proyectos en Indonesia y Vietnam, con presupuestos de 20 000 millones de USD y 15 500 millones de USD respectivamente, tienen como objetivo apoyar una transición justa y equitativa para dejar atrás el carbón y proporcionar respaldo financiero para las iniciativas de descarbonización.

China está haciendo progresos tangibles hacia la mejora del clima, instalando equipos de captura, uso y almacenamiento de carbono (CCUS) en su planta eléctrica de carbón de Taizhou, en la provincia de Jiangsu, la tercera gran central del mundo equipada con esta tecnología. Hay esperanzas reales de que esto represente más que una mera concesión al lobby climático. De hecho, el presidente de China, Xi Jinping, ha prometido que las emisiones netas de carbono de su país alcanzarán su pico antes de 2030 y que llegarán al cero neto para 2060.

¿En qué medida es relevante la CCUS para el debate sobre el carbón? ¿Es una verdadera oportunidad de mitigación o una mera distracción? Cabe destacar que la tecnología CCUS sigue evolucionando rápidamente. Los estudios gubernamentales indican que hasta el 90 % de las emisiones de carbono de las centrales eléctricas de carbón podrían capturarse a través de CCUS, lo que representa alrededor de una quinta parte de los recortes globales en las emisiones requeridos para 2050.[17] Según el propio escenario de desarrollo sostenible de la AIE, la generación de energía de las plantas de carbón con CCUS podría ascender a 246 TWh al año para 2030, aumentando a 994 TWh para 2040.[18] Sin embargo, la CCUS es una opción costosa y, al menos por ahora, sigue sin probarse a gran escala.[19]

Cualquier transición energética exitosa debe respetar las necesidades de las comunidades, que tradicionalmente dependen de la generosa abundancia del carbón. Brasil, Polonia y República Checa han aprobado una legislación que consagra sus propios JETP, contratos sociales que prometen mejorar la calidad de vida, restaurar los hábitats naturales y financiar proyectos de energía limpia a fin de lograr una independencia del carbón definitiva. Planes similares con presupuestos multimillonarios también están ganando terreno en países como Sudáfrica.

El sector privado también está poniendo de su parte. Dentro de la comunidad financiera, muchos inversores, aseguradoras y fondos de pensiones han formalizado sus planes para reducir, o incluso eliminar por completo, su apoyo al carbón, parte de un aumento global en la denominada inversión medioambiental, social y de gobernanza (ESG). En Japón, Sumitomo Banking Corporation reveló en 2023 que iba a poner fin a todos los proyectos y la financiación corporativa de minas y centrales eléctricas de carbón para 2040.

En el sector privado, algunas empresas con visión de futuro están tomando medidas más directas para garantizar el fin del carbón y avanzar en alternativas renovables.

El capital privado clave para la energía sostenible

En Abdul Latif Jameel reconocemos que la mejor forma de garantizar la desaparición del carbón a nivel mundial es promover el rendimiento y la vitalidad económica de las alternativas adecuadas.

Por eso, de acuerdo con la Agenda 2030 de la ONU y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, apoyamos el avance de iniciativas de energía renovable en todo el mundo.

Fotowatio Renewable Ventures (FRV), parte de Jameel Energy, es nuestro negocio insignia de energía renovable. Gestiona un catálogo en constante crecimiento de proyectos de energía eólica, solar, híbrida y de almacenamiento de energía en todo Oriente Medio, Europa, Latinoamérica y Australia.

La sección de innovación de FRV, FRV-X, está dedicando esfuerzos pioneros para garantizar energía limpia las 24 horas del día a comunidades de todo el mundo. Y lo que es más importante, también asegura que los suministros de energía renovable sean tan fiables como la energía derivada de las plantas tradicionales.

Las plantas de almacenamiento de baterías a escala de servicios públicos (BESS) de FRV-X actúan como repositorios de energía de fuentes renovables, listos para intervenir cuando los hogares y las empresas lo necesiten. FRV-X gestiona plantas de BESS en todo el Reino Unido en Contego, West Sussex; Holes Bay, Dorset; y Clay Tye, Essex, esta última recientemente inaugurada como la planta conjunta en funcionamiento más grande de Europa.

Más lejos, también opera una planta solar híbrida y BESS en Dalby, Queensland, Australia. FRV-X continúa ampliando su cartera. En otoño de 2022 compró una participación mayoritaria en un proyecto BESS en Grecia y puso en marcha otros dos proyectos BESS en el Reino Unido, donde estableció su Centro de Excelencia BESS.

FRV-X ha impulsado aún más una inversión significativa en ecoligo, un proveedor alemán de energía “solar como servicio” que desarrolla proyectos solares de inversión colectiva en mercados emergentes de Sudamérica, África y Asia.

De cara al futuro, las inversiones de la familia Jameel, que se realizan a través de JIMCO, están buscando nuevas y emocionantes tecnologías verdes, como el poder de fusión .

Esto incluye la filial del Plasma Science and Fusion Center del ITM, Commonwealth Fusion Systems, y General Fusion en Canadá.

El carbón lleva milenios con nosotros y, como el principal impulsor de la revolución industrial que ha transformado todas nuestras vidas, permanecerá integrado en nuestros sistemas de energía en el futuro próximo. Sin embargo, si valoramos nuestra calidad de vida, es fundamental minimizar su presencia, tanto en nuestras plantas de energía como en nuestras fábricas, y continuar planificando su reemplazo final. El sector privado debe incentivar la inevitable transición, abogando por una alternativa mejor y más sostenible: la energía renovable. Si podemos crear una sociedad con fuentes de energía más limpias y ecológicas, podremos contribuir a erradicar nuestra centenaria adicción al carbón y mirar hacia un mañana más próspero.

[1] https://wmo.int/media/news/wmo-confirms-2023-smashes-global-temperature-record

[2] https://www.iea.org/reports/renewables-2023/electricity

[3] https://essd.copernicus.org/articles/15/5301/2023/

[4] https://www.theguardian.com/environment/2023/dec/13/cop28-second-draft-text-of-climate-deal-calls-for-transitioning-away-from-fossil-fuels

[5] https://ourworldindata.org/energy-production-consumption

[6] https://www.iea.org/reports/world-energy-outlook-2022/outlook-for-electricity

[7] https://www.iea.org/news/global-coal-demand-set-to-remain-at-record-levels-in-2023

[8] https://www.theguardian.com/environment/2024/apr/11/worlds-coal-power-capacity-rises-despite-climate-warnings

[9] https://www.iea.org/energy-system/fossil-fuels/coal

[10] https://www.theguardian.com/environment/2024/apr/11/worlds-coal-power-capacity-rises-despite-climate-warnings

[11] https://www.iea.org/energy-system/fossil-fuels/coal

[12] https://www.forbes.com/sites/heatherfarmbrough/2022/12/09/uk-government-approves-first-coal-mine-in-30-years-in-cumbria

[13] https://www.theguardian.com/environment/2022/dec/07/what-is-the-cumbrian-coalmine-and-why-does-it-matter-woodhouse-colliery

[14] https://www.nytimes.com/2022/11/03/business/energy-environment/china-coal-natural-gas.html

[15] https://www.iea.org/energy-system/fossil-fuels/coal

[16] https://www.meti.go.jp/press/2023/04/20230417004/20230417004-1.pdf

[17] https://www.parliament.uk/globalassets/documents/commons/lib/research/key_issues/key-issues-carbon-capture-and-storage.pdf

[18] https://www.iea.org/reports/the-role-of-ccus-in-low-carbon-power-systems/how-carbon-capture-technologies-support-the-power-transition

[19] https://www.reuters.com/business/environment/why-carbon-capture-is-no-easy-solution-climate-change-2023-11-22/