Es normal sentirse abrumado por la crisis medioambiental a la que se enfrenta nuestro planeta y sentirse empequeñecido ante la magnitud, tanto del problema como de la solución.

Sin duda, los datos son impactantes.

Para 2050, se prevé que las temperaturas globales superen en al menos 1,5 ºC las de la época preindustrial, llegando a un aumento de entre 2 y 4 ºC para finales de este siglo.[1] En 2050, en Londres hará tanto calor como en Barcelona en la actualidad. Nueva York, Ciudad de México y Moscú estarán entre los principales centros poblacionales donde más aumentarán las temperaturas mensuales, al menos un 4 ºC[2]. Asimismo, se prevé que el estrés térmico, la desnutrición y las enfermedades causen unas 250 000 muertes adicionales entre 2030 y 2050.[3]

En consecuencia, las soluciones que se suelen proponer son de gran envergadura. Limitar el calentamiento global a menos de 1,5 ºC implicaría reducir 30 gigatones de gases de efecto invernadero anualmente de aquí a 2030.[4] La hoja de ruta de las Naciones Unidas hacia un futuro sin carbono incluye reducciones de emisiones de 8,2 gigatones del sector energético, 6,7 gigatones de la agricultura, 5,4 gigatones de la industria y 4,7 gigatones del transporte. Las estrategias internacionales para descarbonizar la industria requieren cambios radicales en la infraestructura global: enormes parques solares y eólicos que sustituyan a las centrales eléctricas de combustibles fósiles, junto con una proliferación de fábricas de baterías, instalaciones de combustible ecológico y proyectos de captura de carbono a gran escala.

Todo ello puede sonar muy lejano, incluso alienante, para el ciudadano de a pie que lleva una vida cotidiana. “No puedo evitar que se construyan más centrales eléctricas de carbón”. “No tengo las habilidades para diseñar cepas de semillas resistentes a la sequía”. “Aunque no vuele personalmente, no puedo evitar que los aviones contaminen el cielo”.

El desafío de lograr las cero emisiones netas va mucho más allá de las capacidades individuales de cualquier persona. Sin embargo, si ampliamos ese impulso al nivel de la comunidad, de las microsociedades en las que vivimos, trabajamos y producimos, veremos que pueden surgir valiosas contribuciones a la lucha contra el clima desde los orígenes más humildes.

Se espera que las comunidades sostenibles emerjan como un frente de batalla clave para combatir el calentamiento global. Algunas de las ideas, tecnologías y políticas que nacen a nivel comunitario podrían ser fundamentales para adoptar formas de vida más viables que, colectivamente, podrían ayudar a lograr que el desafío de las cero emisiones netas parezca menos abrumador y más alcanzable.

Impulsar el concepto de comunidad sostenible

¿Cómo podemos llevar vidas más saludables, seguras y felices, y garantizar que las generaciones futuras disfruten de las mismas oportunidades? Una forma de promover las virtudes de las comunidades sostenibles es centrarse en las iniciativas locales de energía renovable.

Desde 2019 la energía renovable representa más de un cuarto de la generación de energía mundial y actualmente supera las trayectorias de crecimiento de todas las demás fuentes de energía. Eso es beneficioso no solo para el medioambiente, sino también para los que buscan empleo: las soluciones energéticas descentralizadas requieren un volumen de trabajo relativamente alto, por lo que pueden ayudar a fomentar el empleo. Los trabajos en energía renovable alcanzaron los 11 millones en 2018 y podrían cuadruplicarse para 2050.[5]

Pero, ¿cómo podría ser un proyecto de energía comunitaria?

La isla danesa de Samsø a veces se considera la primera isla que funciona al 100 % con energía renovable del mundo. La huella de carbono promedio entre los isleños ha caído de +11 toneladas de CO2 per cápita al año a -12 toneladas (sí, es un signo menos).[6] Durante las últimas dos décadas, la comunidad formada por 4000 personas se ha embarcado en una serie de proyectos (21 turbinas eólicas terrestres y marítimas, más cuatro plantas de calefacción urbana alimentadas con biomasa) que la guían hacia las anheladas cero emisiones netas.

La propiedad de estos activos se comparte entre una combinación de particulares, grupos de inversores, el gobierno municipal y cooperativas locales. Para dejar de emitir carbono de aquí a 2030, los sectores de transporte y calefacción de la isla dependerán únicamente de la electricidad renovable, mientras que su industria de transporte marítimo utilizará solo electricidad o biogás local producido mediante la fermentación de materia orgánica.

Por su propia naturaleza, Samsø es un hábitat cerrado. ¿Se podrían replicar los mismos principios de esta exitosa comunidad sostenible en un entorno más urbano?

Si nos fiamos de la experiencia de la cooperativa energética sin ánimo de lucro Repowering London, parece que sí. Repowering London tiene tres objetivos: luchar contra la pobreza energética, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y crear nuevas oportunidades de trabajo.

Una estrategia permite a las personas y empresas invertir en proyectos solares para viviendas sociales. Los beneficios de la venta de electricidad a la red se reinvierten en la propia comunidad.

En solo 10 años, Repowering London ha instalado más de 700 kWp de energía solar, ha evitado unas 779 toneladas de emisiones de CO2, ha recaudado 768 000 GBP en financiación y ha generado más de 200 000 GBP para gastar en mejoras comunitarias.[7] Para mantener las habilidades dentro de la comunidad, Repowering London educa a los jóvenes adultos en los aspectos económicos, legales, de marketing y técnicos de la ejecución de un proyecto de poder comunitario.

En otros lugares del Reino Unido hemos sido testigos de la aparición constante de sistemas de energía cooperativos a pequeña escala, como Ouse Valley Energy Services Company (OVESCO) y Brighton Energy Cooperative.

Los proyectos de OVESCO en East Sussex incluyen 6 MW de proyectos solares respaldados por cientos de accionistas locales.[8] Hasta ahora, los hitos incluyen 15 instalaciones en tejados y una granja solar, un fondo de 1 millón de libras para microgeneración doméstica, más de 1000 llamadas telefónicas de asesoramiento energético, así como facturas de combustible más baratas para escuelas, empresas y propietarios de viviendas. OVESCO ha presentado una solicitud de planificación para una nueva granja solar de 17 MW dentro del valle de Ouse, suficiente para alimentar más de 4000 hogares.

Brighton Energy Cooperative (BEC), un proyecto vecino en East Sussex, ya ha recaudado 3,5 millones de libras en inversiones comunitarias para 91 proyectos solares a gran escala en Brighton & Hove.[9] Como sociedad de beneficio comunitario, BEC está controlado por sus partes interesadas locales. Los interesados pueden invertir cualquier suma, entre 3000 y 100 000 GBP, y recibir un voto en los asuntos que requieran un proceso de toma de decisiones, independientemente del tamaño de la inversión.

Al alquilar espacio para la instalación de paneles en el techo, las empresas de la zona se benefician de facturas de energía entre un 30 % y un 40 % más baratas que la media nacional. El próximo proyecto de BEC es una nueva granja solar de 750 kWp, que contará con unos 2000 paneles solares, en un puerto cercano.

Estas historias de éxito pueden representar solo la punta del iceberg. Un estudio sugiere que los proyectos de financiación dirigidos por ciudadanos en toda Europa podrían cubrir el déficit de financiación de 179 000 millones de euros necesario para cumplir los objetivos climáticos del continente para 2030, lo suficiente para aumentar la cuota de energía renovable de Europa al 32 % para esa fecha.[10]

A medida que los modelos de energía comunitaria evolucionan para volverse más sofisticados, también incorporan cada vez más instalaciones de almacenamiento de baterías. Esto significa que la energía generada durante los períodos productivos se puede implementar en momentos en los que el sol no brilla o el viento se niega a soplar, para garantizar un suministro de energía fiable las 24 horas. Abdul Latif Jameel Energy ya está ayudando a impulsar esta tecnología a través de FRV-X, la rama de innovación de Fotowatio Renewable Ventures (FRV), su negocio insignia de energía renovable. FRV-X está desarrollando varias instalaciones de almacenamiento de baterías pioneras para garantizar suministros de energía para hogares y empresas las 24 horas. Los proyectos más significativos del equipo en Holes Bay, Dorset y Contego, West Sussex, ya están operativos, y está previsto que el proyecto de almacenamiento de baterías más grande del Reino Unido, en Clay Tye, Essex (99 MW de potencia máxima, 198 MWH de capacidad) se ponga en marcha a finales de 2023.

FRV-X también respalda otro modelo de financiación ecológica que está ganando terreno rápidamente: la inversión colectiva en energía verde.

Uno de estos pioneros es ecoligo, un proveedor de servicios solares con sede en Alemania, que utiliza una plataforma de financiación innovadora para unir a los inversores individuales con oportunidades de proyectos solares en mercados emergentes.

FRV-X ha invertido 10,6 millones de dólares en ecoligo, que actualmente opera en 11 países, incluidos Kenia, Ghana, Costa Rica, Vietnam, Filipinas y Chile.

Cada proyecto desarrollado por ecoligo se financia mediante inversores individuales a través de su plataforma de microinversiones. La inversión de FRV-X permitirá que ecoligo proporcione energía solar a un mayor número de clientes en los mercados emergentes, así como acelerar sus planes de crecimiento.

Por lo tanto, parece que la solución para impulsar nuestros negocios y calentar nuestros hogares de una manera controlada localmente y ecológica está a nuestro alcance. Pero, ¿qué ocurre con la alimentación de las familias que forman el corazón de nuestras comunidades? ¿La agricultura también se puede gestionar a nivel local y ser verdaderamente sostenible?

Alimentar algo más que nuestra imaginación

Por todo el mundo, multitud de distintos proyectos agrícolas impulsados localmente está experimentando con diferentes enfoques para la producción sostenible de alimentos. Algunos ya están marcando una diferencia drástica dentro de sus comunidades, mientras que otros podrían convertirse en modelos para los esfuerzos agrícolas a escala de vecindario a nivel mundial.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) afirma que la agricultura centrada en la comunidad es “parte de la solución, tanto para el clima como para la naturaleza, y puede ayudar a lograr sistemas alimentarios sostenibles, equitativos y resistentes que beneficien a las personas y al planeta”.[11]

Dos de sus propios proyectos están aportando seguridad alimentaria y empoderamiento comunitario a regiones desfavorecidas de África.

La primera, en Primeiras e Segundas, Mozambique, ocupa 1,5 millones de hectáreas de tierra marina dentro de la primera área de protección ambiental del país. Las estrategias para mejorar la resiliencia agrícola incluyen:

  • Asociaciones comunales de ahorro y préstamo (especialmente dirigidas a mujeres).
  • Zonas de exclusión para permitir que los caladeros se regeneren.
  • Replante de manglares para proteger la costa.
  • Introducción de semillas climáticamente inteligentes para la seguridad alimentaria.

Para otras regiones en desarrollo que contemplan un modelo similar, los resultados hasta el momento son positivos: un aumento del 25 % en la diversidad dietética, más del 70 % de los barcos pesqueros registran mayores capturas y un incremento del 13 % en el número de hogares que disfrutan de seguridad alimentaria durante todo el año.

En Tanzania, el Southern Agricultural Growth Corridor (SAGCOT) abarca un área donde varios pueblos comparten la misma cuenca de agua. Los representantes locales participan colectivamente en las decisiones de zonificación de terrenos y gestión de recursos. Los hitos incluyen:

  • Seis planes de uso del terreno de propiedad local que detallan zonas agrícolas, más 272 hectáreas de reservas de humedales y 14 000 hectáreas de bosques.
  • 109 fuentes de agua nuevas, 12 000 árboles nuevos, 400 colmenas nuevas, 38 pozos nuevos y 8 estanques de peces nuevos.
  • La concesión de 2922 títulos de propiedad individuales emitidos por el gobierno, incluido un 45 % a mujeres y un 27 % a jóvenes.

Las comunidades que requieren una transición sostenible con urgencia necesitan apoyo basado en datos en su trayectoria hacia un futuro menos predecible. El Observatorio Jameel se fundó para ayudar a las personas de países de renta baja y media a anticiparse y prepararse para futuros impactos medioambientales. Lleva a cabo dos programas principales: el Observatorio Jameel para la acción temprana en materia de seguridad alimentaria y la Red de sistemas de alerta temprana en resiliencia climática del Observatorio Jameel.

Con sede en el Instituto Internacional de Investigación Ganadera de Nairobi, Kenia, el Observatorio Jameel para la acción temprana en materia de seguridad alimentaria es una asociación internacional cuyo objetivo es aumentar la resiliencia y las estrategias adaptativas entre las comunidades pastorales. Las acciones y soluciones tempranas, basadas en una combinación de conocimientos locales e información científica, pueden ayudar a superar la inseguridad alimentaria y la desnutrición del mañana.

Dirigida por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (ITM), la Red de sistemas de alerta temprana en resiliencia climática del Observatorio Jameel (Jameel Observatory-CREWSnet) combina pronósticos climáticos de vanguardia, datos locales/regionales y análisis socioeconómicos para ayudar a minimizar la pérdida de vidas, sustento y propiedad en comunidades vulnerables.

Los proyectos de alimentos sostenibles también están surgiendo a nivel comunitario en mercados más maduros. El plan Horizon de la Comisión Europea está probando una serie de estrategias alimentarias basadas en la naturaleza en varias comunidades conocidas como ProGIreg (Infraestructura ecológica productiva para la regeneración urbana posindustrial).[12]

Los programas piloto de ProGIreg ayudan a convertir los terrenos urbanos no utilizados en jardines comunitarios productivos.

  • En Turín, Italia, el equipo ha convertido áreas abandonadas de los parques Sangone y Piamonte en zonas para la agricultura social y ha desarrollado huertos y microjardines en escuelas y espacios públicos.
  • En Dortmund, Alemania, los residentes locales han creado un bosque autosostenible de 2000 m2, que incluye un huerto de permacultura para mejorar la fertilidad del suelo.
  • En El Pireo, Grecia, uno de los municipios más densamente poblados de Europa, el foco está en las granjas urbanas, los corredores verdes accesibles y la plantación para fomentar la polinización.

En Zagreb, Croacia, la granja urbana de ProGIreg en un antiguo centro de procesamiento de carne sirve como prototipo para varias estrategias agrícolas sostenibles: paredes verdes, agricultura vertical y acuaponía.

La acuaponía utiliza agua rica en nutrientes de tanques que cultivan peces y crustáceos para alimentar plantas hidropónicas. Al permitir a los agricultores cultivar verduras y mariscos simultáneamente, ofrece a las comunidades seguridad financiera y nutricional. Se estima que la acuaponía, que no necesita fertilizantes y solo emplea una cantidad limitada de pesticidas, produce alrededor de 10 veces más alimentos por hectárea que la agricultura tradicional.[13] Utiliza entre un 80 % y un 95 % menos de agua que la agricultura al aire libre y requiere un 75 % menos de energía que la agricultura mecanizada. En todo el mundo, la industria de la acuaponía está creciendo exponencialmente, desde una valoración de 300 millones de USD en 2015 hasta una estimación de 2500 millones de USD para 2030.[14],[15]

Las paredes verdes, o muros vivos, son franjas vegetadas del entorno construido diseñadas para aumentar la biodiversidad. Pueden sustentar una variedad de plantas y polinizadores y albergar jardines verticales de frutas y hierbas. Las paredes verdes también fomentan la reutilización eficiente del agua, con plantas capaces de disolver nutrientes de aguas ligeramente contaminadas.

En un futuro cada vez más caluroso, las paredes verdes pueden hacer que nuestras comunidades sean aún más sostenibles al enfriar o calentar naturalmente nuestros edificios. Durante los meses de verano, se ha descubierto que las paredes verdes externas reducen las temperaturas de la superficie hasta en 12 ºC.[16] Por el contrario, en invierno añaden una capa de aislamiento, lo que reduce la demanda de calefacción artificial. La evapotranspiración del follaje también puede ayudar a contrarrestar el efecto de la “isla de calor urbana” de las ciudades: hervideros de la actividad humana donde las temperaturas pueden ser de 3 ºC a 4 ºC más altas que en el campo.

En interiores, la historia es distinta, pero igual de emocionante. Para más información sobre las paredes verdes, lea agricultura vertical. ¿Quién necesita luz solar directa cuando las luces LED con energía renovable pueden ayudar a los cultivos a crecer con una alta densidad dentro de columnas eficientes y apiladas? La agricultura vertical puede prosperar prácticamente en cualquier lugar, desde edificios hasta túneles subterráneos y contenedores de envío sin usar. El valor del sector era de 1720 millones de GBP en 2018, algo que podría aumentar hasta los 9840 millones de GBP en 2026, y EE. UU. y Japón demostraron ser de los primeros en adoptarlo.[17]

La agricultura vertical dentro de las comunidades no solo garantiza la producción durante todo el año, sino que también evita las emisiones de CO2 del transporte de alimentos de larga distancia. Los cultivos se pueden cosechar hasta 15 veces al año y, gracias a que crecen en un entorno controlado, pueden permanecer frescos durante 13-14 días en comparación con los 3-4 días de los productos cultivados convencionalmente.[18]

Las granjas verticales ya están estableciendo una presencia en el mercado. La más grande del mundo, ECO1 en Dubái, produce actualmente más de 900 toneladas de verduras al año, desde espinacas hasta rúculas, con un 95 % menos de agua que los cultivos de campo.

Dentro de las instalaciones de Bustanica desarrolladas por Emirates Crop One, una agrupación empresarial entre Emirates Flight Catering, una de las mayores operaciones de catering del mundo que presta servicio a más de 100 aerolíneas, y Crop One, líder del sector de la agricultura vertical en interiores impulsada por tecnología. Crédito de la fotografía: © Bustanica

La granja vertical más grande de Europa es Nordic Harvest, a las afueras de Copenhague, Dinamarca. Cuando esté totalmente operativa Nordic Harvest, un espacio de 7000 m2 con plantas cultivadas en 14 capas apiladas, podría proporcionar hasta 1000 toneladas de alimentos al año.

El alcance del crecimiento del mercado es considerable, aunque, de momento, solo ciertas semillas pueden germinar en interiores, normalmente verduras de hoja verde, plantas en flor y hierbas. Actualmente, los genetistas están ampliando el repertorio de cultivos para incluir frutas, tubérculos y hortalizas de vaina y semilla. La firma alemana de biotecnología Bayer y la firma de inversión Temasek lanzaron la start-up Unfold en 2020, financiando el desarrollo de nuevas variedades de semillas comestibles cultivadas específicamente para granjas de interior.[19]

De hecho, es posible que nos estemos alejando de la idea de vecindarios por completo hacia los agrihoods o “agricindarios”: comunidades de viviendas planificadas por expertos con un enfoque en los cultivos agrícolas”.[20] Normalmente, los agrihoods combinan espacios verdes, huertos, invernaderos, cocinas comunitarias y hogares equipados con paneles solares e instalaciones de compostaje.

En las áreas suburbanas de los EE. UU. ya hay alrededor de 150 agrihoods, y las cifras crecen constantemente.[21] Una granja de tres hectáreas en Detroit cultiva más de 30 frutas, verduras y hierbas diferentes para la venta en los mercados locales. En verano atrae entre 40 y 50 voluntarios por semana.[22]

Desde una perspectiva global, vemos enfoques competitivos para la agricultura urbana, desde proyectos básicos de seguridad alimentaria en el mundo en desarrollo hasta modernos agrihoods en mercados maduros. A medida que la noción de “comunidades sostenibles” gana terreno en todo el mundo, ambos ayudarán a establecer los principios de mejores prácticas.

Sin embargo, las prácticas sostenibles solo se adoptarán si la participación se produce en todos los niveles de la sociedad, desde los vecinos de al lado hasta las altas esferas del gobierno.

Cuando el poder de las personas se une a una política potente

Como vemos, el esfuerzo local puede iluminar el camino y ayudar a alimentar a una población. Pero crear una comunidad verdaderamente sostenible requiere un enfoque integral, por lo que las iniciativas comunitarias se están ampliando para incluir estrategias de conservación y renovación a largo plazo.

Algunas comunidades se están uniendo para llevar a cabo proyectos de plantación masiva de árboles o limpiezas organizadas de ríos y arroyos. Por otro lado, equipos cualificados de voluntarios están colaborando para modernizar la eficiencia energética y el aislamiento en edificios públicos.

Sin embargo, la noción de comunidades sostenibles también puede abarcar iniciativas de activismo conductual, como Transition Streets/Towns y Carbon Rationing Action Groups (CRAG).

Transition Streets/Towns fomentan estilos de vida más ecológicos a nivel hiperlocal, animando a los vecinos a colaborar para reducir el consumo de energía y los residuos o para organizar planes de carsharing que les ayuden a reducir su huella de carbono. Uno de los primeros planes, gestionado en Devon, Reino Unido, logró que sus miembros redujeran sus emisiones de carbono en 1,2 toneladas por hogar y ahorraran alrededor de 570 GBP al año en sus facturas domésticas.[23]

Los CRAG, que se encuentran predominantemente en los EE. UU. y el Reino Unido, son grupos informales de individuos y organizaciones con mentalidad ambiental que acuerdan un límite anual de CO2 per cápita y luego pagan una sanción financiera por cualquier emisión generada más allá de ese límite.

Por supuesto, el apoyo gubernamental es fundamental para la transición de cualquier movimiento hacia comunidades sostenibles. La trayectoria del plan de pagos por energía renovable (feed-in tariff, FIT) del Reino Unido, en el que se paga a los hogares y empresas que suministren energía de fuentes renovables a pequeña escala a la red, ilustra la importancia de las políticas estatales.

El gobierno del Reino Unido introdujo el FIT en 2010 y, tras cinco años, unas 150-200 organizaciones energéticas comunitarias eran propietarias de equipos solares, eólicos, hidroeléctricos y de biomasa, que suministraban debidamente sus excedentes de energía a la red. Sin embargo, el aumento de los FIT se detuvo bruscamente en 2015 cuando el gobierno redujo el apoyo a proyectos renovables a pequeña escala y, para 2017, el número de nuevos grupos de energía comunitaria creados anualmente cayó de unos 30 a solo uno.

El entusiasmo por estas iniciativas de base sigue siendo alto, pero el apoyo político es evidentemente fundamental. Una encuesta reciente descubrió que un 82 % de los encuestados creía que el gobierno debería hacer más para ayudar a las comunidades locales a generar su propia energía. Alrededor del 69 % argumentó que el gobierno debería ofrecer beneficios de desgravación fiscal a cualquier persona lo suficientemente progresista como para invertir en planes de energía comunitaria.[24]

El apoyo estatal puede ayudar a catapultar las comunidades sostenibles hasta convertirlas en un movimiento masivo. Entonces, si podemos aceptar el valor de una comunidad sostenible, ¿por qué no ampliamos la hipótesis a una ciudad sostenible?

El concepto de “comunidad” no tiene límites de tamaño

¿Qué ocurre con una ciudad donde todo lo que uno necesita se encuentra a corta distancia a pie, en bicicleta o en patinete eléctrico, lo que evita en gran medida las emisiones del transporte? Esa es la visión de la Ciudad de los 15 Minutos (15 Minute City, FMC), donde se puede acceder a todos los elementos esenciales de la vida (trabajo, tiendas, escuelas, atención sanitaria y ocio) en un microviaje de un cuarto de hora.

Estas “comunidades completas” requieren un enfoque multidimensional, con la aceptación de planificadores de transporte, diseñadores urbanos y legisladores. También se benefician de la cooperación de las empresas, con modelos de teletrabajo popularizados durante la pandemia de COVID-19, posibles gracias el despliegue generalizado de las conexiones de banda ancha superrápidas.

Esta idea se ha hecho muy popular desde 2020, cuando el alcalde de París propuso adoptar los principios de la FMC en la capital francesa. Las FMC están aumentando su protagonismo en múltiples continentes. En China, se están llevando a cabo proyectos de FMC en Shanghái, Baoding y Guangzhou; en Israel, Tel Aviv; en Italia, la comunidad sarda de Cagliari; en EE. UU., Portland, Oregón; en Sudamérica, Bogotá, Colombia; y en Australia, la capital victoriana Melbourne.

En lugar de adaptar una ciudad a los principios ecológicos, ¿qué hay de diseñar una comunidad sostenible desde cero?

Esa es la fuerza impulsora de Neom, la ciudad inteligente y sostenible que se está desarrollando en el noroeste de Arabia Saudí. La ciudad de 26 500 km2 contará con múltiples regiones, incluido un complejo industrial flotante, un centro comercial global y complejos turísticos, impulsados exclusivamente por energía renovable.

Este proyecto de más de 500 000 millones de USD está financiado por el fondo de riqueza soberana del estado de Arabia Saudí y, una vez operativo, debería alcanzar la autosuficiencia. Neom, cuya fecha de finalización prevista es 2039, contará con 5000 hectáreas de campos agrícolas dedicados a cultivos de alto rendimiento genéticamente diseñados. Se han concedido contratos para la construcción de una planta de energía solar de 2930 MW, un parque eólico de 1370 MW, un sistema de almacenamiento de energía en baterías de 400 MW y una red de transmisión de energía de unos 190 km.

Neom, con 33 veces el tamaño de la ciudad de Nueva York, podría albergar una población de unos 9 millones de personas. Y, por supuesto, son las personas,, junto con sus habilidades y ambiciones, quienes impulsarán la visión de la comunidad sostenible a mayores alturas.

Somos animales sociables y compartimos un destino común

Seríamos muy cortos de miras si descuidásemos el potencial de la “comunidad” al abordar el problema existencial de la sostenibilidad, especialmente porque cada vez más de nosotros estamos preparados para experimentar los desafíos de la vida urbana en los próximos años.

Actualmente, cerca de 2000 millones de personas viven en entornos urbanos.[25] La mitad de esas áreas se encuentran dentro de zonas designadas como “barreras urbanas”, pero, aun así, nuestro instinto sigue agrupándose, con poblaciones urbanas que se duplicarán hasta los 4000 millones en las próximas dos décadas.

Al pensar globalmente y actuar localmente, nuestras comunidades podrían ser fundamentales para lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030. Los objetivos incluyen la erradicación del hambre y la pobreza, además de la provisión de agua potable, saneamiento y energía verde para todos.[26]

En particular, el ODS 11 tiene como objetivo “hacer que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. Reconoce la disparidad en la calidad de vida que existe dentro de las ciudades, que sufren especialmente los mil millones de pobres urbanos que viven en “asentamientos informales” y tienen dificultades para acceder a servicios, infraestructuras, trabajos, terrenos y viviendas asequibles.

Las metas del ODS 11 incluyen el acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles y sostenibles para todos; la reducción del número de muertes y pérdidas económicas causadas por desastres; así como la disminución del impacto medioambiental per cápita de las ciudades, especialmente en lo que respecta a la calidad del aire y los residuos.

El año pasado, el informe de la ONU sobre el progreso hacia sus ODS reveló un progreso mixto.[27]

  • La calidad del aire se está supervisando en un número récord de ciudades (más de 6000 en 117 países), pero sigue siendo inferior a la norma en todo el mundo. A pesar del descenso de las partículas en el aire en general, el 99 % de los habitantes urbanos del mundo aún viven en áreas que superan las nuevas directrices de la OMS sobre la calidad del aire de <5 microgramos por metro cúbico. Las personas de los países en vías de desarrollo siguen afectadas de forma desproporcionada, lo que representa el 91 % de los 4,2 millones de muertes prematuras por culpa de la mala calidad del aire.
  • Ahora, alrededor de dos tercios de los países cuentan con estrategias locales de reducción del riesgo de desastres, casi el doble que en 2015. Los países han comenzado a alinear la reducción del riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático a nivel local, pero, dada la naturaleza en cascada del riesgo, aún se considera necesario un enfoque multiriesgos para forjar una verdadera resiliencia.
  • A partir de 2020, solo alrededor del 37 % de las áreas urbanas cuentan con transporte público y, para 2030, es probable que el número de coches en la carretera se duplique con respecto a los niveles de 2015. Según el informe, los gobiernos siguen enfrentándose a un reto importante para aumentar la disponibilidad de sistemas de transporte público seguros, fiables y eficientes.
  • Si se dejan sin recoger o sin procesar, los residuos urbanos pueden convertirse en una colmena de enfermedades y emisiones de gases de efecto invernadero. En 2022 se recogió un promedio del 82 % de los residuos en todo el mundo, con más de la mitad gestionados en instalaciones controladas. Las regiones de África subsahariana y Oceanía lograron una tasa de recolección promedio inferior al 60 %, lo que demuestra que aún se necesita una inversión importante en infraestructuras para la gestión de residuos.

El sector privado puede liderar la marcha hacia una sociedad mundial preparada para el futuro, apoyada por una red de comunidades sostenibles. El capital privado es capital paciente, ajeno a los ciclos políticos y a la presión de los accionistas externos sobre la rentabilidad del próximo trimestre.

En Abdul Latif Jameel, nuestro objetivo es desempeñar nuestro papel en esta transición hacia la sostenibilidad.

Almar Water Solutions, parte de Abdul Latif Jameel Energy and Environmental Services, produce agua para uso humano e industrial a través de plantas de desalinización y de tratamiento y reciclaje de aguas residuales de vanguardia, incluida la planta Shuqaiq 3 en Arabia Saudí, una de las mayores plantas de desalinización de Oriente Medio. Mientras, el Laboratorio de Sistemas de Agua y Alimentos Jameel (J-WAFS), cofundado por Community Jameel y el ITM en 2014, investiga técnicas para nutrir y sustentar una población global en constante crecimiento.

Fady Jameel
Fady Jameel

Presidente adjunto y vicepresidente

Abdul Latif Jameel

Abdul Latif Jameel también contribuye al desarrollo de comunidades más sostenibles al ampliar el acceso a la energía verde. Además de los proyectos pioneros de almacenamiento de baterías de FRV-X, FRV está trabajando para garantizar una energía limpia y asequible para todos, con una creciente cartera de proyectos de energía solar, eólica, de almacenamiento de energía e híbrida en Oriente Medio, Australia, Europa y América Latina.

“Construir comunidades aptas para el siglo XXI significa construir comunidades duraderas y autosostenibles”, dice Fady Jameel, presidente adjunto y vicepresidente de Abdul Latif Jameel.

“Con el poder de nuestro capital privado y la innovación ilimitada de nuestros colaboradores internacionales estamos contribuyendo a garantizar que el concepto pionero de las comunidades sostenibles se haga realidad.

“Dentro de las comunidades sostenibles podemos disfrutar de vidas seguras, con la tranquilidad de que nuestros hogares se calentarán, nuestras familias se alimentarán y nuestros negocios prosperarán, y de que esos mismos privilegios estarán disponibles para las generaciones futuras que heredarán el planeta que dejemos atrás”.

 

[1] https://dnr.wisconsin.gov/climatechange/science#

[2] https://www.bbc.co.uk/news/newsbeat-48947573

[3] https://www.who.int/health-topics/climate-change

[4] https://www.unep.org/interactive/six-sector-solution-climate-change/

[5] https://www.rapidtransition.org/stories/reclaiming-power-the-rapid-rise-of-community-renewable-energy-why-the-added-benefits-of-local-clear-power-can-help-accelerate-transition/

[6] https://www.rapidtransition.org/stories/reclaiming-power-the-rapid-rise-of-community-renewable-energy-why-the-added-benefits-of-local-clear-power-can-help-accelerate-transition/

[7] https://www.repowering.org.uk/

[8] https://ovesco.co.uk/

[9] https://www.brightonenergy.org.uk/

[10] https://www.rapidtransition.org/stories/reclaiming-power-the-rapid-rise-of-community-renewable-energy-why-the-added-benefits-of-local-clear-power-can-help-accelerate-transition/

[11] https://www.worldwildlife.org/stories/local-communities-are-key-to-equitable-sustainable-food-systems

[12] https://progireg.eu/the-project/

[13] https://inmed.org/aquaponics-farming-facts/

[14] https://fish20.org/images/Fish2.0MarketReport_Aquaponics.pdf

[15] https://www.globenewswire.com/en/news-release/2023/02/16/2609905/0/en/Aquaponics-Market-Size-Worth-USD-2-464-29-Million-by-2030-at-14-1-CAGR-Report-by-Market-Research-Future-MRFR.html

[16] https://earth.org/data_visualization/green-walls-in-an-increasingly-urban-world/

[17] https://www.fwi.co.uk/arable/crop-management/why-vertical-farming-is-growing-in-the-uk

[18] https://www.weforum.org/agenda/2022/05/vertical-farming-future-of-agriculture/

[19] https://www.accenture.com/us-en/blogs/chemicals-and-natural-resources-blog/vertical-farming

[20] https://www.yesmagazine.org/social-justice/2019/11/05/food-community-detroit-garden-agriculture

[21] https://www.weforum.org/agenda/2018/04/rich-millennials-are-ditching-the-golf-communities-of-their-parents-for-a-new-kind-of-neighborhood

[22] https://www.yesmagazine.org/social-justice/2019/11/05/food-community-detroit-garden-agriculture

[23] https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2014/apr/25/transition-streets-growing-success-communities-conserve-energy

[24] https://www.rapidtransition.org/stories/reclaiming-power-the-rapid-rise-of-community-renewable-energy-why-the-added-benefits-of-local-clear-power-can-help-accelerate-transition/

[25] https://www.worldbank.org/en/topic/sustainable-communities

[26] https://sdgs.un.org/goals

[27] https://unstats.un.org/sdgs/report/2022/The-Sustainable-Development-Goals-Report-2022.pdf